Parque Nacional de Doñana

Los guardas de Doñana sujetan los faros de sus coches con cinta americana

Los agentes temen por su integridad ante el estado de la flota móvil, que tiene más de 20 años

Miguel Ángel Jiménez García

Treinta vehículos conforman la flota móvil que el Espacio Natural de Doñana destina a la guarda de su territorio, una extensión de 110.000 hectáreas de naturaleza salvaje de difícil tránsito. Harían falta unos 40 coches para realizar el servicio de guardería del Parque Nacional en condiciones óptimas, pero tal y como aseguran los representantes sindicales, que la flota sea insuficiente es casi lo de menos.

Lo de más es la «inseguridad» que afirman sentir los guardas por el mal estado de los vehículos con los que cuentan para vigilar un terreno de gran dureza, «arenales en verano y lodazales en invierno», muchos de los vehículos prestan servicio las 24 horas del día. Del total de la flota once de ellos cuentan con 20 años de antigüedad , y trece de ellos superan los 400.000 kilómetros registrados, incluyendo algunos que superan los quinientos mil kilómetros. 

«Hay coches a los que se les sujetan los faros con cinta americana o bridas, a los que no se les puede abrir la puerta de atrás y hay que sacar la rueda de repuesto por el asiento del copiloto», denuncia Antonio Jesús Hernández Sánchez , representante sindical de CC.OO. «Hay algunos a los que se les han cortado las vigas inferiores del chasis partidas y se les han soldado vigas nuevas, incluso se ha dado el caso de que a algunos vehículos en pleno servicio se le ha salido alguna rueda», continua Hernández. 

Desde el año 2006, la gestión del Espacio Natural de Doñana depende de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, que asegura que cuenta con un plan plurianual de renovación de la flota de vehículos de la guardería. Sin embargo el representante sindical asegura que desde la transferencia de las competencias al ente autónomo sólo han llegado diez vehículos nuevos, cuando se necesitaría reponer un total de veinte para que los guardas pudieran prestar el servicio en plenas condiciones de seguridad. 

Lo cierto es que la sensación de peligro que padecen los trabajadores no sólo se da en el desempeño de sus funciones dentro del Espacio Natural, sino que la misma se multiplica cuando han de acceder a vías convencionales. «Estos coches no sólo circulan por el interior del Parque; muchas veces vamos por carreteras y nos cruzamos con otros conductore s a los que también ponemos en riesgo», asegura Hérnandez, que afirma que esta situación ha sido trasladada a la dirección del Espacio Natural de Doñana en numerosas ocasiones sin que hayan obtenido una solución a la problemática.

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