50 Aniversario del Parque Nacional
El congreso escenifica el divorcio entre Doñana y la sociedad
Ante apenas medio centenar de asistentes, la mayor parte vinculados a las administraciones y al parque, alcaldes y representantes sectoriales alertan del desapego de la ciudadanía y piden profundizar en un desarrollo sostenible para todos
La segunda jornada del congreso «Doñana, 50 años de Parque Nacional» no comenzó desde luego con la misma efervescencia de la primera, visita real al margen. Unas cincuenta personas –la mayor parte de ellas vinculadas a la gestión del espacio natural-, ocupaban el patio de butacas del Teatro Salvador Távora en la sesión de las 9 de la mañana para escuchar qué tenían que decir los alcaldes de tres de los municipios del entorno – Almonte, Aznalcázar e Hinojos -, y los representantes de los sectores que tratan cada día de vivir en Doñana, o a pesar de Doñana. En cualquier caso, ni rastro de la ciudadanía , para la que esta cita científica con la historia del Espacio Natural está pasando sin pena ni gloria.
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Prácticamente todos los intervinientes en la mesa redonda «La sociedad del territorio, visión de una evolución desde la óptica de hoy en Doñana», coincidieron, de uno u otro modo, en que existe un sentimiento de «desafección» en esa sociedad con respecto al Espacio Natural, que para la alcaldesa de Alznalcázar, Manuela Cabello , se deriva de «la amplia normativa que es necesaria para la conservación, que llega en algún momento a hacer prácticamente inviable un proyecto de vida en el territorio». Ese «delicado equilibrio» entre Doñana y sus gentes, se rompe cuando el espacio natural pasa a ser «un problema» en lugar de «una posibilidad». «Tenemos que volver a que los ciudadanos de los municipios tengan protagonismo», advirtió el alcalde de Hinojos, Miguel Ángel Curiel , ya que «si la gente no quiere al territorio, esto va a provocar conflictos importantes».
Doñana y su entorno, una relación de amor odio
Una idea en la que profundizaba Rocío del Mar Castellano , la alcaldesa de Almonte, el municipio con más territorio dentro del parque, que admitía la compleja relación que se ha forjado entre Doñana y los pueblos del entorno en estos 50 años de Parque Nacional, « una relación de amor odio » en un «territorio muy controvertido», con un «importante dinamismo socioeconómico» que hace obligatorio «la coordinación de todos los agentes» guiados por «el interés general».
Fundamental para conseguir ambos objetivos es el desarrollo de «un nuevo marco de regulación y gestión en los usos tradicionales» y «recuperar y redoblar esfuerzos en la educación ambiental y las relaciones y la comunicación de Doñana con las poblaciones del entorno» porque, como advertía Castellano, «no se respeta lo que no se conoce» , algo a lo que tanto la alcaldesa de Aznalcázar como el de Hinojos añaden la necesidad de incorporar «nuevas vías de desarrollo que no sean exclusivamente los usos tradicionales» y «dar espacio a los ciudadanos».
Por su parte, la parte sectorial, representada por Asaja, Atena –representante de las empresas dedicadas al turismo de naturaleza-, la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Marismeño en nombre de todos los usos tradicionales de Doñana, los empresarios de la zona y también la Hermandad Matriz de Almonte , que sobre todo en los últimos años ha desarrollado una importante labor para procurar que la existencia y el crecimiento de la devoción rociera no choque con la fragilidad del entorno que le es inherente.
Emilio Vieira , de Asaja, reconocía el «profundo desencuentro» en el que había transcurrido la historia de la agricultura y la ganadería con el parque, una situación ahora más fluida aunque con problemas que persisten. «No es un problema de Doñana, es un problema de los espacios naturales protegidos con los productores» al que no cabe enfrentarse, sino adaptarse. En cualquier caso, Vieira consideraba que los productores «que parten de una situación desfavorable deben ser compensados» y pidió «un esfuerzo por racionalizar la normativa y «tratar al ciudadano y al empresario como mayor de edad» , además de impulsar la marca Doñana como sinónimo de garantía y una forma de compensar los perjuicios ocasionados por el parque.
Una Doñana de todos
Para el sector turístico, resulta vital potenciar la relación entre las empresas y la administración y articular propuestas destinadas a bajar la estacionalidad del destino, como programas educativos, tal y como explicó Gonzalo Dorado , de Atena.
En cuanto a los usos tradicionales, -piñeros, coquineros, apicultores y ganaderos-, con una sola silla en el Consejo de Participación de Doñana , la solución al sentimiento de rechazo que perciben desde la gestión del parque comenzaría por contar con la representación suficiente en este órgano, una silla por uso. Respecto a la cría y la protección de la raza equina y bovina marismeña, actualmente en peligro de extinción, el presidente de la asociación, Juan Adolfo Arangüete , trasladó el compromiso de los ganaderos con la conservación de Doñana y el conocimiento de que el espacio natural «no es una finca ganadera», pero fue firme a la hora de reivindicar el derecho de los ejemplares amparados por la asociación y de los hombres que los cuidan «en armonía con la naturaleza». «Doñana no debe convertirse en un espacio protegido para el disfrute de unos pocos: somos parte de Doñana y merecemos esa consideración» .
Los empresarios, representados por Pedro Roldán , declararon su apuesta decidida por la conservación del Espacio Natural de Doñana desde la «sostenibilidad», «una sostenibilidad que nos beneficie a todos», y recordaron cómo «Doñana ha sido escenario de muchas iniciativas fracasadas a lo largo de la historia» y cómo se ha gastado «mucho dinero público» con escaso «retorno» en la comarca . Por ello, Roldán advirtió que «la renuncia a los modelos económicos tradicionales de desarrollo debe venir con un cambio de modelo productivo que no debe estar basado en la subvención» y destacó la oportunidad que pueden suponer nichos como la agricultura ecológica o el turismo de naturaleza.
En cuanto a la devoción rociera, el presidente de la Hermandad Matriz, Santiago Padilla , explicó que El Rocío es «uno de los grandes termómetros» para conocer la evolución de Doñana . «Hemos tenido momentos de conflicto y, afortunadamente, momentos de darnos la mano y caminar en una misma dirección», rememoró Padilla, que puso en valor la conciencia de los rocieros sobre Doñana y el flujo existente entre ambas realidades. No obstante, quedan asuntos que afrontar más allá de procura el transcurso de las hermandades por el parque sea lo más limpia posible: «nuestra principal preocupación es volver a los caminos de antaño», «seguir administrando el crecimiento de la devoción rociera» reduciendo la tracción mecánica y encontrar nuevos espacios para el sesteo y la pernocta de las hermandades, entre otros retos de futuro.
Tales eran las afirmaciones de los integrantes de la mesa redonda que en el ecuador de esta, José Juan Chans , gerente del Espacio Natural de Doñana, dejó de lado su papel de moderador para dar la réplica a las opiniones de los participantes.