Altas temperaturas

Trucos y remedidos de los trabajadores a pie de calle en Córdoba para combatir el calor

En plena ola de calor, el botijo para unos y la botella de agua para otros es casi la única herramienta para seguir adelante

Albañiles en un edificio en construcción en la calle Poeta Solís A. Martín-Górriz

Alfredo Martín-Gorriz

Un verano del 2021 de momento suave en comparación con otros, y sin ir más lejos el pasado, cuando se encadenaron un sinfín de días de más de 40 grados entre finales de junio y mediados de agosto, parece que ha decidió ser fiel como siempre a la denominación «la sartén de Andalucía ». Máximas de entre 44 y 46 están previstas en breve. Para la gente que trabaja a la intemperie del verano, los reiterativos consejos sobre beber mucha agua , ir por la sombra y no hacer deporte a las horas centrales del día se quedan demasiado cortos. Una vez en el tajo el sol no se ajusta a tópicas y manidas recomendaciones.

«Los cuerpos andaluces son duros», dice con sorna el jefe de la obra que se está desarrollando en el interior del instituto Luis de Góngora, Manuel Rodríguez , que junto a varios compañeros se encuentran en el patio del lugar realizando su faena. «Nos amoldamos a lo que tenemos, el oficio lo requiere, lo asimilamos y nos protegemos lo máximo posible». Pero ¿hay margen para la protección ante un sol de justicia? «Si hace un exceso de temperatura buscamos a veces rebajar un poco la jornada, ponernos a la sombra …y no hay nada más».

Y es que al margen de la jornada intensiva las posibilidades son escasas. En las obras que se están realizando en el eje San Lorenzo-Realejo lo tienen claro. El jefe de obras, Francisco Segado , opina que poco hay que hacer al margen de la jornada intensiva, refrescarse y parar un ratito si uno empieza a encontrarse raro, cosa poco frecuente, porque considera que el trabajador se habitúa: «Empezamos temprano, y te vas acostumbrando al calor , no es lo mismo que toparse con él al salir de casa del aire acondicionado».

Otro de los trabajadores, Manuel Moral , reconoce que en muchas jornadas sobreviene la fatiga, pero que además de madrugar para empezar con la fresca, si es que existe tal cosa en el verano cordobés, las formas de combatir las altas temperaturas son escasas. «Una vez llega el sol no se puede hacer mucho más que beber agua».

Cerca de Ronda del Marrubial, en la calle Poeta Solís , están levantando un pequeño edificio. En la obra, tres obreros opinan lo mismo que sus compañeros. El aliado es el botijo . Uno de ellos bromea con la solución que baraja, que sorprende por su sencillez: «Que este trabajo sólo se haga en invierno». ¿Cómo no se nos había ocurrido antes?

Músicos y camareros

Aunque al asociar calor, exterior y trabajo siempre se nos vaya la memoria a los albañiles y obreros de diversa índole, por la dureza de su labor, otros profesionales pasan horas y horas sudando la gota gorda.

Es el caso por ejemplo de los músicos callejeros . Tony Soler y Celia Viñas tocan en el centro de la ciudad y son habituales de la calle Gondomar. Ahora en verano pasan entre cuatro y seis horas tocando sin parar. A veces se atrevieron a seguir por la tarde y la experiencia no fue grata. «Ahora vienen 47 grados , lo que hacemos es cambiarnos de zapatos para que no nos ardan los pies y nos ponemos unos zanquitos para que no nos llegue el calor a las plantas», declara con sorna Soler. «Por ahora no nos hemos desmayado, pero sí que alguna vez nos hemos mareado», añade Viñas.

Cerca, en ‘Tendillas 5’, una de las camareras , María Díaz , le explica a una pareja que durante el verano, precisamente por el calor, cierran antes de las dos de la tarde. Ya desde temprano su trabajo le exige ir y venir del interior del local al exterior infinidad de veces y durante unas seis horas hasta el mediodía. «Somos de Córdoba, yo por lo menos estoy hecha al calor, bebo muchísima agua y una Coca-cola de vez en cuando para entonar y que suba el azúcar». Una compañera suya recalca que debido a las camisetas ni el moreno es aprovechable. Una lástima.

Y así, un verano más, Córdoba lidera el ránking de temperaturas en los mapas del tiempo de los telediarios y los trabajadores de la ciudad se adaptan a la situación sin que haya forma humana de adaptarse. Como decían en la obra del Realejo, «p’alante y ya está».

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