Granada sufre el peor terremoto en 37 años tras un temblor de 4,5 grados
Los vecinos, que aún tienen muy presente el enjambre sísmico del pasado invierno, realizaron un centenar de llamadas al 112
«Yo no sé cuánto duraría el terremoto, pero parecía infinito». La frase la acuña Antonio Saavedra, camarero del Restaurante El Molino, en Cijuelas (Granada), pero podría haberla dicho cualquier granadino de a pie en la noche del pasado jueves. Rozando las once y media de la noche, la terraza del El Molino estaba llena . Fruto del calor, claro, que como los temblores, forman parte de la idiosincrasia de la provincia. «La gente se levantó de las mesas y empezó a dar voces. Salíamos todos a la calle. Hoy está todo el mundo con las fachadas rajadas. A un amigo mío hasta se le ha caído parte del techo encima de la cama» apunta el camarero.
Es uno de los cientos de testimonios tras el terremoto más sentido desde el año 1984. 4,5 grados de magnitud en la escala Ritcher . Nivel V de intensidad. A 0 kilómetros de profundidad, prácticamente en la superficie. «Un buen meneíllo» como relata otro hostelero, Eduardo Rodríguez, en cuyo bar de Chauchinas, localidad casi fronteriza con Cijuelas, se cayeron las copas y las cervezas que estaban en la barra mientras los platos temblaban todavía. En la casa colindante al negocio, su vecina salió llorando al portal de la ansiedad. «Yo intento estar tranquilo, pero cada uno lo lleva como puede» explica Rodríguez.
Aunque los granadinos parezcan notablemente habituados a la situación después del enjambre sísmico vivido entre enero y febrero, con cerca de 300 sismos diarios, el susto sigue presente. En la madrugada de este jueves, el teléfono de Emergencias del 112 atendió más de 90 llamadas. Algunas incluso. desde otras provincias andaluzas, como Málaga, Jaén, Córdoba o Sevilla .
No en vano, el temblor en Cijuelas fue el comienzo de una secuencia sísmica que recorrió toda la provincia de norte a sur. Tras el primer sismo, en menos de dos minutos, se notó el segundo en el área metropolitana, más concretamente en Santa Fe. Allí, tras notar con fuerza el primero, estuvo el epicentro del segundo terremoto. 3.1 grados de magnitud. 10 kilómetros de profundidad. Nivel IV de intensidad. El hecho de que fueran tan seguidos uno de otro, explican desde el Instituto Geográfico Nacional, remarcó la sensación generalizada de que sólo hubo un terremoto y que para algunos, como ya se ha citado, se hiciera «infinito».
Un temblor imprevisible
Como después de cada terremoto, y todavía con las réplicas, aunque imperceptibles, sucediéndose, las preguntas son siempre las mismas: cuándo sucederá el próximo y si puede ser más grave aún. La respuesta, por desgracia, es siempre idéntica. «No tenemos una bola de cristal para saber cuándo puede suceder de nuevo. No se puede descartar, pero tampoco se puede confirmar que vaya a haberlo. Esto no es como el tiempo. Nunca vamos a tener señales previas a un terremoto» señala Arantxa Izquierdo, sismóloga del IGN. Lo único que se puede aventurar, prosigue, es el hecho de que «en Granada va a haber terremotos» y que existe la posibilidad de un gran seísmo, «de magnitud VI o VII», aunque puede ser mañana o dentro de 50 años.
Convivir con la incertidumbre
La incertidumbre, por tanto, es algo con lo que se debe convivir, pero sobre todo, prevenir, tal y como apunta Izquierdo. «Hablamos de una zona donde hay una falla, y por tanto una zona sísmica . Es verdad que no nos sirve para saber si una noche tienes que salir a la calle o quedarte en tu cama, pero sí para saber cómo tenemos que hacer los edificios».
En ese sentido, además de que afortunadamente no se han tenido que lamentar daños personales, los desperfectos surgidos de esta última secuencia sísmica no han sido especialmente notables, a excepción de los acaecidos en los dos epicentros , tanto por las fachadas rajadas en Cijuelas como por la caída de uno de los muros de una casa abandonada de Santa Fe.
Se trataría de un pequeño aviso, más aún tras conocer que el enjambre sísimico de este invierno dejó 16 millones de euros en daños. A eso habría que sumarle otros posibles escenarios para los que la infraestructura granadina no está preparada . Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Granada cifraba en más de 10.000 millones de euros la factura que dejaría un gran terremoto .
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