CÓRDOBA ENTRE LÍNEAS
Vicente Pomares: «Habrá toros mientras alguien se ponga delante»
entrevista
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Cuando era niño jugaba al toro en el Campo de la Verdad, el barrio en el que se crio, y ahora es el señor al que todo el Coso de los Califas mirará esta Feria de Nuestra Señora de la Salud para ver si Morante de la Puebla, Juan Ortega o Roca Rey se llevan algún trofeo en la corrida del sábado 20 de mayo.
Vicente Pomares (Córdoba, 1955) comparte la presidencia de la Plaza de Toros con Rafael Ruiz y Jesús Coca y lleva vinculado al mundo de la lidia de un modo profesional desde comienzos de los años 80 del siglo pasado, cuando entró de veterinario meritorio en el ruedo de Ciudad Jardín. «Cuando yo era un chaval El Cordobés estaba en plena efervescencia, España entera se paraba con él, y de ahí mi afición», señala.
—A Manuel Benítez 'El Cordobés' le dieron hace dos meses un homenaje con motivo del veinte aniversario de su nombramiento como Califa del toreo, y andamos cerca de la celebración de sus 60 años de alternativa. Usted estaba allí, en el Rectorado.
—Sí. El Cordobés ha sido el matador que más poder ha tenido en la historia del toreo en todo el mundo. Si televisaban las corridas la gente se agolpaba en los bares para verlo porque a la mayoría de las casas no habían llegado los televisores. Los niños salíamos antes del colegio para seguirlo. Eso era así. En el año 1968 o 1969 dijo que se retiraba y fueron todos los empresarios a Villalobillos, donde estaba, a convencerlo de que diera marcha atrás, y firmaron lo que se llamó el acuerdo de la almohada. Aparte de salir en las revistas internacionales, se encontró de bruces con el presidente Gerald Ford en su despacho. Eso no ha vuelto a pasar.
—¿No le parece llamativo el contraste de personalidades entre Manuel Benítez y el anterior Califa, Manolete?
—El Cordobés es muy extrovertido y expresa siempre lo que siente en el corazón, mientras que Manolete era una persona mucho más retraída, de rictus muy serio, aunque quienes lo conocían decían que tenía mucho humor. Su presencia le daba, ciertamente, mucho empaque.
«El hombre de Los Pedroches es el que sale de la tierra y triunfa en ella»
—¿El personaje de El Cordobés se ha comido al torero?
—Puede ser. Pero no hay más que verlo en la plaza, con los años que tiene. Un pase, otro pase,... y luego otro. Se va desde las tablas al centro del ruedo y saca al toro... Eso lo ha hecho muchos años. Domina bien los toros. Tiene unas muñecas que son de oro. Es torero. Otra cosa es que haya sabido aprovechar eso de que 'hablen de mí aunque sea mal'. Como se pudo comprobar en el acto que hubo en el Rectorado hace unas semanas, ahí está el personaje.
—¿Y después de El Cordobés qué ha habido en Córdoba?
—Ha habido muy buenos toreros, empezando por quien ahora es el decano, José María Montilla, Fernando Martín Tortosa, El Hencho, Gabriel de la Haba Zurito, El Pireo, el Puri, que son toreros muy buenos de esa época, como también ha habido muy buenos hombres de plata, como por ejemplo los Sánchez Saco o De la Haba, y que llevan la lidia también. Y después, ya más recientes, tenemos a Finito y Chiquilín, que revolucionaron a la afición. Finito todavía sigue: no se puede torear mejor y tiene mucha inteligencia a la hora de interpretar al toro, de saber cómo se va a comportar. Eso hay toreros que lo ven y otros que no, y Finito lo ha visto, y además tiene mucha calidad artística: cada pase que da es un cartel de toros. Y, ahora, Manuel Román ha levantado las mismas expectativas que levantó en su día Finito de Córdoba.
—¿Finito llegará a Califa?
—No lo sé. Y no soy quien ha de decirlo, sino la afición.
—El director de la Real Academia de la Lengua (RAE) y ganadero Santiago Muñoz Machado defendió el otro día, en el pregón de la Feria de Sevilla, el valor cultural de los toros sirviéndose de su aportación al diccionario, a la lengua. ¿Usted cree que los toros son cultura?
—Sí. Es una manifestación de las personas, y todo lo que manifiesta una persona es cultura.
—¿La lidia es también un arte?
—Sí, pero un arte efímero, porque ocurre en un momento y además allí, en la plaza de toros, porque no vale la televisión, no vale la película, que sólo te dan una idea. De hecho, cuando un torero está entregado con un toro y el toro responde tú ves que hay gente que se pone a llorar de la emoción que siente. Que es un arte lo han dicho pintores, escultores, escritores. Uno de ellos, Sánchez Dragó, murió ayer [por el lunes].
