Día Mundial de la Mujer
Voces de mujer de Córdoba, ante el 8-M: «No quiero privilegios. Lo conseguido ha sido con mi esfuerzo»
ABC recoge el testimonio de una novillera, una árbitra, una hermana mayor y una trabajadora de una oenegé
ABC recoge en este reportaje el testimonio de cuatro mujeres de Córdoba , con motivo del 8M. La novillera Rocío Romero, la trabajadora de Adevida Emma Alvandor, la hermana mayor del Amor, Rocío Arranz, y la árbitra María José Villegas reflexionan sobre el papel de la mujer en los campos en que se desenvuelven .
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Rocío Romero (novillera)
A Rocío Romero (Córdoba, 1998) la afición por el toreo le viene de herencia familiar. Las tardes de toros en televisión y las visitas a los Califas tuvieron mucho que ver en que, de pequeña, a la edad en la que muchas niñas sueñan con ser veterinarias o maestras, ella decidiera que quería ser torera.
Y aunque trató de quitarse esa idea de la cabeza -la ausencia de referentes femeninos, dice, le hacía pensar que no era un mundo para ella-, la ilusión siguió latiendo en su interior durante su adolescencia. Tenía 13 años cuando se puso por primera vez delante de una becerrita en el pueblo de sus abuelos. Saltó de espontánea al albero y allí, frente al animal, todo cobró sentido. «Ahí vi la puerta de entrada. Dejé la gimnasia rítmica por el toreo», cuenta la novillera, que hace un año debutó con picadores en Madrid y desde hace tiempo es uno de los grandes nombres que aporta Córdoba al mundo de la tauromaquia .
Un mundo que, reconoce, está tradicionalmente asociado a los hombres y en el que admite que ha tenido que demostrar más para ser reconocida no tanto por los profesionales, que la tratan «como a una igual», sino por los aficionados. « Cuando empiezas no se te toma en serio . Te ven como una niña que está jugando», afirma, para a continuación contar que, aún hoy, cuando alguien que no la conoce la ve entrenar, le preguntan con cierta condescendencia si torea vaquillas.
Rocío Romero huye de ese tipo de paternalismos , dentro y fuera del ruedo. Para ella, el toreo no entiende de géneros sino de pasión y de trabajo duro. « No quiero privilegios . Eso sería transmitir una imagen de inferioridad» con la que no se siente representada. Afirma que «todo lo que he conseguido ha sido con mi esfuerzo» , y por eso, cuando su nombre no aparece en un cartel, no lo achaca a su condición de mujer sino a que «no me lo he ganado y tengo que trabajar más. Somos muchos, y tu sitio te lo tienes que ganar».
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E. Alvandor (trabajadora de Adevida)
Hace 20 años que Emma Alvandor forma parte del equipo de Adevida , una organización que se creó por mujeres y para mujeres, porque detectaron que «en un entorno de necesidad, la mujer siempre es la más vulnerable». Lo dice esta trabajadora que vivió con su madre la creación de esta asociación en los ochenta.
«Eran tiempos distintos, en que había mujeres que decían en su casas que estaban encinta y las echaban . Por entonces unas mujeres se ofrecieron para ser sus acompañantes y de ahí se fundó Adevida. Iban juntas al médico, las acompañabain incluso a dar a luz y hasta las acogían en sus hogares si era necesario. Hoy, aunque la situación económica sea complicada, no se quedan sin techo, sino sin cariño o recursos, pero sigue existiendo el aislamiento de la mujer por la maternidad», comenta la trabajadora a la luz de los casos que acuden a la asociación.
«Generalmente provinenen de trabajos de economía sumergida , que no les da derecho a prestación ni baja por maternidad , incluso hay casos en que les abandonan sus parejas y no cuentan con apoyo familiar, lo que las deja en auténtico riesgo de pobreza». Por eso Adevida ha evolucionado hasta prestar asistencia social .
Alvandor se encarga de conocer la situación de cada mujer gestante o madre para valorar la necesidad. Les dan semanalmente alimentos , ropa si la necesitan, material de puericultura y sobre todo tiempo para escucharlas y algunos consejos. « Algunas sólo necesitan llorar y otras piden aclarar el rumbo de su vida», apunta como trabajadora social de Adevida. Esta labor de acompañamiento la realizan sobre todo mujeres porque conectan «de forma especial» con las usuarias, aunque reconocen que cada vez cuentan con más hombres que colaboran y que se entregan con la misma sensibilidad a su misión. «Formamos una familia para ellas».
