FIESTAS

La Velá de la Fuensanta de Córdoba: Un día entre campanitas y salmorejo

La fiesta se prepara para un intenso fin de semana con las primeras actividades del programa

Público en la Velá de la Fuensanta en la jornada de ayer ÁLVARO CARMONA

RAFAEL VERDÚ

A ritmo de sevillanas y rumbas, la Velá de la Fuensanta se apresta a vivir sus días grandes con la llegada del fin de semana, en los que se espera la presencia de cientos de cordobeses. Sobre todo por la noche, cuando el calor del «veranillo del membrillo» da un respiro.

Ayer ya se celebró en la plaza del Pocito la tradicional «salmorejá» , una degustación de ese plato tan cordobés a base de pan, tomate y poco más. Un plato sencillo pero delicioso y que además, en la Velá se ofrece de forma totalmente gratuita , por cortesía de una cadena de restaurantes. Merece la pena darse un paseo por la Fuensanta sólo por eso. Los organizadores han preparado 40 litros de salmorejo a disposición de los cordobeses que acudan a la fiesta, suficiente para unas 400 raciones . Y aunque ayer al mediodía apenas había público en la «salmorejá» -lógico por el calor-, «para el sábado esperamos mucha más gente», aseguraba uno de los camareros encargados de repartir el plato cordobés.

La Velá se inauguró en la noche del jueves , por lo que ayer vivió su primera jornada completa. Amenizaron la tarde el grupo Oro y Plata , con sevillanas muy cordobesas y alguna rumba, y la cantante cordobesa Isabel España , Premio Nacional de Copla y aspirante del concurso de Canal Sur «Gente con arte». La artista se mezcló con el público y no dudó en arrancarse por fandangos cuando hizo falta. Por la tarde, una vez finalizado el traslado de la Virgen la Fuensanta a la Catedral, actuaron el coro rociero El Arte de Nuestra Tierra y el grupo musical Corazones Rebeldes , ya con mucha más presencia de público en la Plaza del Pocito, donde se celebran todos los actos lúdicos.

Hay también espacio para los más pequeños, con varias atracciones en una pequeña Calle del Infierno. Y no faltan, cómo no, los puestos callejeros, en torno a media docena, que junto a la Plaza del Pocito ofrecen al público caimanes de porcelana o las populares campanitas de barro con el nombre de la persona deseada, con precios que rondan los tres euros. Este año, según una de las tenderas, «se está vendiendo muy poco, a ver si mejora el fin de semana. Tenemos que estar aquí de nueve de la mañana a una de la madrugada para sacar 50 euros».

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