El Centro de Granada, camino a la 'despoblación': «Los vecinos se mueren y no hay relevo»
Los barrios históricos de la capital como el Albaicín, el Realejo o el propio centro sufren una caída de la población del 26% en los últimos doce años
«No es un problema. Ha sido todo un éxito» lamenta Javier Ruiz, el regente de la histórica Librería Praga , ubicada en el céntrico barrio granadino de La Magdalena. Hace poco menos de tres años, justo antes de la pandemia, la cuestión del vaciamiento de población en el Centro de Granada estuvo de moda, y aunque los confinamientos y la gestión del virus han tapado por el momento el debate sobre un modelo de ciudad que hace tiempo se desvanece, todos sus síntomas siguen ahí.
Los barrios históricos de Granada han perdido en los últimos doce años el 26% de su población . Para el paseante, las calles estrechas y su ritmo ampuloso a lo mejor no dejan verlo en su totalidad, o quizás todo fue demasiado paulatino, muy poco a poco. Pero la realidad es que, con el censo en la mano, las zonas del Centro, Realejo y Albaicín dejaron de tener el 15, el 20 y el 43% respectivamente de vecinos en la última década.
«Yo siempre digo lo mismo: he pasado de ser una librería del centro a una librería de barrio. Ya no viene curiosos. Solo vecinos. Los que quedan« explica el librero al respecto. Su queja es equivalente al del resto de comercios de alrededor. El Centro hace tiempo que dejó de ser la arteria comercial de la capital. «Es más fácil llegar en Metro al Nevada que a mi calle, es normal» completa.
La ecuación es sencilla en el fondo: el centro histórico granadino es un caramelo para el turismo y Granada una de las ciudades más visitadas del país. Eso provocó, sobre todo en los años previos a la pandemia, que el mercado del alquiler ordinario prácticamente desapareciera en favor del alquiler turístico.
Mientras los propietarios de los pisos de los barrios envejecían, sus herederos en muchas ocasiones ni siquiera vivían ya en la ciudad . No hubo relevo. La necesidad de vender de quienes heredaban, el auge de nuevas plataformas como AirBnb , y la lógica postura de las inmobiliarias o grandes inversores de poner su dinero en el negocio más rentable, hicieron el resto.
Además, Granada tiene su propio hándicap añadido. Sin un nuevo PGOU desde hace casi 20 años, el modelo urbanístico de la ciudad es una entelequia. Y la estructura y cercanía de los pueblos periféricos en el área metropolitana, a menos de un cuarto de hora en coche la mayoría de ellos, un opción económica si el bolsillo no da a los potenciales inquilinos para quedarse en la capital.
«En mi caso, llevo 25 años con la librería y nunca he podido vivir cerca. Al principio porque no quería. Pero todos los momentos en que sí me lo planteé, desde hace diez años más o menos, fue imposible. Perdía tres cuartos de mi sueldo en vivir en un estudio de 40 metros cuadrados« apunta Ruiz.
Los datos le dan la razón. Según el INE, en el año previo a la crisis sanitaria, 2019, la provincia de Granada crecía a un ritmo del 42% anual en visitantes de apartamentos turísticos. La que más de toda Andalucía. En la capital era la mitad, al 22%, algo que se explica simplemente porque el mercado ya estaba asentado por esas fechas.
No había crecimiento, claro, pero porque ya era altísimo. Desde 2007 a 2017, fue del 95%. El resultado, que también repercute en los hoteles y cuyo máximo exponente está en el Realejo, con el descenso del 43% de su población desde ese año, demuestra un cambio total del paradigma.
Al salir de la librería Praga, solo con dar un volteo a la manzana, es fácil apreciar carteles de 'Se vende', pero apenas alguno de 'Se alquila'. Un síntoma más. Para muestra un botón: según los datos que maneja Idealista, aún con la crisis económica derivada de la pandemia, los precios de venta subieron un 4,6% por metro cuadrado el último año. Los del alquiler, un mercado como decimos casi inexistente y caro por la falta de oferta y la amplia demanda, incluso llegaron a bajar un 3,4% sin variación alguna del problema.
El Albaicín, «irreconocible»
La extensión del fenómeno no solo queda en La Magdalena. Una de las enseñas de la ciudad, el barrio del Albaicín, es un buen ejemplo de ello. La caída de su población se puede constatar incluso varios años antes de la burbuja del alquiler turístico. Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1994, lo que era uno de los barrios más humildes de Granada se ha convertido en un puntal de la inversión inmobiliaria desde entonces.
Mientras, los vecinos más viejos de la zona ven cómo se van quedando solos y acorralados por nuevas caras a las que, al hablar, el característico acento granadino se les queda lejos. Es el caso de Trini, una «albaicinera de toda la vida» como ella misma señala. Su casa, al frente de la placeta de la Cruz Verde, nada más entrar a la parte baja del barrio, se ha quedado con pocos portales conocidos en los aledaños.
«Los nietos no están quedándose a vivir en la casa de sus padres. Aquí al menos. No sé ya donde estarán, si en el centro o a las afueras. La cosa es que ya no vive casi nadie de los que siempre veías. La mayoría, han fallecido« , apunta esta vecina, que relata como este mismo año pasado cerró el colmado de «la Carmela» a causa de la muerte de su hijo por Covid.
Para más inri, se queja de que las viviendas vacías, a la espera de turistas o de compradores, han provocado la llegada de okupas poco cuidadosos, algo que, junto al comprador extranjero, ha terminado por desnaturalizar definitivamente su zona.
« Antes tenía muchas vecinas a las que te encontrabas todos los día s y las llamabas cuando ocurría algo. Me queda alguna, aquí tengo la última pared con pared, pero ya está. Esto era un barrio de gente sin posibles, a excepción de los que tenían un carmen, claro. Pero ya no lo reconozco«. El caso más flagrante, el cierre del histórico bar, La Porrona, cuyo local ha sido adquirido por un grupo inmobiliario marroquí el pasado diciembre.
El modelo, a debate
Esa salida hacia el exterior de los nietos de estos antiguos inquilinos se muestra claramente en el crecimiento que están viviendo los barrios que delimitan la ciudad, como el Zaidín y la Chana, y los municipios del área metropolitana. Las viviendas de nueva construcción , tal y como comenta el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Granada, Paco López Haro , se está dejando ver cada vez más. «No es tan barato como parece, pero sí que cada vez hay más gente. También porque los servicios cada vez son mejores« apunta.
La construcción de las ampliaciones de Metro a esas localidades, por ejemplo, van en ese sentido , toda vez que la fuga de familias a los pueblos ha provocado un problema añadido: la contaminación del aire por los atascos a la entrada de la capital, ahora la tercera con peor calidad del aire del país.
Mientras tanto, desde el Ayuntamiento hay quien levanta la voz, como es el caso del concejal de Unidas Podemos, Paco Puentedura , quien pedía un plan especial para paliar el problema al gobierno municipal. «Una zona que no se cuida ni en el que se protege a sus vecinos, es un barrio que languidece y muere. Se necesitan medidas urgentes, no esperar al nuevo PGOU , un documento que tarda en diseñarse y aprobarse como mínimo 8 años» apuntó en el día ayer al respecto.