Tribuna libre
La Arruzafa: el barrio maldito de Córdoba, por Manuel Ramos Gil
Tiene su origen en el primer palacio omeya levantado en la ciudad
Hasta fechas recientes sólo teníamos noticia de la existencia de un barrio ‘maldito’ en Córdoba : el popular arrabal de Saqunda , hoy Campo de la Verdad . La maldición fue pronunciada por Alhakam I en el año 818 tras sofocar la rebelión que se inicia en él. Una vez ajusticiados sus cabecillas, el emir ordenó que aquel barrio fuera destruido y que no volviera a ser habitado, declarando malditas para siempre sus tierras…
Pero por razones que desconocemos, otro barrio, esta vez de gente acomodada, también fue declarado maldito a mediados del siglo X. Se trataba del arrabal de la Arruzafa , calificándolo de tal guisa el gran cadí al-Balluti cuando comparecieron ante él tres testigos en juicio y les dijo: «Oh Ibn Sayfun, y tú Zaydun y tu Ibn Sahnun, que sois del barrio maldito, decid todo lo que tengáis que decir».
El arrabal de la Arruzafa tiene su origen en el primer palacio omeya levantado en Córdoba, obra de Abderramán I en el siglo VIII. Durante generaciones aquel alcázar fue embellecido y ampliado por los sucesivos emires y califas, al tiempo que entre las élites cordobesas cundió la moda de asentarse en sus cercanías, levantando hermosas y lujosas residencias campestres llamadas ‘almunias’.
Lo más granado
Durante el reinado de Alhaken II, en la Arruzafa vivía lo más granado de la sociedad cordobesa, entre ellos Almanzor, que residía en un palacio con todo lujo regio, según las crónicas. Fue precisamente a partir de su estancia en aquel lugar cuando el barrio comenzó a ensancharse notablemente hacia occidente, hacia Turruñuelos, en un proceso claramente similar al que está aconteciendo hoy en día.
¿Pero qué razón pudo tener el juez mayor de Córdoba para maldecirlo? ¿Cómo sentarían aquellas palabras entres sus distinguidos habitantes? ¿Podría aquella maldición tener su origen en la vieja profecía que circulaba en la corte? ¿Era la Arruzafa, o quizá, un núcleo muy cercano a ella, el lugar que aparecía en la profecía?
Nada sabemos con seguridad, aunque lo que aconteció allí pocos años después podría ofrecernos alguna pista. En efecto, hasta el año 970 la Arruzafa fue habitada por las grandes familias andalusíes de origen árabe. Sin embargo, cuando Almanzor, en su carrera meteórica de acumulación de poder, pretende arrogarse también el poder militar, realiza una profunda modificación en el ejército y recurre a soldados profesionales, a tropas bereberes, gente ruda procedente del norte de África a los que convierte en su particular ‘guardia de corps’. Coinciden todas las crónicas en resaltar la generosidad de Almanzor para con ellos, prometiéndoles buenas casas y grandes sueldos si lo acompañaban. Así lo hicieron y en pocos meses llegaron a Córdoba príncipes, nobles y sobre todo, mucha soldadesca del Magreb. Todos ellos fueron alojados en aquel barrio tan distinguido, cerca de la residencia de Almanzor y de su almunia Amiriyya. Entre tanto, el caudillo comenzaba la edificación de su ciudad de Medina Alzahira…¿al este de Córdoba? ¿Tan lejos de sus partidarios?
Cuando llegaron a Al- Ándalus estos africanos, según el cronista Ibn Idari, «sus vestidos estaban llenos de andrajos y ninguno de ellos tenía más que un mal jamelgo; pero poco tiempo después se los vio caracolear por las calles, vestidos con las más ricas telas y montados en los más hermosos caballos». ¡Un auténtico escándalo¡ Aunque ya nadie se atrevió a protestar.