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R. Arranz (hermana mayor del Amor)
Antes que ella, otras abrieron el camino . A principios de los 90 , Meli Lopera se convertía en la primera mujer que ostentaba el liderazgo de una hermandad cordobesa , en concreto la del Socorro . Después llegaron muchas otras a las que Rocío Arranz agradece haber encontrado muchas puertas abiertas y pocos obstáculos en el sendero.
La hermana mayor del Amor explica que el papel de la mujer ha evolucionado dentro de las cofradías como lo ha hecho en el resto de la sociedad, de forma natural pero también gracias a las valientes que dieron el primer paso en un mundo que, dice, tiene de machista lo mismo que otros. «Ya hace tiempo que no nos asusta ver a una mujer costalera», explica, para ejemplificar cómo ha evolucionado el papel de la mujer en el mundo cofrade.
Otra prueba de ello es que la Semana Santa de 2019 será la primera en la que una mujer se pondrá frente al paso de una cofradía, en concreto Gema Fernández Camino, que acompañará al capataz titular de la hermandad de Santísimo Cristo de la Piedad y María Santísima de Vida, Dulzura y Esperanza Nuestra. Tres mujeres han sido pregoneras de la Semana Santa de Córdoba desde 2004 .
Una mujer ejerce además el cargo de vicepresidenta de la Agrupación de Hermandades y Cofradías , que nunca ha sido presidida en femenino. Y es que en el capítulo concreto de los cargos de representatividad , dice Arranz, la balanza aún se inclina hacia la presencia masculina aunque es cuestión de tiempo que se equilibre.
De fondo hay una cuestión cultural que no afecta de forma exclusiva a las mujeres de las cofradías, y es el papel que desempeñan en los hogares. Arranz dice que aunque las cosas han cambiado y hay muchos hombres que asumen las cargas de cuidados de forma simétrica a las mujeres, aún predominan ellas a la hora de dirigir la casa , la familia, los niños. Y eso, explica, obliga a hacer malabares con las horas del día para atender de igual forma a las responsabilidades domésticas y a las reuniones y actos de la hermandad . A ella, particularmente, no le pesa. «Es cuestión de organizarse», zanja ella.
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María José Villegas (árbitra)
Para ser árbitro hay que estar hecho de una pasta especial . Hace falta fortaleza, coraje y confianza en uno mismo. No todo el mundo está capacitado para aguantar lo que aguanta el que, a pie de campo, escucha los «piropos» con los que le riegan desde la grada en cada partido. Y si además el árbitro resulta ser una mujer , es frecuente que salga a relucir ese poso machista que aún impera en la sociedad . Sin embargo, ese tipo de episodios nunca han afectado a María José Villegas (Córdoba, 1990), árbitro de Primera División , que es consciente de que su carácter fuerte tiene mucho que ver en la capacidad que ha tenido para abrirse paso en un mundo que ha estado tradicionalmente asociado a los hombres.
Por desgracia, afirma, es algo que no entiende de generaciones. « He llegado a un campo de fútbol para arbitrar un partido de prebenjamines y los niños han sido los primeros que se han sorprendido o molestado al ver que era una chica», cuenta.
Esta es, sin embargo, una realidad totalmente distinta es la que vive con sus compañeros, de los que siempre ha recibido un importante respaldo. Desde que empezó, ha sido consciente de que la inferioridad de la mujer en este ámbito era única y estrictamente numérica , y nunca le pareció un impedimento.
«Las mujeres éramos minoría cuando estudiaba deporte y cuando empecé a arbitrar. Éramos solo tres niñas», recuerda. La situación está cambiando, y en la actualidad celebra que haya «muchas más niñas en toda Andalucía» que están empezando a caminar por esta senda. «Por muy diferentes que seamos físicamente, hombres y mujeres somos igualmente capaces de decidir sobre jugadas . Yo veo la misma roja y el mismo fuera de juego que un árbitro hombre», explica. Es lo que intenta transmitir a las chicas a las que les gusta el fútbol. Que lo jueguen, lo disfruten y lo arbitren si ese es su deseo.