Crónicas de Pegoland
Usted lo que tiene que preguntar es
Las institutrices del pensamiento conveniente dictan lo que usted puede leer. Que les zurzan
UN político que no viene al caso -bueno, vale, es Pedro García - le dijo a mi compañera de la Redacción de ABC Pilar Garcia-Baquero que «lo que tenía preguntar es» si un asunto tramitado en la Gerencia de Urbanismo «era o no legal». La reportera de este periódico dijo con voz firme que ella podía preguntar lo que le diera la gana, que para eso es ella la que tiene el boli en la mano, ese arma de destrucción masiva. La pregunta, por si les corroe la duda, era si es «habitual» cambiar a un funcionario por otro en el transcurso de un expediente público o que un alto directivo de la casa se hiciese cargo de una licencia cuando las cosas no estaban saliendo como estaba previsto. Habitual y legal son palabras que dicen cosas distintas, como cualquera puede entender.
La respuesta de Pilar, por sí misma, merece el Andalucía de Periodismo de este año o algún otro premio oficial de esos que le dan a la gente por ahí sin máster ni méritos ni nada. La curiosidad es la base de este oficio que consiste, como escribió Chaves Nogales , en andar y contar. Y son tiempos complejos éstos en los que preguntar inconveniencias, que es la última obligación que nos va quedando, se ha convertido en objeto de señalamiento, de cordón sanitario y de aviso de peligrosidad social .
Los que llevamos toda la vida adulta aguantando la frase de «usted lo que tiene que preguntar es» siempre hemos querido un momento García-Baquero. Es decir, con firmeza y sin perder la educación mandar a la institutriz del pensamiento conveniente de turno a hacer puñetas. Córdoba es una ciudad llena de gente -algunos incluso gentuza- que opina lo que los periodistas han de preguntar. Y que intentan condicionar lo que los del boli pueden o no considerar de relevancia pública, que es precisamente su obligación. Que tienen en la cabeza lo que es conveniente o no que los votantes o los lectores sepan. Los líderes de opinión del Iphone , los de las cañerías chungas que cimentan el sistema de premios y castigos, los que corren a hacer masajitos , que debería ser un género periodístico. Esos que solo quieren leer la versión correcta de los hechos, la suya, dictada por decreto ley.
Esta es una carta de amor al periodismo inconveniente , que es el único posible, se haga donde se haga. Lo fácil es dar la nota en Madrid , protegido por el mullido sistema de los contrapesos, donde todo el mundo tiene papa y mama. Lo complicado, señores, es dar la nota en los lugares donde te tomas la caña en la misma barra del caballero al que acabas de poner fino en el periódico. Esos en los que conoces a la familia, te los cruzas en el barrio , saben dónde vives. El día en que no se le amargue el desayuno a nadie y todo sea bello y correcto, esta historia se habrá acabado. Y la asepsia se habrá apoderado de todo al grito de «usted lo que tiene que pensar es».