Granada celebra el V centenario del traslado de los Reyes Católicos a la Capilla Real

Los hechos, que tendrán su efemérides entre los días 8 y 12 de este mes, reafirmaron a la capital granadina en el panteón de la monarquía hispánica frente a Toledo a finales del siglo XVI

Álvaro Holgado

Granada es símbolo de muchas cosas. Con la Alhambra por bandera, podría considerarse es a día de como una marca turística nacional, y la fortaleza nazarí, como el motor económico emblemático para su provincia. Pero, hace siglos, Granada significó, evidentemente, otra cosa.

Para los Reyes Católicos , más aún para Isabel I , mostraba un cambio de época. El triunfo de la cristiandad sobre la cultura musulmana que reinó durante casi ocho siglos . Una victoria, sobre todo, territorial. El final de una guerra. De ahí que siempre considerase la otrora ciudad nazarí por encima de cualquier otra. El hecho de que sus restos descansen allí es buena prueba de ello.

Llegados al V centenario del traslado de sus cuerpos a la Capilla Real , Granada prepara una celebración, en principio para los días de la efemérides, del 8 al 12 de noviembre, pero que tendrá su extensión durante todo el año . Conferencias, la inauguración del nuevo alumbrado exterior de la Capilla y una misa por todo lo alto, «semejante a las del 2 de enero o el 12 de octubre», ha explicado el capellán del templo.

Todo parece poco teniendo en cuenta que se trata de un hecho histórico de tremenda relevancia para lo que fue la Granada del siglo XV . Relatan los historiadores que si bien Isabel I no siempre tuvo la idea de que la capital granadina terminara por ser el lugar donde descansaran sus restos.

Fue al final de su vida, tras echar la mitad de ella guerreando para convertirla en cristiana a todos los efectos, cuando finalmente se decidió. Fue en 1504 cuando lo señaló en su testamento que quería una humilde capilla para ello a escasas semanas de su muerte.

Atrás quedaba Toledo y el monasterio de San Juan de los Reyes , construido para ese mismo fin décadas antes. La de Granada, en la concepción de Isabel más humilde , coincidía con los últimos deseos de la reina, ya en sus últimos pasos abocada a la austeridad cristiana frente al lujo del templo toledano. La ciudad quedaría así excluida como panteón de la monarquía hispánica por el momento.

No se cumplió, eso sí, el deseo por completo. Su esposo, Fernando de Aragón , decidiría, tras enterrarla en la Alhambra, mandar a construir una imponente capilla gótica , finalmente renacentista, mientras que Carlos V, el heredero, terminaría la imponente Catedral a su lado.

En todo caso, el mismo destino eligió Fernando, quien a pesar de casarse por segunda vez y enterrar al hijo de este segundo matrimonio en el monasterio de Santa María del Poblet (Tarragona), poco antes de su fallecimiento en 1516 había decidido descansar junto a la reina en la misma capilla austera del convento de San Francisco, en la Alhambra , mientras se terminaban las obras de la Capilla Real.

Fue el Carlos V quien finalmente, terminado el panteón, mandó trasladar los restos de ambos desde la montaña hacia el nuevo templo metropolitano, en una acción que los historiadores consideran como un acto puramente político.

«Los traslados de los cuerpos de los Reyes Católicos y la construcción de la Capilla Real refuerzan aún más el carácter simbólico de Granada, que encarna los valores de la monarquía conquistadora.

Los reyes, enterrados como unas reliquias de santos en el centro de la ciudad tienen así para ella de un modo natural el papel de patronos a la vez espirituales y temporales» señala la investigadora Cecile D'Albis en un estudio publicado por la Universidad de Granada.

La decisión del emperador, que no pisó prácticamente la península durante su vida, frente a la vía toledana en 1520 «convertía a Granada no ya en el emblema del resultado de una restauración territorial originaria, sino en el proyecto doctrinal de la monarquía hispánica» .

El ajuar real

La importancia patrimonial e histórica del traslado no queda ahí. La organización de esta celebración tras 500 años ha considerado de interés asimismo, dedicar un espacio de la programación de actividades al ajuar real. Este tiene a su vez una valía importantísima, sobre todo la colección de pintura, dalmáticas y piezas de oro.

Las donaciones a los Reyes, cuentan los escritos, fueron prominentes durante todos esos años. Los faustos y celebraciones para el evento ese 10 de noviembre de 1521 se cuentan como «equivalentes a la fiesta del Corpus Christi ; las cajas mortuorias se montaron en una carroza dorada, se vistió a todo el mundo de negro, se repartió mucho pan a los pobres y se quemaron arrobas y arrobas de cera».

El propio Carlos V invirtió después una inmensas sumas de dinero en la ciudad como era deseo de sus abuelos, ordenando la construcción de la Universidad y la construcción de una de las catedrales más grandes para hacerla panteón suyo y de sus sucesores .

A pesar de todo, como bien es conocido, y ahí llegó la decadencia de la Capilla Real granadina, finalmente Felipe II edificó el Escorial y Carlos V nunca llegaría a descansar en Granada. Ello no quita, que durante ese tiempo, la capital fuera el panteón único de la monarquía más importante de Europa durante casi un siglo.

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