Jesús Cabrera - El Molino de los Ciegos
El «volunto» de Icomos
La entidad actúa con raseros de lo más diverso y la suele liar parda
El Icomos es un ente que se caracteriza por liarla parda cada vez que asoma la patita. Y no es porque sus dictámenes sean un dechado de rigor y de erudición, como se le supone a un órgano consultivo no vinculante de la Unesco, sino porque tiene una especial debilidad por la polémica allá donde pone el ojo, ya que su característica principal está tanto en guardar silencio y ponerse de canto en aquellos asuntos sobre los que no le conviene pronunciarse como arremeter contra lo que se le pone entre ceja y ceja con los argumentos más peregrinos.
El Icomos actúa a golpe de «volunto» con raseros de lo más diverso. Esta organización no gubernamental carece de algo tan elemental para garantizar la seriedad de sus actuaciones como un protocolo a seguir que dé solvencia y credibilidad a todos sus dictámenes y que se active de oficio y no a petición interesada de parte. Cuando alguien aporrea con insistencia el timbre del Icomos lo primero que hacen es desplegar el catálogo de raseros para decidir cuál aplican. No hay más que ver las polémicas en las que se han visto inmersos en los últimos años en toda España para comprobar que esta familia ha actuado cada vez de una manera diferente, y como ejemplo está el del proyecto Atrio en la Alhambra.
Aquí, en cambio, lo único que ha hecho el Icomos ha sido el escopetazo de los 13 folios y, lo que es más grave, no mostrar el más mínimo interés en conocer el proyecto, en hablar con los autores y visitar la zona presuntamente afectada. (Por cierto: es curioso que el cogobierno municipal haya tardado seis días en leerse los 13 folios y que sólo IU haya dado su opinión previsible, por supuesto). Si Bernal no puede venir a Córdoba o le da pereza leerse el proyecto, que entre en Google, que es más baratito, y vea los centenares de fotos que hay de las procesiones haciendo estación de penitencia en la Mezquita-Catedral. Ahí no hay truco posible, porque en esa cantidad ingente de imágenes no va a encontrar más que las filas desnudas y bien formadas de los nazarenos en la impresionante soledad del templo. No hay bullas, ni agresiones, ni nada que pueda suponer riesgo alguno para el templo. Nada de nada. En ese momento, la presidenta de Icomos España descubriría que quien sea le ha facilitado una información tan tendenciosa como manipulada.
Si se hubiese hecho así, la Consejería de Cultura no habría sufrido esa disentería repentina por mandar el informe a la Unesco y a la vez tirar por los suelos el prestigio de sus técnicos, que con todo rigor ya habían avalado el proyecto. Y lo peor de todo es que encubre esta maniobra con que su interés es el de proteger el monumento. Como si fuéramos tontos.
Los 13 folios del Icomos tendrían credibilidad si se hubieran redactado después de conocer el trabajo de Gabriel Ruiz Cabrero, Gabriel Rebollo y Sebastián Herrero, los arquitectos que día a día -y esto no es una exageración- miman al monumento con un celo que cuenta con diversos reconocimientos. La pulcritud de estos tres técnicos junto con la decidida voluntad del Cabildo de no escatimar medios en la conservación del templo hizo que la Unesco elevara la Mezquita-Catedral a la categoría de Bien de Valor Universal Excepcional, algo que algunos no han digerido aún, y por eso tienen el gesto agriado. Además, este reconocimiento llegó en junio de 2014, cuando la interesada polémica ya estaba en marcha y pretendían desacreditar la gestión del monumento con una cadena de «voluntos». Este reconocimiento de la Unesco unido al creciente número de visitante es la mejor prueba de que todo se está haciendo de forma correcta.
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