APUNTES AL MARGEN

Treinta años de algo bueno

En apenas mes y pico, se cumplirá la efemérides de la municipalización del Gran Teatro. Se salvó el edificio de la picota y se puso las bases de una red pública escénica

Aspecto del interior del Gran Teatro VALERIO MERINO

RAFA RUIZ

En mes y pico, esta ciudad podrá celebrar el trigésimo aniversario de algo bueno. Porque las carencias, las críticas, olvidan todo lo positivo que dejan y han dejado las instituciones y las organizaciones en la sociedad cordobesa. En mayo de 1986 se reabrió el Gran Teatro una vez culminada unas largas obras de recuperación y, lo que es más importante, de municipalización. Ahora que lo público se defiende como el que le da la razón a los tontos, resulta que sí se tomaron decisiones razonables para que el sector público se dotase de herramientas precisas para el crecimiento y el bienestar de la población.

En aquella ocasión, se impidió , además, la demolición de un edificio espléndido que, si bien por fuera es feo como una nave industrial, por dentro es coqueto y tiene esa elegancia de la burguesía que en Córdoba pudo ser y no fue. De la ciudad labriega pero con ganas de ponerse refinada los sábados por la noche. Y no fue cosa corta porque lo primero fue parar el golpe de la piqueta y, en segunda instancia, proceder a integrar el edificio en el patrimonio municipal .

Los protagonistas de la primera fase, que se desarrolla en los años setenta, se han glosado en no pocas ocasiones. Martínez Bjorkman , Luis Felipe Medina, Salcedo Hierro y ese grupo de cordobeses que, en las postrimerías del franquismo y el inicio de la democracia, sentaron las bases de un montón de cosas en la Córdoba urbana de hoy. Gente de izquierda y derecha, política y sociológica, que realizaron causa común por un objetivo de ciudad. Generando además complicidades tanto en un ayuntamiento que no es el de hoy como en entidades culturales, como la Real Academia, de eso que debería haberse fortalecido como sociedad civil.

Llegó a tramitarse una petición concreta para derribar el edificio, inaugurado por primera vez hace 143 años , y que fue detectada y paralizada antes de que las cosas fueran a mucho peor. Hoy, el Gran Teatro es un inmueble con la protección suficiente , tanto urbanística como social, como para que no se producan veleidades como las descritas. Contra lo que se ha vendido en la historia oficial municipal, el expediente de expropiación arrancó con el Ayuntamiento de Córdoba del postfranquismo. Anguita remató el procedimiento y Herminio Trigo cortó la cinta, lo cual no les resta a ninguno de los dos (ni a los que estuvieron con ellos, como al llorado Pepe Villegas) ni un gramo del mérito que le corresponde.

Hoy, el Gran Teatro no es el único espacio escénico de la ciudad que, además, empieza a sumar una cierta iniciativa privada en un sector particularmente difícil para arriesgar el dinero propio. La inteligente operación realizada por Rosa Aguilar y Andrés Ocaña con El Corte Inglés permitió disponer del teatro Góngora , cuya adquisición costó no pocos disgustos al equipo de gobierno de la época. La empresa de distribución -con un gobierno de IU, lo que son las cosas- facilitó la mayor parte del presupuesto a cambio de la construcción de un centro comercial que ni siquiera pudo hacer como consecuencia de la crisis. E l Teatro de la Axerquía , infrautilizado pese a la fuerte inversión realizada en sus reformas, completa la red municipal de teatros que han descargado la actividad sobre el decimonónico escenario principal de Córdoba.

No me consta que exista una programación especial o un acto de relevancia para celebrar lo que, bajo cualquier punto de vista, es un acto que se debe conmemorar . El Gran Teatro ha prestado servicios impagables a la comunidad y la ciudad ha amortizado cada peseta de las que puso para su expropiación y reforma. Ahora que la cultura se ha convertido en obras millonarias que no llegan a inaugurarse, en difusas concepciones en las que se sospecha que no hay nada que las sustente, no debería olvidarse que hubo personas que hicieron mucho por salvar lo que no tenía que perderse.

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