El norte del Sur

Tronco

El virus se cobra la muerte del segundo médico en activo en Córdoba. Descanse en paz

Personal sanitario en un hospital de Córdoba Valerio Merino
Rafael Aguilar

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«MIENTRAS la gente cantaba ‘Resistiré’ nosotras estábamos de luto». La viuda y la hija de Manuel Barragán Solís se quejaban con esta frase, y en una entrevista a dos voces que publicó este periódico el pasado 24 de agosto , de la soledad de la amargura con la que vivieron el duelo inesperado por su esposo y padre, el primer sanitario andaluz que falleció víctima del coronavirus .

Ellas lloraban a su familiar, a quien ni siquiera pudieron acompañar en su entierro, en el salón de su casa de Carlos III y cada caída de la tarde escuchaban a los vecinos del barrio salir al balcón a bailar como si aquello fuera una fiesta. Estas cosas no nos las contaron demasiado. Que había gente que sufría de verdad. Que las funerarias no daban abasto.

Que el tanatorio de Las Quemadas tuvo que asumir cremaciones de Madrid . Que el confinamiento no fue una oportunidad para cultivar la resilencia y el calor del hogar sino que disparó la ludopatía, enrareció muchas relaciones familiares y de pareja, colocó a l borde de la ruina a no pocos autónomos, relegó a la condición de no prioritarios a pacientes con patologías crónicas y agudizó los problemas mentales de miles de ciudadanos a los que la imposibilidad de salir de su casa se les juntó con la interrupción de los programas de rehabilitación presenciales.

El estado de alarma , vinieron a decirnos, nos brindaba una ocasión estupenda para hacer repostería y lubinas al horno. Olvidaros de los ataúdes, del médico que llega a su casa ocultando las lágrimas, de la enfermera que duerme en el cuarto de la plancha para evitar el contacto con sus hijos.

Escribid del buen rollito en las redes sociales, del júbilo en las ventanas, del Dúo Dinámico que ha cedido sus derechos de autor, esto nos hará más fuertes, vamos a salir mejores. Ahora, cuando el fracaso es evidente, han creado vía BOE un negociado para monitorizar -qué miedo da esa palabra aparentemente tan neutra- las informaciones de l os medios de comunicación. Como si a los periodistas -a todos- se les pudiera amedrentar, dirigir, controlar, decirles lo que tienen que escribir y pretender que te hagan caso. No vaya a ser que a uno le apunten en la lista negra . La que monitoriza. Y ahora estamos como estamos. El jueves murió en Córdoba otro médico , el segundo, por Covid-19. «Tronco», le apodaban. Descanse en paz .

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