Campaña 2020 de frutos rojos en Huelva
Marruecos bloquea el regreso de 7.200 temporeras que han acabado la recogida de la fresa
El reino alauita sólo ha permitido la salida de siete mujeres, dos embarazadas

Amina hace tres meses que pidió volver a su país de origen, Marruecos. Su hija de 13 años ha caído enferma y aunque su marido la cuida, no es lo mismo, «todos los días hablo con ella por Whats App, tengo que volver ya, estoy muy triste», reclama a este periodista. Pero la frontera está cerrada para todos en el reino alauita. Para ella y para las 7.200 temporeras de la fresa que ya han acabado o están a punto de hacerlo —dependiendo de las fincas donde se encuentren—, esta campaña atípica de los berrys en Huelva. Están atrapadas por el coronavirus. Este martes pasado el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, anunció que en 48 horas empezaría el desbloqueo para que algunos de sus nacionales residentes en España comenzaran el retorno. Poco duró la alegría en el campo onubense. Esa primera medida incluye sólo a los que tengan un visado de estancia corta en España y se encuentren en ella por motivos familiares, administrativos, turísticos o médicos. Lo único que se ha podido conseguir es repatriar, vía aeropuerto de Málaga, a siete mujeres temporeras, dos embarazadas y cinco que han dado a luz recientemente. Barka, otra trabajadora de la misma explotación agraria, aprovecha la conversación para demandar un regreso pronto , «no me encuentro bien, estoy enferma, tengo grandes dolores en las piernas desde hace un mes», afirma.
El 98% de la producción
Del miedo inicial, donde nadie sabía el alcance ni cómo protegerse de esta pandemia, se ha pasado a una etapa de ansiedad. «Es normal que estén intranquilas, yo también lo estaría si llevara cinco meses sin poder ver a mi familia», explica Borja Ferrera , director del Prelsi. Esas siglas corresponden al Plan de Responsabilidad Ética, Laboral y Social de Interfresa, siendo esta última la patronal de un sector que produce en Huelva el 98% de las fresas, frambuesas, arándanos y moras de toda España. Ferrera habla de estas mujeres marroquíes como «leales, trabajadoras y nobles». La gran mayoría son repetidoras, hasta doce y catorce años continuados tienen algunas, y establecen unos vínculos con sus empleadores casi como de familia. «Son ellas mismas las que mandan mensajes a los agricultores antes de las campañas preguntando cuándo se empieza», explica . El Prelsi es un plan pionero en Europa, no existe otro en el sector agrícola, que vela por el estricto cumplimiento de los derechos y deberes de los extranjeros que se encuentran trabajando en la fresa. «El 75% de las temporeras marroquíes están bajo esta protección. Hemos creado la figura de los consultores, que tienen una función preventiva, evitar que surjan problemas; si dejamos que estos ocurran, entonces necesitaríamos mediadores. Estamos hablando de una población de 11.000 personas, siempre hay pequeños inconvenientes que solventar», argumenta este directivo. Cuando se le pregunta por las falsas campañas de difamación sobre abusos sexuales a las temporeras Ferrera sonríe: «Es el circo de siempre a los que algunos le sacan rédito político y otros económico queriendo desprestigiar nuestros productos. Esto último hace mucho daño al sector, pero por encima de todo, a mí, personalmente, lo que más me duele, es el perjuicio moral que sufren estas mujeres, falsamente señaladas, cuando regresan a sus casas en Marruecos», concluye rotundo.
«Son 42 euros netos lo que ganan al día, ellas no entienden que haya retenciones, ni impuestos para Sanidad», afirma el consultor
Aderahim Drik es un consultor. Profesor de francés, se define a sí mismo como un «trabajador a la medida; me encanta esta labor que hago, son mis hermanas, me siento como su padre que las acompaña al médico cuando están malas o al banco para poder abrirse una cuenta, pero también soy almacenero cuando se acaba la temporada de recolección». Drik no solamente conoce el francés, el español y el árabe. También bereber. «Se quedan muy asombradas cuando aparece una temporera del Alto Atlas y le hablo su idioma nativo», afirma este espíritu inquieto de 62 años. Ahora está inspeccionando una pequeña finca donde trabajan 10 mujeres que acabarán la semana que viene. Las mismas que hablan todas a la vez y de forma estruendosa cuando Drik les ha preguntado que el periodista quiere saber cuánto se gana al día en la recogida de frutos rojos. «Son 42 euros netos, ellas no entienden que haya retenciones, ni impuestos para Sanidad, por eso se alteran un poco. Lo que sí le puedo asegurar es que aquí se paga por las seis horas y media estipuladas de jornada y ellas pueden hacer, de forma voluntaria, nunca obligatoriamente, horas extras . Siempre que ha habido un malentendido con las cuentas hemos ido al contable y nos lo ha aclarado», explica Drik.
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Nunca llevan con ellas el dinero de vuelta. Abren cuentas en los bancos y luego lo transfieren a Marruecos por las casas especializadas que existen. Como prevén que la próxima temporada de fresas les van a llamar, no la cierran, dejan 50 euros para volverla a utilizar. Este año se reclamaron once mil manos, pero con las que estaban aquí ya cuando se cerraron las fronteras el 13 de marzo fueron suficientes. El consumo de esta fruta ha disminuido considerablemente porque es muy perecedera y durante las primeras fases del confinamiento se espaciaba bastante las compras en el supermercado por temor a contagios.
Gestiones de madrugada
Ana Martín Ponce es miembro de la ONG Mujeres en Zonas de Conflicto , muy involucrada con las temporeras de la fresa en Huelva. A las dos de la mañana de este martes pasado gestionaba con el cónsul del reino alauita en Sevilla la salida urgente de las siete trabajadoras que han podido volver. «A día de hoy no tenemos más respuestas por parte de Marruecos, nosotros seguimos con los papeles para intentar acelerar esto», apunta. Martín Ponce habla de este colectivo de mujeres como muy vulnerables, «la mayoría vienen de zonas agrícolas de Marruecos a las que volverán a trabajar de nuevo, cuando acaben aquí, muchas no saben ni leer ni escribir, por eso necesitan de ayuda constante». Preguntada si estas trabajadoras han recibido material de protección contra el coronavirus afirma que al principio, cuando no había ni para los sanitarios no, pero después sí. No le consta que ninguna haya contraído la enfermedad, sólo una que presentaba síntomas se le aisló y se le hizo la prueba y dio negativo. Cabe recordar que la propia Junta de Andalucía, a través de su presidente, Juanma Moreno Bonilla, se ha comprometido a realizarles los test pertinentes para crear una especie de pasillo sanitario para tranquilidad de Marruecos. Martín Ponce afirma que son muy pocas las mujeres que paren aquí creyendo que por eso sus hijos tendrán más derechos, «si lo hacen es porque han salido de cuentas por esta crisis», argumenta.
Saida es de Mekinez, al norte de Marruecos. Tiene 38 años , viuda y sus trece años continuados en Huelva avalan su experiencia, «nunca he tenido un problema, el trato siempre es correcto, pero yo quiero volver a ver a mis tres hijos ya», implora esperanzada de que ya queda menos. Por lo pronto, las autoridades ya les están prorrogando el permiso de estancia. Cuando se le pregunta a Borja Ferrera si los empresarios les van a cobrar por permanecer más tiempo en las casas responde que «al 99,9 por ciento no se les ha pasado esto ni por la cabeza».
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