PASAR EL RATO
Traslado de huesos
Pues resulta que hay en la ciudad educadora 25.000 personas que no saben leer ni escribir
Córdoba iba a ser la «Ciudad de la Solidaridad» , «ciudad por la vivienda digna», una «ciudad que luche contra la injusticia». Pues resulta que en ese modelo urbano, un 40 por ciento de satisfechos ciudadanos vive al borde de la pobreza. Muchos han dado ya un paso al frente y están en el precipicio. En esas condiciones, no puede pedírseles que lean el informe del cuentista Mayor sobre la Mezquita-Catedral , para formarse opinión y emitir un juicio crítico. El hambre es egoísta. A eso hay que añadir un 33 por ciento de paro solidario, que tampoco excita la simpatía por ningún gobierno y sus ideales.
Córdoba iba a ser la «Ciudad Educadora», con un «modelo educativo para la ciudad basado en la calidad, el conocimiento» y otras cosas que siente uno no recordar en este momento. Nuestros padres políticos decían que «la cultura es un derecho fundamental de la ciudadanía y será una seña de identidad de este acuerdo político». El glorioso acuerdo para el gobierno municipal de Córdoba entre PSOE, IU y Ganemos. Pues resulta que hay en la ciudad educadora 25.000 personas que no saben leer ni escribir. Lo leo en un informe de la periodista Davinia Delgado , de este periódico, que maneja datos oficiales. De ese número de analfabetos, más de 18.000 son mujeres. Dieciocho mil mujeres que se privan de la posibilidad de ser ministras del doctor Sánchez, y poder venderles bombas misericordiosas a los saudíes. Bombas guiadas por las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Más de dieciocho mil mujeres que no podrán leer los estimulantes informes del feminismo, invitándolas a formarse mediante «los libros que leemos a escondidas en las copas de los árboles». Que a estas alturas del pacto de progreso haya analfabetos en una brillante capital de 340.000 habitantes, numerosos colegios, dos universidades y cuatro veces Patrimonio de la Humanidad , es un sarcasmo como para hacer sangrar a la luna sobre la Mezquita-Catedral . Seña de identidad política que se piden en el juego socialistas y comunistas, los más listos de las listas. ¡Quién supiera escribir como Mayor Zaragoza, señor cura!
Estando así las cosas de leer y escribir en Córdoba, una tesis doctoral como la de Pedro Sánchez es una falta de respeto. La Universidad tiene hoy un prestigio exagerado, porque no sólo devuelve multiplicada la inteligencia que recibe, potencia también la estupidez y la expande por la sociedad. De la Universidad salen más listos los listos, salen más tontos los tontos, y se quedan como estaban todos los demás, que son la inmensa mayoría. ¿Qué necesidad tenía el presidente del Gobierno de complicarse la vida pasando por la Universidad, si no le ha servido para nada? Si se ha quedado como estaba. Un poco peor, incluso. Nadie va a despreciarlo más por ser doctor. Ni siquiera el dúctil sobreuniversitario «Borrell, cuidado con él» (Antonio Gala), se libra de parecer tonto en ocasiones, a fuerza de pasarse de listo. Y eso que tomó lecciones de interpretación del gran Boadella , por si el genio del teatro lograba hacer del ministro un orador.
Cuando en la Universidad había más ingenio que titulaciones, se definieron las tesis doctorales como «traslado de huesos de un cementerio a otro». Los sabios se daban entonces poca importancia. Una tesis, según esa tesis, es una exhumación con pretensiones. Como la del doctor Sánchez o su desahucio de Franco , un doctorado en rencor. Pedro Sánchez no es más que un enterrador con pretensiones. El peligro está en las pretensiones.