DIBUJANTES ABC

Puebla: «El dibujo de Martínmorales se caracteriza por sus elegantes puñe-trazos»

El viñetista ofrece este viernes en Granada una charla sobre Paco Martínmorales, a quien sustituyó en ABC

El humorista gráfico Puebla J. M. SERRANO

Leo Rama

José Manuel Puebla (Murcia, 1970) es uno de los exponentes más jóvenes, si no el que más, del dibujo en prensa. Fue él quien tuvo que sustituir a Paco Martínmorales en ABC cuando sufrió el accidente que le obligó a retirarse y del que nunca se ha recuperado. Este viernes, en el marco de la exposición 'Martínmorales. El dibujo inagotable' , Puebla estará en Granada para charlar con el periodista y comisario de la muestra, Alejandro Víctor García, sobre los «puñe-trazos» de uno de sus grandes referentes.

-¿Cómo llega uno a ser viñetista? ¿Cuál es la receta?

-Con el tiempo me he dado cuenta de que hay que pensar, pensar mucho. El poco tiempo que te queda del día lo pasas dibujando. De joven me gustaba dibujar y no sabía por qué, hasta que a mitad de carrera me empecé a interesar por la prensa y los artículos periodísticos. Esas dos aficiones se terminaron por juntar en lo que sería la opinión dibujada.

-¿Se considera un columnista del dibujo?

-Siempre he tenido la necesidad de contar cosas. Con el tiempo me ha gustado representar la actualidad y las circunstancias de la condición humana. Una cosa lleva a la otra.

-Entonces para usted el dibujo es una mera ejecución de la idea.

-Estoy llegando a esa conclusión. Forges dijo que a esto se llega de dos maneras: el dibujante que acaba haciendo chistes y el chistoso que aprende a dibujar. Yo ya tenía la inquietud del dibujo. Mi yo guionista llegó más adelante. Estoy en ese momento en el que el dibujo tiene que estar sometido a la idea. Si pienso en recrearme puedo hacer que la imagen llame más la atención de lo que quiero contar. Yo quiero encontrar la sorpresa en el lector, lo mínimo en el dibujo para hacer un guiño, pero siempre que la idea quede clara. Lo bonito del dibujo puede hacer que la idea se diluya.

-¿La viñeta perfecta tiene texto?

-Se suele decir que la viñeta redonda es la que no necesita palabras. Hay viñetas que es imposible hacerlas sin texto. A mí me gusta jugar con los diálogos y creo que son muy enriquecedores.

-Viene este viernes a Granada para participar en la exposición de Martínmorales. ¿Ha tenido la oportunidad de verla?

-Aún no, la veré este viernes, pero el catálogo es una maravilla. Es que Paco se lo merecía, estoy muy contento. Cuando me empezó a picar el gusanillo del humor gráfico, una mañana fui a unos grandes almacenes -por un módico precio te digo el nombre- y resulta que uno de aquellos primeros libros que yo encontré era una recopilación de dibujos de Martínmorales. Me lo bebí. Para mí es un honor poder participar en este homenaje. Tengo un hondo pesar porque en ABC nos quedamos esperando a que volviera, que se recuperara. Cuando me llamaron para sustituirlo, yo siempre pensé que sería algo provisional.

-Además de Paco Martínmorales, ¿cuáles son sus referentes?

-Me considero bastante ecléctico. Había un espacio para el humor en la revista Blanco y Negro de ABC. Estaban Manolo Summers, Mingote, Gila... Yo ya iba viendo lo que hacían los clásicos. El referente estético lo tengo por el «cartoon» americano: Calvin & Hobbes, sobre todo. Más adelante conozco de lleno a Mingote y Martínmorales. Son mis dos grandes tutores. El trazo de Mingote tiene un tono amable pero muy contundente. El dibujo de Martínmorales se caracteriza por sus elegantes «puñe-trazos».

-¿Ha llegado a conocerles en persona?

-Sí, aunque me habría gustado pasar más tiempo con ellos. He aprovechado las ocasiones. Con el maestro Antonio era muy difícil hablar de dibujo. Terminábamos hablando de lo divino y lo humano... La grandeza de los dos es que eran realmente humildes. Lo de Paco era muy curioso porque me decía: «¿Conoces ya al maestro?». Claro, yo pensaba que hablaba de sí mismo en tercera persona y se refería a Mingote. Tenían detalles admirables. Cuando les gustaba algún trabajo mío, hacían un dibujo de agradecimiento y me ponían: «¡Grande, Puebla!». Y eso, con gente que tú admiras, es una lección que sirve ponerte los pies en el suelo constantemente.

-Paco Martínmorales se enmarca dentro de una generación concreta y gloriosa de dibujantes. ¿Tiene usted la suya?

-No lo sabría decir. A mí, hasta hace bien poco, me trataban como a un chaval. Con los dibujantes que hay ahora me llevo unos cuantos años. Estoy alternando con otra generación, como Ricardo Martínez, de El Mundo, o Idígoras y Pachi, Nieto en ABC... Quizás Manel Fontdevila es el único de mi generación.

-Al igual que a Fontdevila, ¿le interesan otro tipo de menesteres, como la novela gráfica?

-En el estudio tengo un par de mesas que están dedicadas a otras cosas. He picoteado en encargos específicos, hasta de etiquetas de vino. Hay algún proyecto de cómic que es a largo plazo, pero no estoy yo muy al día con el tema de la novela gráfica. Hago dos viñetas, la de ABC y la de La Verdad de Murcia, y eso me ocupa la mayor parte del tiempo.

-El trabajo de los dibujantes de prensa, al igual que le ocurre a los periodistas, se entierra de un día para otro. ¿Qué tal lo lleva?

-Bueno, es eso. Desarrollas una capacidad de trabajo y sabes que tienes que hacer entregas todos los días. Hay que hacerlo.

-¿Y qué pasa si ese día no llega la inspiración?

-Si me bloqueo, bajo a tomarme un café y pongo la oreja en la barra del bar. Suelo recurrir mucho a esas conversaciones para darle voz a gente anónima. En los bares hay conversaciones de más altura que las de las tertulias de las televisiones. Un bar es una mina.

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