REPORTAJE
Los Vaca de Alfaro: una familia de Córdoba que supo unir arte y ciencia en el Siglo de Oro
Fueron médicos, poetas y pintores y sus miembros tuvieron lazos estrechos Góngora o Velázquez
![Enrique de Vaca Alfaro, el nieto de la familia](https://s1.abcstatics.com/media/andalucia/2018/12/09/s/felix-cordoba-noticia-U30872165628IYF--1248x698@abc.jpg)
UNA tranquila placita, casi que un ensanche de la calle Osario, recuerda hoy en Córdoba a la ilustre familia de los Vaca de Alfaro. La preside actualmente un busto de Lagartijo circunspecto, pero lo cierto es que ahí tuvieron su vivienda, de la que ningún vestigio queda, los miembros de esta dinastía en la que se fundió como en pocas el amor por las ciencias y las artes. Varias generaciones encadenadas con las que se pueden recorrer las postrimerías del siglo XVI y el XVII, pues los miembros de esta familia tuvieron entre sus amistades a lo más granado de su tiempo, desde Luis de Góngora hasta Diego Velázquez . Vaca de Alfaro son por ello apellidos muy cordobeses en los que resuenan con fuerza el Siglo de Oro español y los afanes artísticos e intelectuales de la época.
Del origen de esta familia ya dio cuenta en el siglo XIX Luis María Ramírez de las Casas-Deza en sus genealogías de las casas ilustres cordobesas. Contó allí que la llegada de los Vaca de Alfaro a Córdoba sucedió con la Reconquista , en el avance de los Reyes Católicos, y recordó la hornacina funeraria que la familia tuvo en la iglesia de Santa Marina .
![Una Inmaculada de Juan de Alfaro](https://s3.abcstatics.com/media/andalucia/2018/12/09/s/felix-cordoba-noticiados-kbtG--510x349@abc.jpg)
Más a fondo, y de forma reciente, ha estudiado también la historia de esta dinastía la biógrafa del doctor Enrique Vaca de Alfaro (1635-1685), María de los Ángeles Garrido Berlanga. Ella, con buen pulso literario, ha llegado a reconstruir en su sus trabajos no sólo la biografía del insigne autor de la «La lira de Melpómene», sino la de un linaje que estuvo mezclado con la flor y nata de la intelectualidad de su tiempo.
El primer gran personaje científico-literario de esta familia es el primer Enrique Vaca de Alfaro, que nació en 1592 y falleció en 1620, según el relato de la historiadora Garrido Berlanga . Hijo del médico Juan Rodríguez de Alfaro, se crío en Córdoba pero desarrolló sus estudios en Sevilla, donde entró en el círculo de amistades del pintor Francisco Pacheco . De vuelta a su tierra de origen, se dedicó a la Medicina y escribió tratados médicos, pero sin dejar nunca el contacto con los intelectuales y cierta vocación literaria que lo llevó a concurrir a diferentes justas o concursos.
Poeta dedicado de Luis de Góngora
Luis de Góngora llegó a dedicarle un poema para que sirviese de prólogo a uno de sus libros científicos, destinado a las técnicas que había en aquel momento para curar las heridas de la cabeza. Murió joven, a los 28, pero dejó un hijo, Francisco, en el que que habrían de pervivir sus pasiones.
Este descendiente sería conocido en Córdoba como Francisco de Alfaro, boticario y según algunos testimonios hombre culto y de notable ingenio. No estudió Medicina como el padre ni llegó tan lejos, pero, tras casarse con Melchora de Gámez , frecuentó los contactos con los intelectuales del momento y mantuvo viva la llama de la ilustración. De ahí precisamente beberían sus dos hijos, quizá los más ilustres de la dinastía. De una parte el doctor en Medicina y poeta Enrique Vaca de Alfaro, que lució siempre el nombre de su abuelo, lo que acabaría produciendo frecuentes errores historiográficos. De otra, el pintor Juan de Alfaro (1463-1480), alumno y biógrafo de Velázquez y notario del Santo Oficio.
Juan Valdés Leal retrató a Enrique Vaca de Alfaro en su etapa cordobesa
Enrique Vaca de Alfaro siguió los pasos del admirado abuelo y estudió en Sevilla en au juventud. Con mayores ambiciones o posibilidades que su antepasado, acabó sin embargo doctorándose en la Universidad de Salamanca . Volvió para ejercer en Córdoba y aquí desarrolló, además de la Medicina, una intensa labor literaria que le llevó a a entregarse tanto a la poesía como a la prosa. Como era costumbre en su familia, frecuentó los cenáculos artísticos, de lo que da cuenta el retrato cordobés que de él se conserva, un trabajo que hizo el pintor sevillano Juan Valdés Leal en su etapa cordobesa. El doctor Vaca de Alfaro dedicó sus versos a temas religiosos como la Inmaculada y también a asuntos como los festejos taurinos que se celebraron en 1669.
En prosa abordó por ejemplo el tema de la aparición de la Virgen de la Fuensanta y su obra más recordada trata sin embargo de un asunto ajeno a la fe. Se trata en concreto de «La Lira de Melpómene », que se publicó en Córdoba durante el verano de 1660 con autorización del vicario José Hurtado y en la imprenta de Antonio Carrillo. Inspirado en el mito de Acteon y Diana, el poema previene contra los problemas que provoca lascivia y va rodeado de poemas laudatorios de los amigos del autor. Además de por esta obra, Enrique Vaca de Alfaro también queda en la historia por la curiosa bliblioteca que dejó a su muerte.
![Una hornacina recuerda a la familia en Santa Marina](https://s2.abcstatics.com/media/andalucia/2018/12/09/s/felix-cordoba-noticiatres-kbtG--510x349@abc.jpg)
Queda por último como cierre de la saga el pintor de la familia, Juan de Alfaro, que llegaría a ser con los años incluso notario del Santo Oficio. Su labor pictórica cuentan que la comenzó en la ciudad con el maestro Antonio del Castillo, para luego continuar en Madrid con el que sería su gran maestro: Diego Velázquez . De vuelta en Córdoba, realizó numerosos retratos, de los que se han conservado pocos.
También lienzos de temática religiosa como el Bautismo de Cristo de Nuestra Señora de Linares o el Nacimiento del Francisco de Asís que se puede ver en el Bellas Artes. También el Museo del Prado guarda hoy obra de este pintor de dinastía que acabaría siendo profesor y protector de Antonio Palomino , artista y uno de los padres de la historiografía artística cordobesa, disciplina en la que también fue fue pionero Juan de Alfaro pues escribió una biografía de su amigo y profesor Diego Velázquez al poco de morir, obra que no se ha conservado.
Estas cuatro generaciones de la familia dan testimonio de la Córdoba del Siglo de Oro , de una brillantez a menudo ocultada por el Barroco que va más allá de las maestrías de Góngora o de Antonio del Castillo. También de un tiempo en el que las artes tenían prestigio e incluso los médicos solían entrar en ellas para construirse un perfil social ilustrado. Así lo hizo esta dinastía, la de los Vaca de Alfaro, por cuya sangre corrían sin sentirse extrañas dos vocaciones, la científica y la lírica, que el tiempo acabaría por confrontar como si no fuesen al cabo dos partes de lo mismo.