cultura

El flamenco, de los tablaos a las aulas

La Ley del Flamenco entra en su recta final para marcar un antes y un después en la gestión del arte jondo y considerarlo como Bien de Interés Cultura

La isleña Sara Baras, durante una reciente actuación benéfica. L. V.

Esther Macías

Cádiz

Hace cuestión de una semana, el Consejo de Gobierno dio luz verde a la tramitación parlamentaria de una norma que protegerá y promocionará el arte jondo, además de la intención de considerarlo como Bien de Interés Cultural. Esa es la intención de la Ley Andaluza del Flamenco, una tramitación sin plazos concretos.

Esta Ley busca el fomento del Flamenco como elemento singular de la cultura andaluza, su promoción, valoración como elemento importante del patrimonio cultural andaluz, así como estimular la creación del asociacionismo, garantizando su conservación, la recuperación y la puesta en valor del Conjunto Patrimonial del Flamenco en todas sus muestras. Por ello, se hace una mención específica a las peñas y también a las entidades sin ánimo de lucro que tengan entre sus fines la divulgación y el conocimiento del flamenco.

Asimismo, en dicho proyecto han participado asociaciones, federaciones de peñas, cátedras de flamencología, fundaciones, sindicatos y empresarios, además de otras administraciones. Con ello se pretende ser un desarrollo normativo de las competencias de la comunidad autónoma en esta materia recogiendo todos los elementos propios de una ley con el fin de proteger el flamenco como patrimonio vivo, libre y universal.

Según 'La huella morisca' de Antonio Manuel, etimológicamente flamenco proviene de los términos en árabe 'felah', que significa campesino, y 'mencub' que significa excluido, marginal, desposeído de la tierra, de su casa, de su lengua, de su vestido y de su religión. Todo ello no puede quedar en el olvido y siempre ha de estar en la memoria.

La asignatura pretende ser evaluable y con un máximo peso de contenido para enriquecer el sistema educativo andaluz. Aunque el camino para terminar de solventar este asunto aún le quede algún que otro análisis, el flamenco llegará a las aulas de Andalucía.

Con respecto a cómo se llevará la enseñanza del flamenco a las aulas, el consejero de Turismo, Arturo Bernal, explica que «entraría en Primaria a través del Plan Anual del Profesorado». Además, «el conjunto de profesionales y artistas va a tener la capacidad de contribuir a la formación».

David Palomar, el cantaor de reconocido prestigio, especialmente como representante ilustre de los cantes de Cádiz, confía firmemente en la aprobación de esta ley y asevera que «el flamenco es nuestra señal de identidad, es parte de nuestro patrimonio y no podemos dejar que caiga en el olvido».

La enseñanza del flamenco, un híbrido entre profesores y expertos

«Se está perdiendo, no hay información sobre ello y el flamenco tiene que ser un altavoz de la realidad», manifiesta Palomar. De hecho, en cuanto a la hora de educar sobre flamenco, el cantaor opina que el profesorado también debe estar implicado y formado en esta materia. «Debe ser algo híbrido, que los profesionales y expertos en flamenco podamos impartir la asignatura pero también que sean los propios docentes los que puedan dirigir la materia con conocimiento», defiende.

Francisco López-Cepero García, conocido artísticamente como Paco Cepero, es un guitarrista flamenco nacido en el barrio de San Miguel de Jerez de la Frontera. Ha compuesto para grandes artistas como El Lebrijano, Rocío Jurado o Chiquetete, entre otros. Con 80 años de vida, y casi lo mismo de carrera, sigue en activo.

«Esta ley es fundamental. En nuestra tierra se debe saber más sobre el flamenco. Los niños tienen que educar el oído desde que son pequeños, luego que ellos decidan la música que quieren escuchar, pero es importante que se ponga sobre la mesa este conocimiento», expresa Cepero.

A la hora de impartir esta materia, Paco Cepero, piensa que sería bueno que al menos, una vez al mes, se llevara algún experto del flamenco a las aulas para profundizar aún más. «Al fin y al cabo, los que hemos estado en primera línea de esta cultura, y por tanto, contamos con gran experiencia, podemos enseñar de otra forma más práctica».

Maestros del flamenco que no se olvidan

«El legado de Manolo Sanlúcar, por ejemplo, no puede quedarse en el olvido. Luchó mucho por engrandecer el flamenco, y no merece menos que tenerlo siempre en la memoria», expresa Cepero. Finaliza recordando a su amigo y todo lo que ha hecho por esta cultura y por ello pide que «esta maestría se lleve a las escuelas, porque tenemos que tener conocimiento de este patrimonio tan nuestro».

En la Universidad ya había llegado el flamenco como materia de educación. Paco Perujo, coordinador del Máster Interuniversitario en Investigación y Análisis del Flamenco de la Universidad de Cádiz, se siente satisfecho de que, por fin, el flamenco vaya entrando en las aulas. Con respecto al reciente proyecto piensa que «las leyes son buenas no por lo que persiguen, si no por lo que consiguen». Por eso, Perujo confía en que esta incorporación del flamenco en las aulas, siga hacía adelante porque «el flamenco se merece que todas las fuerzas políticas remen hacia la misma dirección».

Perujo, con tono esperanzador, destaca que «hay trabajos de fin de máster relacionados con el análisis del flamenco que son verdaderas maravillas. Hay muchos jóvenes con ilusión y ganas de saber sobre nuestra identidad cultural». Nada más y nada menos que 400 solicitudes en el máster.

El flamenco es interdisciplinar, ya saben. Va más allá que una simple música. Se encienden las luces largas para enfocar todo lo que la Ley del Flamenco tiene y debe abordar.

Ahora bien, ¿cuánto tiempo ha tenido que pasar para poner este asunto sobre la mesa? El profesor Antonio Manuel, un intelectual andaluz y persona comprometida con la arqueología de lo jondo, considera que la ley llega tarde, teniendo en cuenta que el flamenco no es solo patrimonio de Andalucía, es herencia mundial.

A nivel educativo, Antonio Manuel explica el flamenco como el espejo de lo que somos. Hace especial hincapié en dos nombres que se ha de tener en cuenta en este proyecto: Manuel Herrera y Antonio Cremades. Ambos han coordinando unidades didácticas sobre el tema desde hace años. «Manuel Herrera se dejó su vida en la enseñanza del flamenco, estaba por encima de todo. Para él, la cultura tenía que ir de la mano de la educación. Trabajó incansablemente para llevar el flamenco a las escuelas y terminar con el oscurantismo», apunta Antonio Manuel.

No obstante, estamos hablando de una ley compleja, que no basta con aprobar. Son tantas las disciplinas que hay que tener en cuenta... Faustino Núñez, es profesor del Aula de Flamencología de la Universidad de Cádiz. Su opinión sobre la Ley del Flamenco es tajante; «el flamenco está rodeado de una costra de mitología que es difícil de tumbar». Pero para Faustino el meollo del asunto es el siguiente: ¿quién va a impartir esa materia? «Tenemos a muchos expertos y hay que tenerlos en cuenta. En este campo se investiga mucho y para enseñar flamenco hay que saber», ratifica.

Aunque con demora, la Ley del Flamenco es el nuevo punto de mira. No se podía retrasar más que un niño o niña sí sepa quien es Mozart pero sin embargo, ni idea de Manolo Sanlúcar, Manolo Caracol o La Niña de Los Peines. Ni tampoco se sepa qué es una seguiriya ni una soleá. No se puede defender lo que no se conoce, ni amar lo que se ignora.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación