EL NORTE DEL SUR
El turismo cansado
El modelo tradicional empieza a dar señales de agotamiento: el futuro del sector pasa por amoldarse a los nuevos gustos
Preocupante. Los datos de la Encuesta de Ocupación Hotelera (EOH) difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirman una tendencia a la baja que ya apuntaba el balance del último mayo, el periodo de más afluencia de turistas a Córdoba. Lo que dice el informe detallado a la vuelta de esta página es que algo va mal. La pérdida de más de 31.000 turistas en los cinco primeros meses del año ha de llevar al sector a una reflexión urgente en la que no falte la autocrítica. Porque hay cosas que no cuadran. Y que se ve que no funcionan. Este periódico publicó durante el primer fin de semana del último certamen de los Patios una información con un titular que parecía exagerado si bien respondía a la estricta realidad: algunos hoteles llegaban a pedir hasta 270 euros por noche... y había quien lo pagaba. El camino de exprimir a la gallina de los huevos de oro no lleva sino a su agotamiento: cuántas veces se han quejado las administraciones, y sobre todo el Ayuntamiento, de que las tarifas se inflan en exceso cuando en las recepciones reina la seguridad de rozar el lleno; pero nada, ocurre temporada tras temporada, hasta en la 2018... en la que mayo cerró con un once por ciento menos de turistas para sorpresa de todos.
Lo que parece evidente es que el futuro del sector pasa por un amoldamiento de la oferta a los gustos de los viajeros. Y ahí tenemos un problema en esta ciudad, con frecuencia tan renuente a pisar más allá de la línea que separa el hábito de la novedad. Roza el ridículo el recelo, cuando no la abierta animadversión, con la que una parte no desdeñable de los hoteleros miran a los apartamentos turísticos, y no digamos a las viviendas convertidas en alojamientos de fin de semana o de puente. Sonroja a veces escuchar a ciertos operadores quejarse de que las pujante nuevas fórmulas para pasar unos días fuera de casa les traen de cabeza y llegar a sugerir que sería precisa la intervención de las autoridades para frenar su actividad. O para proteger la suya. Olvidan que hay una cosa que tiene el nombre de competencia. Y otra que se llama libertad de los ciudadanos, o de los clientes, para elegir lo que les resulte más cómodo y más económico.
Una vez cruzado el rubicón del millón de turistas en 2017, el siguiente e inaplazable reto es acomodarse a sus apetencias, hacer de Córdoba no solo una ciudad bella, que ya lo es, sino conseguir que proyecte una imagen —o una marca— atractiva, amable y confortable para quien esté dispuesto a dejarse en ella unos cuantos cientos de euros. La Encuesta de Ocupación Hotelera no incluye en sus cómputos a los usuarios de las viviendas turísticas, un segmento del negocio que tiene aún que recorrer un camino extenso para combatir su desregulación. Dicho de otro modo: no existen registros oficiales sobre la actividad real de esos inmuebles de alquileres efímeros. Lo que sí es innegable es que la conquista de esa parte creciente y dinámica del turismo no puede demorarse. Porque los datos oficiales ya dejan claro que el modelo tradicional ha empezado a dar señales de cansancio.
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