Seguridad
Violencia machista en Córdoba | El infierno en casa: «Me amarró a la cama dos semanas»
Los desgarradores casos en los que participan los agentes especializados
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No quería que saliera a la calle, que nadie la rozara, que nadie hablara con ella. Porque pensaba que era suya, solo suya, una persona o más bien un objeto de su propiedad exclusiva y perniciosa, dañina, enfermiza. Por eso la tenía en el piso como una reclusa en régimen de cadena perpetua. «Me ha tenido atada a la cama dos semanas. Estoy aterrorizada ». Eso fue lo que le dijo una joven de Córdoba y sin hijos a la agente María del Carmen Flores, componente de la Unidad de la Mujer de la Policía Local cuando se sentó en su despacho para poner la denuncia contra su agresor.
María del Carmen ha endurecido su piel a base de escuchar las malas experiencias de las víctimas de la violencia de género durante años pero el corazón se le encoge cada vez que se sienta delante de ellas. «Hay cosas a las que nunca te acostumbras. Las situaciones son a veces muy duras, muy crudas», confiesa. «Esta chica, a la que la que su pareja la amarraba en su dormitorio, va haciendo poco a poco una vida normalizada. Pero sigue necesitando ayuda: nosotros le hacemos un seguimiento continuado y estamos pendientes de que se cumpla la orden de protección que tiene», indica la policía del cuerpo de seguridad del Ayuntamiento de Córdoba, que subraya que el problema y el sufrimiento se recrudecen siempre que hay hijos por medio. «Ellos también son víctimas de alguna manera», puntualiza.
«Mi función es servir de base de la unidad, así que organizo la labor de los patrulleros que están en la calle, les preparo los papeles y les resuelvo desde la oficina lo que necesiten; además, yo tengo a mis víctimas asignadas, de las que siempre estoy pendiente, en mi caso son veintidós», suscribe. «Hablo con ellas todos los días y agradecen mucho nuestra labor. Nos dicen: ‘Sabemos que estáis ahí y nos hacéis sentir seguras, nos ayudáis y nos protegéis ’», indica Flores en su puesto de trabajo situado en la Jefatura de la Policía Local de Córdoba, en la avenida de los Custodios.
Entre los episodios más violentos que ella ha vivido en su ya larga andadura de en la Unidad se encuentra el que padeció una vecina de un barrio céntrico de la ciudad. El infierno está a veces a la vuelta de la esquina . «Llegó aquí una mañana, destrozada, en bata, ensangrentada. Se sentó en esta silla que ve y nos dijo que su pareja le había atacado con un cuchillo de la casa, tenía varias puñaladas encima», recuerda. Hay otro que la agente resume con un punto de esperanza, como queriendo creer que las cosas, o las personas, pueden tener enmienda: «Solo me ha pasado una vez en todos estos años, pero me ocurrió: vino una mañana un hombre a la Jefatura, el agresor de una chica, para pedirnos ayuda. Que si le podíamos ayudar a dejar de ser un maltratador, darle una charla o mandarlo a un psicólogo. Eso quería».
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