Vivienda
Vecinos del Santuario en Córdoba: «Los ascensores son un alivio para personas que vivían atrapadas en casa»
El barrio acoge con satisfacción las ayudas de las Junta para instalar elevadores y renovar las cubiertas en 64 edificios
«Es un alegrón », «es como si nos hubiera tocado la lotería » y «es un alivio después de tantos años de espera». Son algunas de las frases lapidarias con las que los vecinos de la Fuensanta-Santuario vivían ayer la ‘resaca’, plenos de felicidad, del anuncio un día antes de la Consejería de Fomento, Infraestructuras y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía , gobernada por el Partido Popular y Ciudadanos, de que invertirá cuatro millones de euros en el barrio , uno de los más deteriorados de la capital, para la instalación de ascensores y la reparación de las cubiertas de los edificios . Una intervención que también contará con el apoyo y financiación del Ayuntamiento de Córdoba.
Sin lugar a ninguna duda era la noticia más esperada durante muchos años, incluso décadas en algunos casos, en el barrio de La Fuensanta-Santuario , una zona de Córdoba con viviendas construidas hace más de 50 años que clamaban durante lustros por una notable mejoría de sus viviendas para hacerlas más accesibles y adaptarlas a las necesidades actuales.
«Después de más de 15 años esperando esto es una alegría», comenta a ABC Córdoba Tomás Moreno , un vecino de la calle San Martín de Porres que descansa en un banco junto a su perro. «Ya hemos presentado los papeles en tres ocasiones en los últimos años», detalla con cierto agotamiento por la burocracia administrativa, aunque ahora confía en que «sea la definitiva». Así será. La Junta ha incluido al Santuario , tras la solicitud del Ayuntamiento de Córdoba, en el programa de Áreas de Regeneración y Renovación Urbana (ARRU) , que trata de mejorar las condiciones habitacionales de más de tres mil viviendas en Andalucía. Un millar están ubicadas en Córdoba, en el Santuario.
Problema humanitario
El problema de la ausencia de ascensores en este barrio va más allá de la mera comodidad mecánica. Es una cuestión humanitaria. Este barrio de Córdoba tiene una elevada media de edad entre sus habitantes. Además, hay situaciones dramáticas para muchos vecinos con graves problemas de movilidad. Sus pisos se han convertido «en cárceles» para muchos de ellos ante la imposibilidad de moverse. Mari tiene un hijo con esclerosis múltiple y vive en una segunda planta. «Aquí todos los vecinos saben la problemática que hay en mi casa», resume la señora.
La conoce a la perfección su vecino José Luis Llergo , quien añade que «aquí hay personas, como este vecino, que están literalmente atrapados en sus casas». Sin ascensores que les permitan salir a la calle, su vida se resume entre cuatro paredes. Su instalación les abrirá una nueva vida en la calle. Llergo comparte tertulia con un amigo del barrio de Santa Rosa. «Han tenido suerte», relata este joven, «y me alegro mucho por ellos» porque aquí «las escaleras son enormes y permiten que se puedan instalar ascensores», pero recuerda que es peor en la zona donde él vive: «Allí no hay espacio para hacerlos, sólo nos proyectan un montacargas de un metro cuadrado que es incluso pequeño para una personas de ciertas dimensiones».
Cristóbal González reposa sentado en la plaza junto a la popular piscina del Santuario y de su bullicioso centro cívico. Reconoce que «soy uno de los privilegiados que ya tengo ascensor desde hace años en mi bloque», pero admite que la instalación en el resto «es una necesidad, porque aquí hay muchas personas mayores que no pueden salir a la calle sin ellos». De hecho, explica que en su caso «la Junta subvencionó el 75 por ciento de la obra», como hará también ahora, pero «el otro 25 por ciento lo pagamos los propietarios», por lo que concluye que «me parece muy bien que ahora el Ayuntamiento se haga cargo con subvenciones de esa otra parte».
Llergo es también presidente de uno de los bloques que todavía esperan la llegada de los ascensores, que ahora parece inminente. «Hemos tenido suerte después de tantos años de espera», relata. «Yo tengo 46 años», por lo que concluye que «mis padres puede llevar aquí más de 48 ó 50 años».
Kety y Manuela Rodríguez son dos compañeras que pasean por el bulevar central del barrio cuando admiten que «esto es un alivio después de tantos años de espera, ya que es como si nos hubiera tocado la lotería». Manuela puntualiza que «llegamos aquí con 30 años, pero ya han pasado muchos más de otros 30 años y es muy necesario». Esta vecina del Santuario relata a ABCque «todo lo que llegue para mejorar el barrio es bienvenido», a lo que su amiga Kety añade que «en mi opinión el Ayuntamiento de Córdoba ahora está haciendo todo lo que puede y muy bien con nosotros», en referencia a la atención que está recibiendo el barrio para dar un salto cualitativo a su calidad de vida.
Tomás Moreno , al principio de todo, ya apuntó que «es muy necesario porque hay gente que no puede salir de sus casas», y explica el caso «de una vecina que tiene unos huesos de cristal a la que su madre tenía que coger en brazos para bajarla a la calle, pero ya ella tampoco puede». A partir de ahora, ven la luz al final del túnel.
Los bajos, algunas quejas
Pero nunca llueve a gusto de todos. Los propietarios de los bajos no están de acuerdo en muchos casos con estas obras porque creen que «nos obligan a pagar lo mismo que el cuarto, cuando aquí no hay azoteas accesibles y yo no voy a utilizar nunca el ascensor, mientras ellos lo utilizarán a diario», apunta Daniel Montoro .
También lo vea así María González , otra vecina de un bajo, porque «entiendo la situación de muchas personas y que se instalen los ascensores, pero no veo lógico que tenga que pagar como las viviendas altas». Y explican que «en su día los bajos nos costaron más dinero que las últimas plantas y ahora tendremos que pagar igual por algo que no usaremos».
Con todo, el sentir mayoritario de enorme satisfacción por las ayudas de cuatro millones de euros de la Junta para instalar ascensores y cubiertas de los edificios, porque, como explica Llergo, servirá «para mejorar la calidad de vida de muchas personas».
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