—Sánchez Dragó insistió mucho en el origen mitológico de la tauromaquia. ¿Cómo se explica que las corridas pervivan en el siglo XXI?
—Porque hay personas, y mientras haya alguien que se quiera poner delante de un toro seguirán existiendo. Porque prohibirlas las han prohibido desde Papas hasta Reyes.
—Cualquiera que sea asiduo del ciclo de los Califas ha visto al público emocionarse, como usted dice, pero también salir despotricando del festejo, preguntándose si la plaza se sigue mereciendo ser de primera categoría.
—Puede ser. Pero no porque estén desengañados de los toros, sino de esa corrida; nunca hay certeza de que los toros sean bravos en la plaza.
«Una corrida es cultura y también un arte efímero que sólo se da una vez y en un sitio»
—Hace pocos años había cinco o seis corridas en la Feria de Nuestra Señora de la Salud, y ahora estamos en dos. ¿Qué ha pasado?
—Pues pasa que la crisis económica se ha notado desde 2008, y si a eso añadimos la pandemia, pues la combinación es casi perfecta. Pero hay que decir que la empresa de Plaza de Toros de Córdoba fue la única en el mundo que dio un festejo en una plaza de primera en 2020, y ahí arriesgó el hombre. Córdoba tiene presencia, historia y toreros que rompen el molde para seguir siendo de primera, pero falla, es cierto, el número de festejos. Me gustaría decir que nuestra plaza ha tenido muy buenos presidentes: mi referencia principal es Manuel Rodríguez Moyano.
—Qué le diría a un defensor de los animales que esté en contra de los toros.
—Que se acerque a nosotros, que hable con nosotros, y que deje que le enseñemos las tripas de lo que ocurre en una corrida. Las sociedades van cambiando, como las sensibilidades. Mire: mi familia y yo tuvimos hace unos meses a un niño de África acogido en nuestra casa para que lo operaran de corazón, y el chico veía a las palomas en la calle Cruz Conde y si las quería comer, algo que no haría nunca un niño de Córdoba, y entonces me acordé de que en el cine Séneca del Campo de la Verdad en los años sesenta, antes de las películas de Tarzán de los domingos por la tarde, ponían el noticiario, y hablaron un día de los problemas que había en París justamente con las palomas por el mal que causaban con los excrementos en los monumentos, y alguien desde las filas de atrás del cine gritó que por qué no se las comían, porque en Córdoba, en esa época, quizás a las palomas se las comía la gente, cosa que ahora nos parece inimaginable. Quiero decir con esto que las sensibilidades cambian. Como pasa con los toros. Y otra cosa: para el mundo del toro, la falta de emoción, de bravura, de integridad y la desunión son incidencias internas que pueden hacer más daño que cualquier adversario.
—Usted es veterinario. ¿Cuánto sufre un toro?
—No está claro que sufra. Sufrir no sufre ningún animal. A mi madre se le murieron dos niños con unos treinta meses, y se quedó sin ninguno, aunque luego nacimos cinco más. Eso sí es sufrir, que es una categoría humana. Otra cosa es que el toro pueda sentir dolor, hecho que no sé si ocurre. En caliente no da tiempo a que le duelan las heridas. Un toro bravo es dominante, como se ve cuando va al caballo, al que se acerca porque lo quiere echar de allí, quitarlo de su territorio.
—Usted conoce bien Los Pedroches, donde la preocupación por la sequía es alarmante desde hace meses.
—Es un tema recurrente, aunque es verdad que estamos viviendo una de las peores que yo he visto nunca. Los agricultores se han gastado dinero muchas veces en llevar agua a sus tierras, y lo mismo los ganaderos a sus granjas. La situación no se soluciona con medidas puntuales. Ahora están trabajando en un trasvase de agua de un pantano a otro. El ganadero de Los Pedroches es un ser excepcional: en el Puerto Calatraveño hay una estatua de Aurelio Teno que yo no entendía qué era, y él, Aurelio, me dijo un día que eran partes de animales y también de un hombre que sale de la tierra y que triunfa, y estoy de acuerdo. En la comarca hay personas de mucha valía: en el Ifapa [Instituto de Investigación, Formación Graria y Pesquera] de Hinojosa hay una ingeniera agrónoma que tiene mucha sensibilidad hacia la dehesa: es María Dolores Carbonero, y se ha preocupado mucho sobre la seca de la encina, que ha hecho ya mucho daño en Huelva y que en Córdoba no podemos descuidar por la carga ganadera.
—El hombre de Los Pedroches sale de la tierra y triunfa. Y un buen día funda Covap.
—La cooperativa no es nada sin los hombres que la forman. Covap es el motor y el dinamizador de toda la comarca. Y no es fácil mantenerse como lo han hecho: en la capital tuvimos Colecor, con casi quince mil vacas de leche en el cinturón de la ciudad, pero desapareció. En Pozoblanco tienen un matadero que no sabemos cuántos como ése hay en Europa.