Investigadores de la Universidad de Granada proponen evitar la tala de árboles quemados en Sierra Bermeja
A través de un proyecto internacional, varios científicos de la UGR señalan que «en ecosistemas con escasa capacidad de regeneración natural, los incendios pueden suponer una oportunidad para restaurar comunidades más diversas y resilientes«
El desastre medioambiental tras el incendio provocado de Sierra Bermeja (Málaga) ha dejado más de 10.000 hectáreas calcinadas. Después de varias jornadas, la aparición providencial de la lluvia y el trabajo de incansable de Infoca pudo apagar el fuego, sí, pero los daños en el ecosistema de la zona son infinitos. Miles de animales han muerto, y hasta 14 especies podrían haber desaparecido de la zon a. El pinsapar , una maravilla de bosque de abetos pinsapos único en el mundo ha perdido hasta el 10% del mismo.
Ante ello, con objeto de valorar las consecuencias de la catástrofe natural y plantear un plan de cara al futuro de este y otros incendios de estas características, científicos de las UGR lideran la elaboración de una propuesta de colaboración internacional para conocer y afrontar la situación. La de hoja de ruta es clara: posibilitar la conservación y posterior recuperación de la zona.
Así las cosas, tal y como ha declarado el investigador del departamento de Ecología de la universidad granadina Alexandro B. Leverkus , se ha estipulado un plan de ocho puntos, no sólo de cara al manejo de incendios, sino también a posibles plagas o tormentas que pudiera haber próximamente.
Como punto de partida, cada plan será regional y comenzaría con una labor de identificación y «mapeo» de las zonas donde se esté alterando la frecuencia e intensidad de los incendios o haya riesgo de ella. Por poner un ejemplo, por el mismo aumento constatado de la temperatura o ciertos cambios de uso de suelo por el abandono del pastoreo.
«En caso de no constatarse dichas alteraciones, si los ecosistemas se encuentran en buen estado de conservación o tienen alto potencial de regeneración (entre otras cosas, por la alta abundancia de plantas rebrotadoras), deben intensificarse las tareas de conservación , ya que los ecosistemas bien conservados y con un régimen de perturbaciones constante escasea», explica Leverkus.
Las plantas rebrotadoras son esenciales , tal y como se concibe si por el contrario el ecosistema se encuentra fuertemente alterado. En ese caso, la propuesta consistiría en abundar en las especies nativas, que son las mejor adaptadas.
Sin embargo, en el caso específico de Sierra Bermeja , el cambio en el «régimen de incendios», que es como se denomina, supone un riesgo particular de conservación, sobre todo por la existencia de los citados pinsapos . «En algunos casos será necesario el establecimiento de nuevas poblaciones, es decir, la translocación de especies en nuevas zonas (aunque tenga riesgos asociados) y la conservación de estos individuos en jardines botánicos o zoológicos »« señala Leverkus.
Los espacios protegidos y los corredores ecológicos en este caso tendrán una especial importancia, ampliando asimismo las actuaciones de conservación a zonas gestionadas de forma privada a las que se podría incentivar mediante facilidades fiscales y certificaciones ecológicas.
La «oportunidad» de la madera quemada
Los científicos proponen de la misma manera la valoración previa a la hora de alteración profunda de los ecosistemas (también denominada «cambio de estado»). En caso de que esto sea así, consideran imperativo reducir la cantidad de factores que afectan a estos ecosistemas.
La tala, el sobrepastoreo o la construcción de nuevos caminos serían los primeros en esa lista. Asimismo, proponen en el estudio, aumentar la resistencia a los incendios mediante el favorecimiento de la biodiversidad , la creación de barreras de combustible y el aumento de la diversidad del paisaje.
En los casos más dramáticos , como parte del que tiene la sierra malagueña, lo oportuno, señalan, será suavizar la transición a otro tipo de ecosistemas . Por ejemplo, favoreciendo a las especies nativas adaptadas a las condiciones que se esperan en un futuro y, potencialmente, importando especies mejor adaptadas, «aunque este paso no debe ser ejecutado a la ligera».
En todo caso, la protección de los ecosistemas incendiados para favorecer la regeneración natural y la biodiversidad asociada a la madera muerta y a los estadíos tempranos de la regeneración puede ser clave y un horizonte de optimismo .
«En ecosistemas con escasa capacidad de regeneración natural, los incendios pueden suponer una oportunidad para restaurar comunidades más diversas y resilientes que las que había antes. Es decir, el incendio puede algunas veces ayudar a la restauración de ecosistemas previamente degradados», explica Leverkus.
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