Operación Cake
El mayor operativo policial contra la marihuana en Granada suma 14 detenidos y sigue activo
200 agentes de la Policía Nacional han realizado numerosos registros e incautaciones en el marco de la Operación Cake, y no se descartan más arrestos, pues «la investigación continúa abierta»
La réplica de un narco en Granada de la «Hacienda Nápoles» de Pablo Escobar
La Operación Cake sigue activa. El mayor operativo contra el narcotráfico de marihuana en la Zona Norte de Granada suma ya 14 detenidos y la Policía Nacional no descarta que se produzcan más arrestos después de los que se efectuaron este jueves, desde primera hora de la mañana y hasta el mediodía, con 200 agentes de distintos grupos y provincias desplegados en un dispositivo sin precedentes en Granada, que se ha convertido en la principal productora de cannabis de España y Europa .
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Este operativo contra el cultivo y tráfico de marihuana se saldó también con 18 registros domiciliarios en los barrios de La Paz, Rey Badis y Cartuja del distrito Norte de la capital, que permaneció blindado por la Policía durante todo el día, con controles preventivos. Además, los agentes incautaron más de 300 plantas de cannabis y al menos 20 kilos de cogollos de esta planta. Por el momento, se desconocen más detalles sobre el alcance de esta operación.
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Fuentes policiales han asegurado a ABC que no se descartan más detenciones en los próximos días, pues «la investigación continúa abierta» . El Juzgado de Instrucción número 4 de Granada , en funciones de guardia, se ha hecho cargo de las diligencias judiciales y ha decretado el secreto de sumario, según informó el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía , que señaló los presuntos delitos que se investigan: organización criminal y blanqueo de capitales .
El mayor golpe
La portavoz de la Policía Nacional, Silvia Tortosa , apuntó ayer que se trata de uno de los mayores operativos contra el narcotráfico en Granada, si no el más importante. Hasta ayer, el mayor golpe policial de este tipo era el que tuvo lugar en el mes de julio de 2015, cuando 150 agentes pusieron en marcha la Operación Chispitas , en la que fueron detenidas 14 personas por su vinculación a una organización que blanqueaba el dinero de la droga por medio de una inmobiliaria.
En esta ocasión, con más efectivos desplegados, la Operación Cake ha requerido la presencia, de dos centenares de agentes especializados —de Granada y otras provincias— de comisarías de distrito, GOES (Grupos Operativos Especiales de Seguridad) llegados desde Málaga; GOIT (Grupos Operativos de Intervenciones Técnicas) desplazados desde Madrid; UIP (Unidades de Intervención Policial); UPR (Unidades de Prevención y Reacción), Policía Judicial, guías caninos y expertos de medios aéreos.
Una industria para Europa
La dimensión de esta compleja actuación coordinada es la constatación de la magnitud del problema que existe en Granada con respecto a la marihuana. Desde los confines de Europa, la provincia se ha convertido en la principal suministradora del continente . La yerba granadina llega hasta mercados de consumo como el holandés, y la producción, cada vez más sofisticada, ha alcanzado niveles industriales , de los que viven miles de personas y controlan unos pocos clanes armados. No en vano, ya se han registrado diversas muertes violentas con la planta como móvil de los ajustes de cuentas.
Si bien la presión policial de los últimos años ha provocado su dispersión en los pueblos del área metropolitana, donde las grandes plantaciones de interior son más difíciles de localizar, la industria del cannabis sigue concentrándose en la capita l; concretamente, en el Distrito Norte de la capital, donde hay unos 30.000 vecinos repartidos por siete distintos barrios. Se trata de la zona más deprimida de la ciudad , levantada hace medio siglo para aglutinar a los gitanos desalojados de las cuevas del Sacromonte, que primeramente se establecieron en un barrio chabolista para después ser reubicados en viviendas de protección oficial.
Una realidad que supera a la ficción
Su origen guarda similitud con el de la trama que planteó el periodista estadounidense David Simon en la serie «Show me a hero» , en la que un candidato a alcalde se ve en la tesitura de de elegir entre construir un barrio unificado para aglutinar a la población negra de clase baja —por lo que aboga el protagonista— o en cambio dispersar las viviendas públicas por toda de la ciudad neoyorquina de Yonkers para procurar su integración con el resto de la sociedad. Sin desvelar el desenlace, en el caso de Granada, la realidad supera a la ficción .
Actualmente, los vecinos de Norte ganan un 70% menos que los del centro de la ciudad, de acuerdo con datos de la Agencia Tributaria. Esa brecha estructural ha sumido a estos barrios en una subcultura marginal y marginada que a su vez ha derivado en el florecimiento de la industria de la marihuana. Paradójicamente, ha servido para rebajar las históricas tasas de delincuencia en la zona . Y ese dejar hacer, como en el capítulo «Hamsterdam» del mismo David Simon en su obra maestra, «The Wire» , ha derivado en un sinfín de problemáticas. Como el de los constantes cortes de luz , una situación que atenta contra los derechos humanos, como viene clamando el Defensor de Granada, que recientemente se encerró con un sacerdote de La Paz para pedir soluciones .
Esperando la auditoría
Las administraciones siguen sin dar una respuesta definitiva, si es que existe. Mientras tanto, la Junta de Andalucía permanece a la espera de que se realice la auditoría independiente que ha requerido a Endesa para comprobar si, como denuncian vecinos y asociaciones , las instalaciones del barrio están obsoletas. Más de un mes después de que el Gobierno andaluz exigiera la realización de esta evaluación, se desconoce el posicionamiento de la empresa eléctrica, que en todo momento ha responsabilizado de esta situación a los enganches ilegales para los cultivos de marihuanna y califica el problema de «social».
Los cortes del flujo eléctrico son la consecuencia última de una planta que ha echado raíces en Granada, y suponen un auténtico riesgo para la salud de los enfermos , que tampoco reciben explicación alguna por parte de la empresa suministradora, pese a estar al corriente de sus facturas. Cada día, durante largas horas, los derechos de los vecinos de estos barrios se ven mermados y tareas cotidianas, como cocinar o ducharse, resultan imposibles en un barrio donde los niños comienzan a fumar cachimba con menos de 10 años. Los hijos de «cortaores» crecen conscientes del olor a Ketama que impregna las calles más descuidadas de esa ciudad en la que todo es posible. Incluso votar a oscuras, como ocurrió durante las pasadas elecciones generales .