Ex jefe de Homicidios en Huelva
Emilio Fernández: «Me han torturado por detener a policías por violencia machista a sus mujeres»
Sufrió años de acoso por un sindicato policial tras detener a tres policías denunciados por sus mujeres
![Fernández es delegado sindical del CEP desde 2104 en Huelva](https://s3.abcstatics.com/media/andalucia/2019/10/12/s/emilio-fernandez-inspector-kEqC--1248x698@abc.jpg)
El ex jefe del grupo de Violencia de Género y Homicidios de la Policía Nacional en Huelva, el inspector y delegado sindical de la Confederación Española de Policía desde 2014, Emilio Fernández, sufrió años de acoso desde el Sindicato Unificado de Policía (SUP) por detener a tres efectivos denunciados por sus mujeres por malos tratos. Ahora, once años después, la Justicia se ha pronunciado con una condena a los ex responsables del sindicato por un delito contra la integridad moral.
¿Ha sufrido usted acoso por hacer su trabajo en la lucha contra la violencia machista?
He sufrido acoso, y tortura —según lo recoge la juez en la sentencia— por detener a policías. No se habían producido detenciones en la Policía Nacional de Huelva hasta ese momento y yo consideré que había que intervenir y parar la situación que había.
Parece, tras leer la sentencia, que haya un sindicato y algún agente que por el hecho de ser policías pensaran poder quedar impunes de estos delitos…
No por ser policías sino por el hecho de sentirse protegidos, como ocurría en este caso por el SUP y por los representantes del sindicato en Huelva, por un uso indebido de lo que es la actividad sindical.
¿Se pretendía un trato diferente por el hecho de ser afines a un sindicato y estar amparado por una placa?
Lo que se pretendía es que no hubiera ningún trato, que se tapara y no se interviniera. Yo llevaba unos 15 días al frente del grupo de violencia machista cuando sucedió el primer hecho —unas agresiones muy graves— y no se intervino. La señora se presentó al día siguiente y ordené a policías de mi grupo, algunos con resistencia a intervenir, a actuar y tomar denuncia. Aquel día estaba libre, pero fui a Comisaría, después al domicilio del denunciado y lo detuve.
¿En ese tiempo, pensó en algún momento en tirar la toalla o ceder a la presión?
He pensado de todo… he llorado muchas veces y me he sentido mal por el daño a mi familia. A veces me he arrepentido y he pensado en que tenía que haber sido corrupto y mirar a otro lado, y sobre todo cuando he visto con el desprecio que me trató la Dirección General de Policía a pesar de haber mandado infinidad de escritos. Me dejaron a los pies de los responsables del sindicato.
Su caso abrió en su día una brecha importante en el Cuerpo en Huelva y en Andalucía, por sacar a la luz lo que no se quería que saliera.
En cinco o seis meses desde que me hice cargo del grupo se produjeron tres casos muy graves. Entendía que si se interviene con cualquier ciudadano en un caso de violencia machista, en estos casos había que intervenir igual. Me limité a hacer mi trabajo, a tratar con toda la dignidad a estas mujeres a las que se la habían robado. Había que verlas cómo sufrían y lloraban, lo que llevaban pasado…Eran hechos puntuales, pero de casos que llevaban años produciéndose y hasta ese momento no se había intervenido.
¿De dónde le vino el mayor rechazo?
De personal de la Comisaría, de superiores, de la Dirección General… nunca me he sentido tan desamparado, e incluso del Defensor del Pueblo andaluz y nacional, a los que me dirigí también.
¿Y la mayor decepción?
Cuando ves que policías se apartan, escupen cuando pasan a tu lado… llega un momento en que no sabes qué hacer. Me sentí como un saco de basura.
Por la presión del SUP, Asuntos internos lo llegó a interrogar ¿Como se sintió?
Me investigaron unos meses y me sometieron a tres interrogatorios, uno desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde sin parar ni para un vaso de agua… eso, ni a un terrorista. Imagínese cómo me sentí.
Lo acusaron de dictador, de acosar laboralmente a agentes e incluso de acoso sexual a una policía. ¿Cómo llevó esas acusaciones?
Es algo imposible de sobrellevar. No sabes qué hacer y nadie te pregunta si es verdad, te estigmatizan, nadie te pregunta si es porque has detenido a policías. Has escuchado a una mujer «por favor ayúdeme, que me van a matar». Hice lo que tenía que hacer y sufrí las consecuencias y los estigmas. La sentencia lo deja claro.
Varios años de acoso y once esperando una sentencia, que ha venido a darle la razón. ¿Ha encontrado ya la calma?
Un inspector es un mando intermedio y te enfrentas a una maquinaria de poder, como un sindicato, sobre todo en aquellos años, con tentáculos por todos sitios. Esto no se quita con una goma de borrar aunque la sentencia ha puesto las cosas en su sitio. Estoy muy orgulloso de mi trabajo.
La Fiscalía se puso de perfil, no ejerció acusación ¿qué explicación le da?
Me hubiera gustado que viera las cosas de otra forma y la jueza hace referencia a la postura de la Fiscalía pero yo no voy a entrar a calificarla por respeto.
¿Es consciente de que ha puesto en evidencia a una parte (mínima) de la Policía Nacional?
Muchos compañeros y mandos se han puesto en contacto conmigo para decirme que parece que va a ser una sentencia pionera, que va a parar lo que podía considerarse un abuso que había en el ejercicio de la función sindical. Sin embargo, hasta la fecha, ningún mando directo se ha puesto en contacto conmigo. Ni desde la Dirección General.
¿Cómo se le explica a la sociedad, a las mujeres maltratadas, con los asesinatos que llevamos este año, que el lobo ha estado guardando el corral y que además se ha tratado de tapar?
La sentencia es demoledora, se tenían que poner colorados muchos mandos y muchos políticos. Sin embargo, hay personas que trabajan en la Policía Nacional que no merecen estar y personas que son grandísimos policías.