Misterios de Granada: el fantasma de la casa de Federico García Lorca
Objetos que se movían solos, sonidos de pasos y visiones lumínicas se cuentan entre las experiencias del personal de seguridad de esta residencia de la Huerta de San Vicente
Federico García Lorca fue uno de los autores que más grandeza le ha dado a Andalucía y a España . Su vida, como su muerte, se movió entre las brumas del misterio, la leyenda y los secretos (cuando no del ocultismo oficial sobre cómo fue ejecutado y donde está su cuerpo).
La vida de Lorca, no obstante, tuvo momentos felices, como los vividos en su coqueta residencia veraniega conocida como La Huerta de San Vicente en Granada. Es en este lugar donde se han producido una serie de fenómenos inexplicados que han desestabilizado la psicología del más fuerte, incluso de aquellos que trabajan en la noche y que creen estar acostumbrados a todo, o casi.
Así, en aquella residencia de verano comienzan a producirse sucesos que escapan de toda racionalidad y que saltan a los medios de comunicación, no sin polémica, dado el trabajo de la SIB ( Sociedad de Investigaciones Betelgeuse ) y el investigador Juan J. Vallejo . Fueron ellos quienes accedieron a la casa, merced a la amistad que tenían con las personas que allí trabajaban y con las que compartieron muchas experiencias, horas de testimonios y hechos paranormales.
Durante dos noches, el investigador Juan J. Vallejo permaneció en aquel lugar, bajo el pacto de no desvelar demasiada información significativa sobre los trabajadores del lugar, y junto a los guardias de seguridad comenzó aquellas jornadas impresionantes.
El personal de seguridad le narró todo lo que ocurría en el interior de la casa, desde oírse pasos a objetos que se movían, la mecedora del propio Federico García Lorca que también parecía cobrar vida como si alguien estuviera en ella descansando plácidamente o, simplemente, los enseres del piso superior parecían como si los estuvieran moviendo de un lado a otro.
Todos estos acontecimientos se habían denunciado secretamente a las personas que se dedican a la investigación e incluso a los superiores, pero pocos atendieron la situación desesperada de aquellas personas que, al menos, querían saber más sobre el problema que tenían.
Una noche un guardia escuchó un chasquido proveniente de la cocina. Hacia allá se dirigieron y comprobaron como una puerta de una alacena estaba abierta aunque el cerrojo estaba echado. La brújula del investigador avanzaba y retrocedía 180 grados, la mecedora seguía balanceándose durante periodos de 30 segundos para detenerse sola.
Todo el recinto contaba con un sofisticado sistema de seguridad y parecía que no había posibilidad de que nadie ajeno al recinto pudiera entrar e interferir voluntariamente en lo que en su interior sucedía.
La experiencia más fuerte fue cuando los vigilantes de seguridad vieron una bola de luz que atravesaba el salón, salía de la estancia y en su interior se podía adivinar ser una cara de "alguien" que no pudieron identificar, llenando de miedo e inquietud a todos los que vivieron aquellas jornadas mágicas en la casa de Federico García Lorca y que sólo se pueden explicar como un fenómeno paranormal.