Coronavirus Andalucía

«Parecemos apestados»: las duras medidas contra el covid generan la gran depresión de Granada

Aumentan los problemas psicológicos en la población a causa del coronavirus

Los ciudadanos de Granada son los andaluces que soportan las medidas más extremas contra la pandemia Javier López

Javier López

Antonio ha quedado con un par de amigos de la Universidad para observar la puesta de sol en un mirador de Granada. Se pregunta si es un acto clandestino porque no tiene claro que pueda salir tras las medidas especiales aplicadas por la Junta de Andalucía al territorio con mayor número proporcional de contagios de la región. La combinación del cierre perimetral, el toque de queda y el cerrojazo a bares y comercios convierten a la provincia en un inmenso lazareto .

« Parecemos apestados », denuncia este estudiante de ciencias, que considera injustas las medidas que retrotraen a Granada en exclusiva a los recientes viejos tiempos, los de la primera fase de la pandemia. La única diferencia, aclara, es que no se aplica, aunque se aconseja, el confinamiento domiciliario. Del que por cierto no quiere ni oír hablar ni Antonio ni gran parte de la población, cuyo gen identitario, el andaluz, rezuma calle, luz y abrazos .

El confinamiento, por esto, incide en la psique. Más aún si es selectivo, aclara el psicólogo Raimundo Arriaza , que no es partidario de que se faciliten los nombres de las personas contagiadas porque, en su opinión, implicaría su estigmatización social. Al respecto, el alcalde de Fuente Vaqueros, José Manuel Molino, que los ha pedido, aclara que si propuso que se facilitara a las fuerzas del orden la relación de contagiados de su municipio es porque la Junta de Andalucía se ofreció primero a darlos para que ningún afectado se saltara la cuarentena.

El carácter individual del estigma deriva en colectivo si se centra en algunos sectores. La combinación de pandemia y política ha dinamitado la hostelería, estrangulada por la acción mixta del virus y los decretos. Ana , una camarera de la tasca Ibéricos y Alhambra, situada en la calle Navas, el epicentro de la restauración de proximidad, la del bar de la esquina, ha escenificado su propia defunción (se tendió boca abajo en la calzada) para simbolizar la de un modo de vida que daba de comer a miles de personas.

Sobre los comerciantes también pende la acusación de que sus negocios son un hervidero de contagios. Francisco Javier Carrasco es copropietario de una tienda de restauración de arte que ha tenido que cerrar por orden administrativa. Lo asume con tranquilidad, pero observa desesperanza no solamente en su sector, sino en el conjunto de la población , a la que le cuesta pasar por lo mismo que en abril y que es consciente, a su juicio, de que el problema no se atajará del todo, aunque se imponga el confinamiento domiciliario.

El alcalde de Granada, Luis Salvador , entiende la preocupación de los hosteleros y comerciantes, los únicos de Andalucía que a los que se les impide abrir sus negocios, por lo que ha exigido al Gobierno y a la Junta que se apruebe un p lan de medidas económicas que redunden en la cuenta de resultados de estas empresas. Salvador, empero, es partidario del confinamiento. Esgrime que no queda otra para frenar un virus desbocado en el territorio.

¿Cómo de desbocado?: mucho. En la provincia, donde desde el inicio de la pandemia, se han contabilizado 40.372 contagios, han fallecido 719 personas y han sido hospitalizados 3.203, de las que 241 permanecen en las unidades de cuidados intensivos. La presión asistencial en las urgencias es tan elevada que el hospital Virgen de las Nieves, el de referencia, ha tenido que habilitar la capilla católica para atender a enfermos de coronavirus.

La pandemia no se limita a carcomer la salud física de los granadinos. También afecta a su comportamiento. Arriaza afirma que se ha elevado el número de personas que requieren asistencia profesional. « La gente piensa que se va a morir. Es un miedo colectivo », afirma, al tiempo que puntualiza que el temor es mayor entre la población anciana, más proclive a los trastornos del estado de ánimo que los jóvenes, inconscientes por lo general del peligro.

Por lo general. Que hay jóvenes que también sufren por la incidencia de la pandemia en su mente lo corrobora la psicóloga Casilda Jaspez , cuya consulta de Granada ha registrado un incremento de pacientes universitarios con patologías vinculadas a la ansiedad y el estrés. Jaspez resalta que en algunos de ellos el coronavirus es el acelerante de problemas enquistados . Y en otros, la raíz del problema, ya que incide en su porvenir laboral, al obstaculizarlo, y en sus relaciones, al trabarlas el confinamiento, que, además, les impide, dice, diluir el desasosiego propio de la edad a la manera clásica, esto es, compartiéndolo en el ámbito de la amistad.

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