Abderramán III
Así las cosas, todo hacía presagiar que pronto estallaría una rebelión contra los amiríes o partidarios de Almanzor. Y aquel momento llegó en febrero de 1009. Fallecido Almanzor , bajo el gobierno de su hijo Sanchuelo, un descendiente de Abderramán III , titulado Al- Mahdi, se reveló y descargó su ira contra los núcleos del poder amirí, esto es, contra Medina Alzahira, también curiosamente contra el palacio de la Arruzafa, y por último, contra la comunidad bereber de la Arruzafa. Las casas de éstos fueron saqueadas, muertos sus dueños y vendidas sus mujeres. Se pregonó por las calles: «A quien venga con la cabeza de un bereber se le dará esto. Como consecuencia de ello, las gentes de Córdoba se apresuraron a matar a quien pudieron atrapar y no quedó mercader o soldado que no emplease su esfuerzo en aquello».
De este modo, se podría decir que la Arruzafa fue el lugar donde comienza el fin del esplendor de Córdoba , el lugar donde se inicia la fitna o guerra civil. ¿Guarda relación con la profecía que narraba Ibn Hayyan? ¿Realmente estaba tan lejos de Alzahira ?
Según este cronista, los distintos soberanos habían manifestado su temor a la fundación de una ciudad, lugar donde se transferiría el poder y asiento de la realeza. Pero fue Alhaken II quien más preocupado se mostró y quiso adelantarse a los acontecimientos, comenzando las obras, y por extraordinarias circunstancias encomendó su dirección a Almanzor. Aquella ciudad se llamó Medina Alzahira y se levantó en un lugar llamado Alús, desconociéndose a ciencia cierta su ubicación a fecha actual pues, aunque el citado autor señala al este de Córdoba, otros no aportan punto cardinal concreto, e incluso, alguno, como, Ibn Adari, sitúa Alús al norte de Córdoba , a unas tres millas, lo que acercaría aquel lugar a la zona de la Arruzafa y Turruñuelos .
En definitiva, mientras los enigmáticos restos de Turruñuelos sigan sin ser excavados no parece prudente mantener a ultranza la ‘tesis levantina’, sobre la base exclusiva de las fuentes musulmanas, que son textos confusos, tardíos, contradictorios y traducidos a veces con menos rigor del aconsejable. Para muestra un botón. A principios de siglo XX, se traducía cierto pasaje del geógrafo al-Saqundi a propósito de la gran extensión que llegó a tener Córdoba: «Se dice que estaban tan pobladas las construcciones de Córdoba, al-Zahara y al-Zahira, que se podía caminar por ellas a la luz de las lámparas por espacio de diez millas sin interrupción alguna».
Basándose en esa traducción, se hizo casi dogmático el itinerario allí contenido, de manera que partiría desde Zahira —al Este—, pasando por Córdoba —en el centro— y terminando en Zahara, al oeste. Sin embargo, en fechas recientes aquel pasaje ha sido revisado y la traducción dice exactamente: «Se dice que las construcciones de los edificios de Córdoba, de Al-Zahira y de Al-Zahara están contiguos hasta caminar por ellos con la luz de las lámparas seguidas durante diez millas…» (Al-Maqqari. Nafh al- tif, IV- 206). En este caso, el orden de los factores sí que parece alterar el producto…
Permítanme que siga dudando y que sueñe que Medina Alzahira y quizá Amiriyya (si es que no eran la misma cosa) se encuentra en Turruñuelos; que inste a las autoridades a que protejan este enorme yacimiento, que actualmente no cuenta ni con una simple valla. Que tomen consciencia de la importancia del conjunto, capaz de alojar en su interior hasta dos veces la Alhambra o seis Mezquitas de Córdoba . Y por lo mismo, evitar a toda costa que Córdoba vuelva a salir en la prensa nacional como autora de un «arqueocidio» monumental, como ya hizo con el triste episodio del Palacio de Cercadillas o con los magníficos restos de poniente sacados a la luz durante las obras de la Ronda Oeste .
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