REPORTAJE
La vida después del presidio en Córdoba
Una exinterna ha rehecho su vida tras su paso por prisión con ayuda del programaReincorpora de laObra Social LaCaixa, desarrollado por CICBatá. Ya no quiere mirar atrás
La protagonista de este reportaje no olvida su pasado, pero se resiste a mirar constantemente atrás. «Todos podemos cometer un error», dice con firmeza, pero sin ocultar su timidez. Ella lo cometió, y pagó por ello con la privación de libertad. No fue fácil. Se dejaba fuera a cinco hijos en situación de desamparo. Para colmo de males, pocos meses antes de que ingresara en prisión murió su marido, que también iba a cumplir su misma condena. Pasó lo peor del luto, lamenta, sola entre cuatro paredes, sin poder abrazar a su familia. Cuando iban a visitarla, ella ponía su mejor cara y les pedía que no lloraran. La procesión iba por dentro. «¿A quién le iba a contar mis desgracias, si allí todo el mundo tiene?», cuenta ahora, un lustro después, orgullosa de su nueva vida y mirando con perspectiva todo lo que le sucedió en el pasado. « Mi historia da para escribir una novela», bromea. No quiere estancarse en el remordimiento eterno ni en la pena. Por aquel entonces era otra persona, tenía una familia de la que cuidar y ningún recurso económico. «Yo solo quería que a los míos no les faltara de nada. Y ahora quiero lo mismo, pero ganándome el pan dignamente», dice con una sonrisa. Y ni hablar de volver atrás.
«Yo solo quería que a los míos no les faltara de nada. Ahora quiero eso mismo»
El tiempo que pasó en la cárcel se convirtió en una oportunidad para cambiar y aprender, que es, a fin de cuentas, la función real de las cárceles. Yen el proceso que la ha conducido hasta aquí ha tenido un papel esencial e l programa Reincorpora de la Obra Social La Caixa, desarrollado en Córdoba por la organización CIC Batá. A través del trabajo con internos en la prisión y el Centro de Inserción Social (CIS), las entidades que desarrollan este programa logran que los presos encuentren su encaje en la sociedad en un entorno estructurado. Y aunque las entidades como CIC Batá no son agencias de colocación, la casualidad quiso que la protagonista de este reportaje terminase trabajando como limpiadora en la asociación que la ayudó. «Entró para cubrir una baja y se ha quedado», explica una técnico del programa, Charo Rodríguez, que recuerda con cariño el día en que la mujer les dio la noticia de que había firmado su libertad absoluta. Allí, dicen, todo el mundo la quiere porque, a pesar de tener una vida difícil, contagia con su fuerza y alegría a todo el que se le acerca.
Ya lleva dos años trabajando en CIC Batá y sabe que haber acabado allí no fue una dádiva ni una limosna. La contrataron porque confiaban en ella y sabían de su capacidad de trabajo. «Ya en la prisión y en el CIS trabajé mucho», cuenta ella, «porque soy activa y responsable, y trabajar hacía que los días se me hicieran más cortos». Su vida actual no se parece en nada a la que tenía antes de entrar a prisión, y se siente muy agradecida a quienes le han ayudado a abrirse puertas y demostrar su valía. «Todos podemos cometer un error», repite. A veces, con un error basta para dar el giro de timón que te lleve a buen puerto.
La función de Reincorpora es darles herramientas a las personas para que ellos se resuelvan la vida
Pero el proceso no es igual de exitoso para todos ellos, y en esto tiene mucho que ver el tiempo que los presos hayan pasado recluidos. En este caso, no fue más de un año. Aunque fue condenada a cinco, el resto del tiempo disfrutó de una semilibertad que le permitía mantener el contacto con el exterior. De hecho, explica Charo Rodríguez, la capacidad para enfrentarse al mundo laboral —y por tanto, integrarse en la sociedad— de una persona que sale de prisión está exactamente igual de mermada que la de alguien que ha pasado muchos años en desempleo por otros motivos, pero sin el mismo estigma social.
La técnico explica que la función del programa Reincorpora no es resolverles la vida a estas personas, sino darles las herramientas para que ellos mismos se la resuelvan. A través de cursos intensivos y otras actividades formativas les enseñan un oficio, y consiguen prácticas en empresas para que el interno (o ex interno) pueda tener una primera oportunidad laboral tras un paso por prisión que, pese a ser un episodio puntual en la vida de algunas personas, produce un importante desarraigo. Así, forman a camareros, ayudantes de cocina, pintores, monitores deportivos, electricistas, jardineros... y les ayudan con un seguimiento personalizado en la búsqueda de empleo, enseñándoles desde hacer un currículum hasta las nociones básicas que han de saber ante una entrevista de trabajo.