SOLIDARIDAD

Las tres hermanas trinitarias del comedor de Córdoba rinden su último servicio

Se marchan a Madrid tras treinta años de trabajo en el comedor San Juan Bautista de la Concepción

Varias personas en el comedor de los Trinitarios de Córdoba Roldán Serrano

María Diéguez

Las tres hermanas trinitarias que desde sus inicios en el 1989 han llevado el comedor social San Juan Bautista de la Concepción , conocido popularmente como de los Trinitarios, se despiden este miércoles y ponen rumbo a Madrid. «Nuestra labor aquí ya ha terminado» afirma la hermana Antonia, quien ha recibido hasta tres premios de reconocimiento por su labor desempeñada en el ropero y el comedor que se sitúa en la Ronda del Marrubial . También deja atrás los fogones porque en la capital tienen un proyecto muy distinto entre manos: una casa de acogida para que las personas necesitadas puedan aprender idiomas, oficios y realizar cursillos para obtener conocimientos que les puedan facilitar su rol en la sociedad.

Su papel será de apoyo, porque «ya somos mayores» justifica la hermana Antonia. «Tengo 82 años », afirma entre risas. En los comienzos tan solo estaban ella y dos hermanas más, junto a la inestimable ayuda de los voluntarios «que se volcaron en el comedor desde el momento uno», dice la hermana. Ahora, años después, hay aproximadamente 12 trabajadores contratados que hacen las labores de comedor, ropero y se encargan de la tienda Libertiendas , que se sitúa en el número 8 de la calle María Cristina . También cuentan con el apoyo de otros voluntarios que siguen colaborando para que todo funcione.

Con este cambio, las hermanas sienten que es hora de « emprender camino » y dirigirse hacia «otra misión». Eso sí, «con mucha pena porque somos una familia y los cordobeses nos han tratado muy bien», apunta Antonia. Durante estos años, el perfil de los usuarios que acuden a comer todos los días ha cambiado mucho. Al principio eran personas que dormían en la calle, pero desde la crisis cada vez son más las personas, incluso familias enteras , que van allí a comer porque se han quedado sin casa o sin trabajo, explica la religiosa. También señala que algunas mujeres van a cocinar allí y se llevan después la comida a sus casas. También ha cambiado en el aspecto escrictamente numérico. Si antes eran unas 40 las personas que acudían al comedor y se repartían en dos turnos, en la actualidad atienden a unos 70 u 80 en un solo turno , algo que es posible porque las instalaciones han crecido y ahora hay espacio para más gente. La capacidad del comedor alcanza los 90 comensales.

«Esto no te lo enseñan los libros», sostiene la hermana, refiriéndose a la solidaridad que ve entre los que más lo necesitan y que « comparten lo poco que tienen ». Actualmente, el centro cierra los domingos y festivos pero en sus primeros años se abría todos los días sin excepción, recuerda la religiosa. Las instalaciones de San Juan Bautista de la Concepción son mucho más que un comedor, porque allí los usuarios pueden además vestirse, ducharse y asearse . También reparten una cena que se pueden llevar para la noche. «Es una gran pérdida , siento mucho que se vayan», valora Lázaro, el sacerdote trinitario que impulsó el comedor y el ropero en sus principios y trabajó allí durante los cinco primeros años. Además de trabajar juntos en el comedor y en Proyecto Hombre , él y la hermana Antonia siempre «se han entendido bien» y es que, según el religioso, «la hermana siempre ha dado alegría a quién la necesitaba».

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