Las conexiones, el único 'pero' de Granada para hacerse con la Agencia Española de IA
Los criterios favorecen a la capital granadina como principal candidata para triunfar en la selección, pero las escasas infraestructuras, las frecuencias de AVE y un aeropuerto diezmado minan sus opciones

Granada ya sabe, de forma oficial, los criterios por los que se elegirá la sede de la Agencia Española de Supervisión de Inteligencia Artificial. Los cumple casi todos. El dossier de la candidatura, que tendrá que presentarse en algo más de un mes, es probablemente uno de los más sólidos de las 14 ciudades que igualmente han anunciado concurrir. Excepto uno: las conexiones ferroviarias y aéreas.
Ese es el principal 'pero' que impide por el momento ser a Granada la favorita indiscutible. Un debe que sigue lacrando buena parte de su potencial ya no solo en cuanto a la candidatura para la Agencia, sino en todo el motor económico granadino, gripado, como llevan denunciando los empresarios, mientras la posición del Gobierno siga siendo la que es en cuanto a la apuesta por sus infraestructuras.
Granada sigue con solo tres frecuencias en AVE a Madrid. Tiene aeropuerto, sí, pero apenas tiene relevancia internacional. Solo dos vuelos, a París y a Londres, quedan como destinos a día de hoy. La conexión por Metro desde la capital, es más, no existe y solo está proyectada.
Por otro lado, el lugar que ocupará en el Corredor Mediterráneo sigue en duda, no por la presencia, tardía y con plazos a casi una década vista, pero sí por la incertidumbre de que el Estado no haya contado de inicio con Granada como enclave y solo después de una insistencia importante desde los agentes sociales.
La única parte positiva en ese aspecto tiene que ver con la proximidad a Málaga y su aeropuerto, a apenas dos horas, y que según indican fuentes del equipo de la candidatura granadina, será la mayor baza, aunque no sea autóctona.
Candidatura idónea

Los demás criterios, tal y como constatan reiteradamente estas mismas fuentes, se cumplen holgadamente en el caso de Granada. En primer lugar, según el documento publicado en el BOE esta semana, se mirará positivamente el ecosistema empresarial y universitario, tanto de formación como de investigación, relacionado con la Inteligencia Artificial. Y en este sentido las noticias para la capital cada vez son mejores.
Google, Indra, T-Systems y una amalgama de multinacionales desembarcan aquí una tras otra en los últimos meses. Sobretodo por el principal valor de la candidatura granadina: su universidad. La UGR está a la cabeza de las universidades españolas en lo que respecta a la investigación en el ámbito de la IA. Desde casi todas las áreas, desde las Humanidades y el Derecho, hasta las Matemáticas o la Informática, pasando por la Ética.
Las sinergias, otro de los puntos a valorar, están garantizadas entre la conexión ya existente entre el ámbito público y privado tras la retahíla de convenios que sigue firmando la Universidad de Granada.

El apoyo institucional de la Junta y el consenso generalizado en Granada por parte de todos los actores sociales está garantizado, de hecho, Juanma Moreno pidió explícitamente este verano al Gobierno la llegada de la sede a la capital.
Otro de los criterios tiene que ver con la propia sede física, en la que el Ayuntamiento ya se ha adelantado a proponer el antiguo Hospital de la Salud, con unas dimensiones más que suficientes para la llegada de los primeros 40 trabajadores. La expansión, que está garantizada dada la magnitud del proyecto, se haría hacia otro complejo de oficinas en Mondragones, con lo que las infraestructuras están ya planteadas.
Por último, el análisis proyectivo del impacto económico en la localidad, otro de los requisitos a presentar, deja pocas dudas sobre la idoneidad de Granada, teniendo en cuenta que, sumado al acelerador de partículas IFMIF-DONES en Escúzar, el objetivo es claro: convertir a la provincia en el nuevo polo tecnológico de referencia en España.
Las demás candidaturas, las de Galicia, Valencia o Aragón, parten en desventaja, en principio. Solo la voluntad política, que en el fondo será el móvil definitivo a la hora de elegir, podría ponerle freno objetivamente.