Patrimonio
Tres siglos de la Piedra Escrita, la fuente de Córdoba con aguas de sabor barroco
Situada entre las calles Cárcamo, Moriscos y Costanillas, es un emblema cotidiano de la Córdoba del XVIII, cuando la ciudad empezó a progresar
En el punto de encuentro de las calles Cárcamo , Moriscos y Costanillas mana desde hace justo 300 años el agua de la Fuente de la Piedra Escrita , uno de los veneros más populares de Córdoba, pese a estar en un lugar de tránsito moderado.
Construida en 1721, bajo reinado de Felipe V y cuando Juan de Vera y Zúñiga ejercía como corregidor de la ciudad, siempre ha recibido elogios por su arquitectura , de estilo barroco, e incluso ocupó la atención de dos de los historiadores más conocidos del siglo XIX cordobés: Ramírez de las Casas Deza y Teodomiro Ramírez de Arellano .
La Piedra Escrita también se ha colado en la alta cultura cordobesa a través de la pluma de grandes escritores del siglo XX como Antonio Gala , Pablo García Baena y Mario López y fue hace unos años inspiración para uno de los grandes comparsistas que ha dado el carnaval cordobés, Miguel Amate , que se crió en las inmediaciones de estos caños.
La fuente, restaurada en los 80, es patrimonio de todos los cordobeses que alguna vez, bien fuese camino del Centro o yendo hacia el Marrubial o Levante , han hecho parada para refrescarse en ella. Al igual que de cuantos se han abastecido en estos surtidores en esos años en los que el suministro no llegaba a los domicilios con las comodidades de hoy.
Hijo de su tiempo como todo, el venero , con su brillo arquitectónico, es símbolo de los a vances que vivió la ciudad en el siglo XVIII tras concluir la Guerra de Sucesión , que enfrentó a Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia, con Carlos de Austria tras la muerte de Carlos II.
Según explica el historiador cordobés José Calvo Poyato , especialista en este periodo, aquella Córdoba «rozaba los 40.000 habitantes después de la crisis que había padecido en el siglo XVII, por lo que se hallaba lejos de los 55.000 que llegó a alcanzar a finales del XVI».
Sobre el nombre hay dos versiones: una de ellas alude a que se refiere la piedra que hay escrita en la fuente; la otra, a una inscripción romana que se pudo encontrar
La urbe, tras el fin de un conflicto bélico en el que sus mandatarios y obispos habían apostado por el bando borbónico , superaba décadas complicadas en cuanto al abastecimiento de alimentos y unos años finales de la segunda década marcados por una bajada importante de las temperaturas .
Será 1720 el año que suponga el relanzamiento de la ciudad, que, según Calvo Poyato, vivió a lo largo de toda la centuria m omentos de bonanza , sólo alterados por pequeñas crisis. La Piedra Escrita, cercana a la muralla Este y ubicada en la collación de Santa Marina , una de las 14 en las que se dividía Córdoba en ese momento histórico, es así contemporánea de otros edificios importantes como el Hospital de Agudos del Cardenal Salázar , sede hoy de la Facultad de Filosofía y Letras. Obra del gran arquitecto lucentino Francisco Hurtado Izquierdo , supuso un gran avance para la medicina en una ciudad que dependía principalmente de la agricultura pero en la que la artesanía también jugaba un papel importante.
La fuente es por tanto un pequeño tesoro -callejero y cotidiano - de ese mismo barroco cordobés del inicio del periodo borbónico. La construcción está embutida en el muro en torno a medio metro y es de piedra negra . El pretil, en forma de ese, se apoya sobre una onda que se desliza sobre la acera de la calle.
Al interior del brocal, dos medios fustes de mármol rosa facilitan la tarea de sustentar los recipientes para el agua. En los lados menores del pilón, y adosados a la pared, dos figuras de leones en mármol blanco, con largas melenas, vierten el agua por los caños de hierro ubicados en sus bocas.
Sobre las cabezas de los leones, se desarrollan « dos estípites, rematados por pináculos piramidales y que a la vez están flanqueando el escudo de Córdoba, tallado en una placa de piedra incrustada en la pared», según se lee en su ficha del catálogo «Conoce tus fuentes». Una inscripción labrada en placa de piedra bajo ese emblema recuerda que la fuente se construyó reinando Felipe V y siendo su corregidor en la ciudad Vera y Zúñiga, caballero de la Orden de Santiago.
En cuanto al origen de su nombre , la Piedra Escrita, existen dos versiones. Una de ellas alude a que se refiere la piedra que hay escrita en la fuente , por lo que el nacimiento de la denominación estaría vinculado a la construcción de la misma, postura que defendió por ejemplo Ramírez de las Casas Deza .
Teodomiro Ramírez de Arellano habla sin embargo de una segunda opción, referida a una inscripción romana que se pudo encontrar en el lugar y que sería por ello el nombre del paraje desde tiempo atrás, algo que está asociado a la proximidad de este enclave con lo que fue la Vía Augusta en los tiempos de Corduba. Más allá de ello, lo cierto es que su nombre pertenece hoy a la cultura popular cordobesa y que sus caños siguen aliviando al caminante cuando se aproxima a ella en estas calendas en las que Córdoba se prepara para el estío.
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