CIENCIA

Tras el terremoto llegan las réplicas

El director del Instituto Andaluz de Geofísica, José Morales, explica la normalidad de las repeticiones de menor magnitud tras seísmos como el del mar de Alborán

José Morales en las instalaciones de la red sísmica de Andalucía ABC

DIEGO MÁRQUEZ

Largo trabajo de análisis el que tienen por delante los científicos del Instituto Andaluz de Geofísica (IAG) tras el terremoto de magnitud 6,2 registrado en el mar de Alborán el pasado lunes pasadas las 5 de la mañana. Pero antes hay que recabar todos los datos, también los de las réplicas de menor intensidad que se siguen produciendo en las horas posteriores y que se prevé que se prolonguen durante días o semanas.

Son sismos que «van decayendo» en una «expresión gráfica perfecta», explica el director del IAG, José Morales, que alude a que vecinos de Melilla durmieron fuera de casa en la noche del lunes al martes por miedo a los movimientos de tierra que, efectivamente, se dejaron notar de nuevo.

Ya hubo el 21 de enero un terremoto en la misma zona del mar de Alborán de magnitud 5 a 22 kilómetros de profundidad.

«La Tierra no te anticipa nada», señala gráficamente Morales para añadir que el terremoto «no te viene con un sello» indicativo de «que viene uno más gordo por detrás». En cualquier caso, «no es usual pero tampoco es infrecuente» dos terremotos de grandes magnitudes y relativamente superficiales se repitan en poco tiempo.

Pasado el mediodía de ayer los controles de la red sísmica de Andalucía, en el campus de Cartuja de la Universidad de Granada donde está el IAG, detectaban en el mismo punto del mar de Alborán donde tembló la Tierra el lunes por la mañana otro seísmo de una magnitud 3,5 a 10 kilómetros de profundidad. Que el epicentro esté en el mar en vez de en suelo firme está evitando muchos quebraderos de cabeza.

Decenas de grupos de investigación solo en Andalucía estudian la evolución de esta actividad sísmica, y su configuración, no en los últimos 15 sino en los últimos 15 millones de años.

Se descarta la influencia del cambio climático en un posible aumento de la actividad sísmica en la zona del Estrecho, que está sobre dos placas tectónicas, la euroasiática y la de Nubia, una de las partes de la africana. Bajo tierra, la temperatura es constante a lo largo de todo el año, como saben quienes habitan en las cuevas del Sacromonte, y el epicentro de un terremoto puede estar a 10, 21 o 600 kilómetros de profundidad.

Los científicos tienen que profundizar en conocer la falla que ha provocado el terremoto liberando energía pues «tenemos mapas y cartografía pero queremos saber si lo que vemos en la superficie es lo que se observa en profundidad». El director del IAG continúa explicando que la serie derivada del terremoto del mar de Alborán será «la primera que tengamos para intentar discernir si hay alguna relación» con los terremotos de la zona de Alhucemas en 2004 y 1994.

Mientras tanto, son necesarias las campañas sobre los riesgos de los terremotos. «Pocas y sostenidas en el tiempo», pide José Morales que, en el corto plazo, recomienda no caer en el pánico: «nunca hay que salir corriendo» para evitar peligros mayores.

De lo contrario, puede haber consecuencias dramáticas como las que se vivieron en Lorca, en Murcia, pues el peligro radica muchas veces en los aleros que no están bien fijados en las fachadas. Es necesario adherir bien a las paredes muebles como armarios o estanterías, y sujetar aquellos objetos que pueden provocar daños al caerse, como espejos, lámparas o productos tóxicos o inflamables.

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