Urbanismo
Veinte años de la reforma de la Corredera, la plaza grande de Córdoba
La operación generó un espacio urbano cualificado rápidamente aprovechado por la hostelería y el ocio
Historia de la Corredera, el foro de Córdoba
Vecinos, comerciantes, hosteleros... : «La Corredera de mantiene su carácter, pero necesita glamur»
Parece haberse olvidado ya que la Corredera (y su entorno) fue, hasta los noventa, un sitio al que pocos cordobeses bajaban por la noche si no era por vicio. Hasta que arrancaron las últimas obras de regeneración urbana, que cumplieron 20 años el pasado 19 de diciembre, había un mercado de abastos, un gran mercadillo , una zapatería, una librería de viejo, chamarileros y una tienda de tebeos en la Espartería. Y, por la noche, lumpen de verdad y los primeros aventureros que bajaban al Patri, el bar pionero.
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De toda aquella Corredera llena de personajes como la Paquera, poca cosa queda gracias a una operación urbanística que se firmó en 1985 (con Julio Anguita en la Alcaldía y José Rodríguez de la Borbolla en la presidencia de la Junta) y no se concluye hasta el 19 de diciembre de 2001. La palabra gentrificación no existía pero es exactamente lo que ocurrió. Ese acuerdo dio a luz a una Córdoba pasteurizada . Se calienta una ciudad por encima de los cien grados y se le mueren los bichos. Los que le dan el sabor.
El resultado de todo aquello fue dejar la plaza grande (el término Corredera cayó curiosamente en desuso durante siglos) como un espacio dedicado al ocio, a la hostelería. El gran velador del Centro de Córdoba que visitan anualmente miles de personas se ha dedicado de forma intensiva al sector terciario. Además, allí se celebran conciertos y grandes eventos. Políticamente, fue el gran feudo de IU y Anguita para sus mítines. Por allí han pasado grandes artistas, oradores medianos y algunos días de auténtico agobio como las primeras ediciones del Mercado Medieval antes de su traslado a la Ribera. Fue el lugar donde se recibió formalmente a una nueva moneda, el euro, cuando las Tendillas estaba en obras.
Incluso se pudo realizar un tímido intento , aún incompleto, por recuperar los usos residenciales que se ocultan tras la crujía exterior de la plaza. Por acabarse, se acabó hasta el mercadillo. IU consideró, en la etapa de Rosa Aguilar, que no pegaban los puestos de bragas voceadas con el glamour de la plaza renovada.
El proyecto atribuido popularmente al arquitecto Juan Cuenca permitió dar pasos atrás en los siglos pese al mobiliario de autor, las famosas farolas. Aquella iniciativa concluida hace veinte años permitió deshacerse del promontorio central que se creó tras la demolición en los cincuenta del Mercado Central de Abastos y su sustitución por el que funcionaba en los bajos de la Corredera. Permitió también una concepción peatonal del espacio conforme a los nuevos tiempos.
El proyecto de Juan Cuenca fue, en realidad, una suma de iniciativas . El artista de Equipo 57 diseñó la zona central de la plaza eliminando aquel promontorio central que tenía sentido cuando se bajaba a por la merluza antes de que hubiese ‘kebab’. Estableció una gran superficie plana, sin tráfico alrededor (sí, se conducía y se aparcaba en la Corredera) con apenas unos hitos: La recuperación del pilón, el cubo acristalado de acceso a las oficinas y las grandes farolas para evitar sembrar la plaza de luminarias. La Corredera antigua era oscura, muy oscura.
El proyecto de Cuenca fue la última de todas las iniciativas que capitanearon, entre otros, Paco García Delgado, entonces delegado de la Junta en Obras Públicas. María Dolores Catalán y Juan Jiménez Povedano fueron los autores del proyecto de restauración de la primera crujía , unas obras que arrancaron en 1993 y no acabaron hasta 1999. Permitió la vuelta del color a la Corredera: la almagra y el albero. Fueron polémicos en aquella época los intentos por que agarrase el estuco que tal como se colocaba, se caía. La Junta desarrolló también la primera promoción de VPO en esa zona, con 27 viviendas . Las últimas VPP creadas en el Centro.
Desde el Ayuntamiento, se cofinanció el proyecto actuando en el Mercado Sánchez Peña , con el centro cívico en la planta alta. Y se adquirieron y rehabilitaron las casas de Doña Jacinta, sede de la empresa municipal Procórdoba primero y posteriormente cedidas a la Universidad de Córdoba para el desarrollo de su proyecto cultural. Una rara avis en la Corredera en tiempos de monocultivo hostelero. Vimcorsa , en tiempos de Antonio Portillo, contribuyó también decisivamente para que en la plaza hubiese vecinos. Desde 1965 a 1980, la Corredera había perdido el 75% de su población. De 600 a 150. Eran los ochenta donde bajar al Arqueológico o a la zona de Lineros a ciertas horas de la noche era deporte de riesgo.
La Corredera tiene una protección monumental desde 1982 en lo que luego se llamó Bien de Interés Cultural. Tuvo plan especial de protección antes que el resto del Casco. Eso permitió adquirir la casa de la calle de La Paja (hoy, Padre Cosme Muñoz, cosas de Rosa Aguilar) donde hoy está la Delegación de Igualdad. Se recuperó la ermita del Socorro y la plaza previa. Pero tantos años después, el proyecto arquitectónico de la Corredera pactado en 1985 sigue incompleto.
Ninguna corporación ha tenido el arrojo de desarrollar un proyecto para el Pósito , un edificio histórico con enormes posibilidades por su alto coste de restauración. Hubo un intento hace años, con José Antonio Nieto, que pasaba por intentar el traslado del mercado Sánchez Peña al antiguo Cine Andalucía, convertir el edificio comercial en sede institucional municipal y apoyarse en Mercasa para crear una instalación comercial al estilo del Mercado Victoria. El asunto llegó a tener dos millones de euros de los presupuestos del Estado. Una serie de operaciones anticorrupción en la empresa estatal enviaron al proyecto a galeras.
También, los usos. Desde siempre, las asociaciones de vecinos han pedido contención a la hostelería que hoy lo monopoliza todo. Un proyecto municipal poco conocido llegó a proponer la adquisición pública de todos los locales comerciales para dirigir la oferta y no dejarla en manos del mercado. No salió adelante . El Consistorio optó por regular lo visible de forma que se estableció un tanto por ciento de ocupación de la plaza para los veladores y un tipo concreto de mobiliario urbano.
La realidad es que nunca se ha conseguido un equilibrio . Tampoco tuvieron éxito las demandas de los placeros de la zona que reclaban espacios de aparcamiento. Se llegó a reclamar públicamente un proyecto tan loco como crear un estacionamiento subterráneo bajo la Corredera. Dos mil años de historia, más o menos, lo impidieron.
El Ayuntamiento de Córdoba ha anunciado que se pone manos a la obra para realizar una restauración de la restauración. La plaza tiene ya no pocas achaques en forma de pérdida de materiales en los soportales, pintadas y cuestiones similares que afean la estética de un lugar acostumbrado históricamente a darle lustre a la mugre. Volverán los retirados faroles de los soportales, que se quitaron recientemente por un problema de seguridad.