TURISMO
Los souvenirs invasivos siembran la discordia
Comerciantes de Granada dicen que sus tiendas perderán atractivo turístico si retiran la mercancía de sus puertas
La iniciativa del Ayuntamiento de Granada para hacer cumplir y reforzar la ordenanza municipal que obliga a no tener souvenirs en las puertas de las tiendas no ha dejado indiferente a los comerciantes de las zonas más turísticas de la ciudad de la Alhambra.
Ahmed Jabas y Mohamed Benchaib son los responsables de una transitada tienda junto a la plaza de Alonso Cano, en el entorno de la Catedral de Granada y la Alcaicería , una de las más afectadas por el endurecimiento de la aplicación de la norma.
Jabas muestra un cartel que prohíbe hacer fotos en su tienda. Lo usa porque no son pocas las veces que se le han agolpado grupos que admiran la «belleza» de su tienda, organizada al modo de un bazar árabe, con lámparas de colores perfectamente organizadas colgando del techo.
En la puerta, la mercancía de la polémica lo asemeja a decenas de tienda del barrio, al igual que en Calderería, conocida por turistas y universitarios como calle de las teterías del Bajo Albaicín granadino. Camisetas y sudaderas están en su sitio en el bazar de Jabas y Benchaib, justo en la primera loza que da acceso al interior del establecimiento.
Pero de ahí para afuera estaría prohibido por la norma, en cuya aplicación el actual equipo de Gobierno, del PSOE, denuncia que el PP ha sido laxo durante los mandatos municipales en que ha gobernado en Granada. Los comerciantes pueden ser sancionados con entre 600 y 3.000 euros e incluso verse expuestos al cierre en caso de reincidencia.
Ellos dicen que muchas veces les ha llegado la Policía Local obligándoles a retirar del paso los souvenirs sin controlar si a la semana que viene los volvían a sacar.
Hay alfombrillas, cachimbas y objetos diversos entre estas tiendas propias de una medina árabe que son mucho más baratas que en otras partes de Europa y tratan de diferenciarse de los comercios granadinos tradicionales de recuerdos turísticos. Jabas está convencido de que si no saca la mercancía a la puerta, el negocio pierde atractivo.
Su socio llama a que paguen los que quieran copar más allá de sus fachadas. Benchaib también invita a las autoridades locales a que piensen en una ordenanza que diferencie por temporadas en el uso del espacio público aledaño a las tiendas. Si en Semana Santa o Navidad hay más afluencia en las calles, habrá que ser más restrictivo , reflexiona el comerciante.
Una campaña ciudadana en redes sociales lanzó a la opinión pública un debate que ya estaba en las calles granadinas. Bajo el lema «la calle es de todos» , evidencian que cacharros y veladores impiden muchas veces el paso y la accesibilidad.
Pañuelos, llaveros, bolsos, faldas, instrumentos de madera tradicionales, futones, zapatos y chanclas. Un sinfín de objetos se agolpan a medida que se sube por la calle Calderería entre turistas que empiezan a regatear precios en la misma puerta.
Entre las diez de la mañana y las once de la noche, hay horario ininterrumpido de comercios de inspiración árabe entre los que se respeta un «orden» a la hora de sacar lo que venden, según cuenta uno de sus trabajadores, Abdeslam Bouhamda , quien lamenta que estas tiendas perderían «autenticidad» y ganancias de cumplirse estrictamente la norma municipal.
La concejal de Comercio, Raquel Ruz, la defiende, entre otras cuestiones, por seguridad ante este «descontrol total» en un entorno patrimonial. «La gente no va a comprar más cosas por poner muchísimas cosas en la calle o colgadas de las fachadas», señaló la edil ante este proceder comercial que «se ha traído de otras zonas del mundo pero que realmente no es autóctono de Granada».
Muchas ambulancias no podrían entrar en algunas de estas plazas y calles afectadas por la invasión de los souvenirs y las terrazas las cuales, recalcaba Ruz, no solo están en el centro. Ciudadanos ha criticado, a este respecto, que no se convoque la comisión de terrazas para mejorar la normativa existente acerca de la ocupación de la vía pública.
El casco histórico granadino ya ha sufrido un cambio monumental en las últimas décadas por la progresiva implantación de comercios musulmanes en las calles más turísticas, que son también más caras al alquiler e inasequibles para muchos pequeños empresarios. A ello se sumó en el último año la desaparición de cientos de mercerías, sastrerías, zapaterías y tiendas de antaño por la extinción de los contratos de renta antigua a los que muchos comerciantes no pudieron hacer frente.