Educación
Ucoincluye, el aula de la Universidad de Córdoba para que las personas con discapacidad aprendan autonomía
La institución y la Fundación ONCE forman a trece jóvenes para mejorar su vida y encontrar un empleo
Estuche de Harry Potter , móvil escondido debajo de la camiseta al ver a la profesora entrar por la puerta, cuchicheos y risas ante cualquier comentario, el típico «¡yo no quiero entrar a clase!» después de la pausa para el café.
El Aula 16 de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Córdoba es como cualquier otra. De hecho, algunos compañeros de pasillo, preguntados, contestan que «serán alumnos de cualquier optativa».
Y sí, los compañeros del Aula 16 son alumnos de la primera edición UcoIncluye, un proyecto de laUCO y la Fundación Once en el que se trabaja de forma personalizada con trece estudiantes con discapacidad intelectual -o capacidades diferentes- en competencias de autonomía personal y sociolaborales pero inmersos en la vida universitaria como cualquier estudiante de grado más, explica la directora de la Unidad de Educación Inclusiva de la UCO, Carmen Cruz Torres.
Reconoce que queda mucho camino por andar para una inclusión plena del alumnado con discapacidad; solo en 1,4 por ciento de los universitarios andaluces son personas con discapacidad y, de ellos, solamente un 24 por ciento son personas con discapacidad intelectual . ¿Su propuesta? El diseño de un sistema un universal de aprendizaje accesible para una persona de 70 años, para alguien con discapacidad auditiva o intelectual.
Solo 1,4 universitarios andaluces tienen discapacidad y, de ellos, solamente un 24 por ciento discapacidad intelectual
Mientras tanto, iniciativas como UCOIncluye ofrecen una alternativa completa para que los alumnos se integren en el sistema universitario, trabajen habilidades sociales y puedan integrarse en el mundo laboral y potenciar su autonomía personal.
«Queremos independizarnos e irnos a vivir juntos», repiten Blanca Arévalo y Rafael Jiménez. Ella dice sin tapujos que tiene un 33 por ciento de discapacidad pero que «hace es capaz de hacer las cosas que hace todo el mundo ; ayuda en casa, viene a estudiar y va a trabajar en una librería».
Se ve capaz de independizarse de sus padre e iniciar una vida en común con Rafael, empoderamiento que han trabajado en el curso donde han abordado el desarrollo emocional , cognitivo y social así como apoyo a la autonomía y vida independiente.
Rafael viene solo todos los días desde Montilla , desde la Fundación Futuro Singular: «He aprendido a coger solo el autobús , a administrar mi tiempo para ir y volver».
Se encuentra muy ilusionado por haber aprendido informática y está deseando empezar las clases de matemáticas e inglés , pero, sobre todo, lo que quiere es comenzar las prácticas como jardinero, profesión a la que quiere dedicarse.
«Aunque hay una importante brecha de género , la discapacidad no está ligada a los eternos niños a quienes hay que cuidar; la mayoría son más que capaces de ser autónomos y desempeñar un trabajo como el resto de población» recalca Jenny la educadora social que está con ellos durante todo el curso.
Es el caso de Rafa Hidalgo, que asiste a la formación por las mañana para abrirse más oportunidades laborales pero que, por las lardes, trabaja en una cadena de comida rápida donde desempeña un puesto como cualquiera de sus compañeros sin discapacidad intelectual: «Me gusta el deporte, la electricidad, no descarto dedicarme a ello».
«Transmiten una alegría, unas ganas de trabajar y una actitud que no tienen otros trabajadores» afirma Javier, el responsable de la cafetería de Magisterio que va a acoger a un alumno en prácticas una vez acabada la formación.
Empezará, «como cualquier trabajador nuevo, por l abores más sencillas , recogiendo mesas, con tareas más auxiliares y poco a poco le iré encomendado funcione que vea que puede ejercer». «Me convenció el hecho de que son únicos alumnos de toda la facultad que se aprendieron el nombre de todos los camareros , su empatía es garantía de que van a aportar muchísimo».
Y es que, como cuenta Lucía, una alumna de Educación Social voluntaria en el programa, «son ellos los agentes de inclusión, se vinieron con mis amigos en la cafería desde el primer momento, y es enriquecedor que estén en la Universidad».
Noticias relacionadas