Cultura

Vicente Núñez, la vigencia de la voz de un clásico inconfundible

Un estudio analiza la obra del poeta de Aguilar, fallecido en 2002, cuando se cumplen 40 años de «Poemas ancestrales»

Vicente Núñez, en Aguilar de la Frontera en 2001 José María Alcaide

Félix Ruiz Cardador

Cuarenta años se han cumplido este 2020 de la llegada a las librerías de « Poemas ancestrales, el poemario » con el que el raro y genial Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, 1926-2002) regresaba al panorama literario tras décadas de silencio. Un fenómeno, el de dejar de publicar e incluso de escribir, que también protagonizaron otros íntimos suyos como Pablo García Baena .

Aquel libro vino acompañado tres años después de la aparición de su obra más célebre, « Ocaso en Poley », que le valdría el Premio Nacional de la Crítica y la fama en toda España con fervientes admiradoras como Carmen Romero , esposa entonces del presidente Felipe González . Sin salir de Aguilar, y de su refugio en el Bar El Tuta de la Plaza Ochavada, donde la vida avanzaba cadenciosa entre poemas, cigarrillos y vinos, Núñez logró convertirse en un poeta de culto , un tipo fascinante por su sensibilidad única, por su carisma y por su sentido del humor.

Vicente Núñez, en un recital en sus primeros años ABC

Aunque integrante en su juventud malagueña del grupo Caracola, su nombre ha quedado ligado al grupo cordobés Cántico , del que no forma parte en puridad pero con el que guarda no pocos elementos comunes.

Su muerte, tras una enfermedad que lo debilitó de forma rápida, acaeció en 2002, cuando tenía poco más de 70 años. Desde entonces, frecuentes han sido las publicaciones parciales que se han realizado sobre su obra, muchas de ellas impulsadas por su Fundación, aunque quizá nunca se había realizado un trabajo tan exhaustivo como el que ahora ha merecido el Premio de Investigación Poética Pablo García Baena que concede la Universidad de Córdoba .

Dicho estudio, inspirado en la tesis doctoral «El universo literario de Vicente Núñez», lo ha escrito la doctora Beatriz Martínez Serrano , que realiza un minucioso recorrido por todos sus libros y por los elementos que son recurrentes y que vertebran su obra creadora. También se abordan en este trabajo su temática y su estilo , en los que, como explica Martínez Serrano, se funde lo quevediano, marcado en su obsesión por e l paso del tiempo , con lo gongorino, que aparece en su sintaxis latinizante y en su utilización de los cultismos.

Vicente Núñez, con miembros del grupo Cántico ABC

La investigadora, en conversación con ABC, reconoce que «Poemas ancestrales» es un libro que marca «un antes y un después en la carrera literaria de Núñez» y señala que en él puede vislumbrarse la madurez poética del escritor . Según la especialista, «fue un digno preámbulo de ‘Ocaso en Poley’, libro que le permitió brillar con luz propia en el panorama de la literatura nacional de aquellos momentos».

¿Pero por qué dejó de escribir Núñez desde finales de los 50 hasta 1980? Pues, según explica Martínez Serrano, por un hecho biográfico que le impactó hondamente, la muerte de su madre . «Llegó a reconocer que su vida estaba descuartizada, que iba a la deriva, y por ese motivo huyó de la poesía, porque para Vicente el mundo era tener madre y, sin esta, el suyo carecía ya de sentido, de ahí el exilio interior del poeta después del fallecimiento de la misma», explica.

La vida y la poesía

El escritor había nacido en Aguilar en 1926 y se formó en Cabra y Lucena antes de mudarse a Málaga para estudiar con los Jesuitas, en el barrio de El Palo. Realizó estudios universitarios en Granada y Sevilla, que no completó, y desde 1953 a 1957 volvió a residir en Málaga, donde formó parte del grupo Caracola , y luego en Madrid, donde entabló amistad con los miembros del grupo Ágora y donde contaba con el apoyo de la escritora cordobesa Concha Lagos .

Vicente Núñez y Antonio Gala, en la Plaza Ochavada de Aguilar de la Frontera ABC

Sus poemas comenzaron a aparecer en esos años, en los que publicó sus dos primeros libros: «Elegía a un amigo muerto», de 1954, y «Los días terrestres», de 1957. Fue en esa época cuando entabló amistad con los escritores del grupo Cántico , a cuyos miembros conoció en el tercer Congreso Internacional de Poesía de Santiago Compostela y con los que empezó a colaborar en su hoy mítica revista poética.

