«En La Palma puede erupcionar otro volcán en uno o en cien años»
El investigador en sismología volcánica de Granada Javier Almendros explica sus estudios en la isla
El domingo 19 de septiembre de 2021 la vida de los habitantes de La Palma cambió para siempre. La isla, para los peninsulares incluso compleja de ubicar en el mapa del archipiélago canario, coparía desde la erupción de su volcán todas las portadas.
Pero, mientras Policía, Bomberos y Guardia Civil se esforzaban en medio de la tragedia para desalojar a los miles de palmeros que veían como sus casas eran engullidas por la lava, la ciencia hacía su trabajo para entender lo que estaba ocurriendo.
Fue el caso del pequeño grupo de investigadores de la Universidad de Granada , comandados por el sismólogo volcánico y profesor titular de del departamento de Goefísica de la UGR, Javier Almendros . Almendros entró hace más de 20 años en el Instituto Andaluz de Geofísica. Toda una referencia en el campo.
Su última expedición antes de desplazarse hasta La Palma fue nada menos que a la Antártida, al estrecho de Bransfield, donde se desplazó hasta en cinco ocasiones con su equipo desde el año 1994. Una buena muestra del tiempo y la dedicación que lleva su trabajo.
Años de estudio
«Nosotros nos movemos en el largo plazo, en el caso de La Palma tardaremos meses e incluso años en ir recopilando todos los datos que hemos recogido» señala ahora toda vez que el volcán se apagó definitivamente el pasado 13 de diciembre.
Lejos de los focos salvo para dar algo de luz sobre el proceso del volcán en los primeros compases de la erupción, Almendros apunta que lo que resulte de los estudios llevados a cabo por su equipo, será fundamental a la hora de saber cómo gestionar una catástrofe de esta índole.
«La mayor diferencia con respecto a la última erupción en 1971 es el desarrollo de la tecnología. Aquella última vez nos era prácticamente desconocida. Alguna foto, mediciones de los terremotos más grandes...esta vez, cincuenta años más tarde, hemos podido estudiarlo con mucho más detalle» relata el investigador.
La expedición principal que llevaron a cabo para ello fue la de la instalación de unos sismómetros electrónicos desarrollados especialmente por el Instituto Andaluz de Geofísica para medir la actividad en volcanes activos. Una suerte de antenas con el objetivo de conocer a fondo el llamado tremor volcánico, es decir, aquello que delata de dónde procede el magma,, los conductos por los que se ha movido, radiografiar, en definitiva, cómo y de qué forma se ha producido la erupción.
«No es algo que se haya dado en tiempo real. Durante la erupción, al momento, solo se daba los datos más básicos por parte del IGN o InVolcan para hacer el seguimiento: la magnitud, las medidas...lo que salga de estos datos recopilados es un trabajo que tenemos que ir haciendo nosotros en los próximos años».
Un peligro «impredecible»
Si bien el final de la erupción ha sido quizás el mayor alivio para los miles de habitantes de la isla canaria que han perdido sus casas engullidas por la lava en este tiempo, Almendros pone en aviso sobre el futuro del volcán. «Que quede mucho o poco para el siguiente es relativo» insiste.
«En La Palma han ocurrido bastantes episodios históricos. La acumulación del magma no ocurre de un día para otro. Hay volcanes que están durmientes durante mucho tiempo, pero eso no significan que no sean peligrosos. No hay por qué pensar que porque haya ocurrido no haya uno el año que viene o en 100 años» cuenta el investigador.
Al mismo tiempo, indica cuáles podrían ser esos peligros: «En teoría podemos pensar que los conductos se deberían cerrar una vez ha acabado la erupción, pero eso no significa que no haya presión magmática y no puedan aparecer en otro punto de la isla» apunta.
Aunque la incertidumbre pudiera ser angustiosa, solo con escuchar a Almendros unos minutos, se entiende la importancia de lo trabajado en esta ocasión por los científicos y la esperanza que supone de cara al futuro. «Lo ideal sería que no hubiera erupciones volcánicas, pero en tanto que existen, nuestra idea es poder trabajar en la medida de lo posible para tomar medidas de forma anticipada».
Al fin y al cabo, resulta contradictoria la pasión de su equipo y la capacidad demostrada a lo lago de su trayectoria con la tragedia en la que viven las personas en las zonas a las que se tienen que desplazar. «Cuando llegamos a La Palma veíamos gente llorando. Era demoledor. Nos duele muchísimo. Pero en nuestro caso ponemos nuestro optimismo, la acumulación de datos nos beneficia a todos» concluye.
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