AXERQUÍA NORTE

Vecinos y comerciantes no terminan de ver bien la nueva plaza de San Agustín

Consideran que tiene demasiados elementos modernos que le han hecho perder casticidad

La plaza de San Agustín fue tomada ayer por curiosos y participantes en el besapié en la iglesia Valerio Merino

J. M. C.

Es bonita y coqueta echándole un vistazo rápido y general, pero con una mirada algo más perspicaz empiezan a surgir las dudas. Y no se trata de una mera percepción personal, sino de la coincidencia de puntos de vista de vecinos y empresarios de la remodelada Plaza de San Agustín, a la que no terminan de ver por completo con buenos ojos, porque ha perdido casticidad .

«Hay demasiados elementos modernos que no casan con el entorno, como los parterres de madera, que por Internet tenían otro color, mientras que los sostenes de las enredaderas parecen el monumento a la alambrada de los emigrantes », señala Juan Francisco González, propietario del único establecimiento abierto que queda asomándose a la plaza, un bar. No obstante, el hostelero reconoce que la obra y el resultado « aportará prestigio al barrio » y ahora se requeriría «un nuevo empujón» arreglando las casas que rodean a la plaza».

Para Joaquín Lope de Lerma Sánchez, m édico del centro de salud próximo, es verdad que ciertos elementos, como los asientos, no van con el entorno, pero « en general, el resultado me gusta bastante ».

Demasiado recargada

Su moderación contrasta con la opinión de Rafael Iglesias, vecino de una casa que tien la mitad de su fachada en la misma plaza y la otra mitad en la calle Huerto de San Agustín. « Ha quedado pueblerina », afirma contundente. Ni la iluminación, ni la ubicación del busto de Ramón Medina -«que tendría que estar en el centro»- ni lo «recargada que ha quedado, a pesar de que es amplia», ha sido de su gusto. Según este vecino, «podían haber ejecutado primero la parte para la salida de la Semana Santa y luego, sin prisas, el resto ».

Precisamente, el hermano mayor de la hermandad de las Angustias, Rafael Fernández Aguilar, consideró que la obra «a nosotros nos ha venido muy bien, porque nos han facilitado enormemente la salida del paso ». Y es cierto. La actuación ha llegado hasta las mismas puertas del templo, donde antes había un desnivel de unos 25 centímetros «que nos obligaba a usar rampas y ahora la salida es franca». A grandes rasgos, «la plaza necesitaba este cambio de cara , que ha quedado extraordinario», aunque para su gusto, los árboles metalizados para las enredaderas le hace torcer el gesto.

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