Martínez Serrano explica que, pese a esas relaciones, fue un escritor « radicalmente independiente », que hizo «su propio camino». Núñez regresó a Aguilar de forma definitiva en 1960 y ya nunca abandonó su pueblo, pues decía que lejos de allí se extrañaba y extraviaba. Sus rutinas, como explica la investigadora, ni siquiera cambiaron tras «Ocaso en Poley».

Martínez Serrano caracteriza al poeta como un ávido lector , que mantenía con la poesía, a la que describió como la ramera en un célebre poema, una relación ambivalente, «de amor y odio». Era, sin embargo, «una persona que atesoraba una vasta erudición , que hace que en su poesía se aprecien las huellas del Clasicismo, el Barroco, el Romanticismo, el Simbolismo, el Modernismo y las vanguardias», según la autora.

Vicente Núñez y Ginés Liébana, en Aguilar de la Frontera ABC

Entre sus influencias estaban Epicuro , Catulo, Horacio, Ovidio, Garcilaso de la Vega , San Juan de la Cruz , Luis de Góngora, Quevedo, Bécquer , Unamuno, Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Aleixandre, Cernuda, Hernández, García Baena, Darío, Neruda, Baudelaire, Mallarmé, Verlaine, Valéry, Rimbaud, Eliot, Hölderlin, Rilke y Leopardi, lo que da cuenta de sus amplios intereses, que mezclaba con una fina sensibilidad para lo popular y para el léxico agrario de la campiña cordobesa. Según Martínez Serrano, a Cántico lo une «la búsqueda de la belleza a través de la palabra, la admiración hacia los poetas del Siglo de Oro, el empleo de un léxico preciso , la adjetivación abundante y sugerente, la sensorialidad o el deseo de inmortalizar espacios de la provincia».

En cuanto a los temas de su poesía, la especialista señala que el universo poético de Vicente Núñez gira en torno al amor, la vida, la muerte y la propia poesía. «La presencia de la persona amada colma de felicidad al sujeto lírico, mientras que su ausencia lo sumerge en un estado de tristeza, melancolía y desolación», explica Martínez Serrano.

Vicente Núñez, en una imagen de su juventud ABC

Con respecto a sus experiencias vitales, cobran especial protagonismo las etapas de la infancia y la juventud , paraísos perdidos asociados a recuerdos felices, a los que desea regresar mediante la memoria. «Recuerdos vinculados a su niñez en Aguilar al lado de su familia y amigos, a su paso por colegios e internados de Cabra, Lucena y Málaga, a su época universitaria en Granada, a sus milicias en Ronda y a su estancia en Málaga, quedarán plasmados en sus poemas a modo de fotografías de un álbum familiar», según la investigadora.

La muerte, lejos de ser temida, «se concibe como algo deseado, pues se vincula tanto a la liberación del sufrimiento , de las penas y del amor no correspondido, como a la paz y al descanso eterno». Por último, la poesía, que le da la vida y se la quita, «se identifica con la muerte en vida, con el fracaso, con la esclavitud, con la falsedad y con la mentira ».

Vicente Núñez, Carmen Calvo (entonces consejera de Cultura) y Pablo García Baena, en 2000 en Córdoba Ruiz de Almodóvar

Todos estos rasgos, que se unen en un estilo que fue evolucionando hacia una mayor complejidad con los años, hacen de Vicente Núñez «un poeta de culto y un clásico de nuestra literatura, una de las personalidades más atractivas e interesantes de las letras andaluzas y españolas», según explica la profesora, que sostiene que «la calidad literaria de su obra es indiscutible» y que subraya «su carismática personalidad, esa capacidad que tenía para, sin proponérselo, convertirse en el centro de atención allá donde estuviese».

Su leyenda sigue viva de hecho, más de tres lustros después de su muerte, con un anecdotario inacabable y unida ya por siempre a la poesía, a esa «vieja ramera» repleta de cosmética y afeites, según su visión personalísima, pero que ha permitido que su nombre quede grabado en la posteridad.

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