Toros en Córdoba | El arrastre: De la historia y la bravura
La plaza, posiblemente, ha dado la medida de sí misma. Quizá no hay más cera que la que arde
Remembranzas y aguafuertes
Roca Rey corta tres orejas y Lagartijo dos en el toro de su alternativa
La memoria del niño que fue recorta, entre las brumas de lo irrecuperable, el ambiente de aquel novillero -era sobrino del mismísimo Manolete- que tenía más o menos revolucionado el cotarro de la Córdoba taurina en la yema de los 70 . Se llamaba -y se llama- Agustín Parra Vargas y se anunciaba cómo Parrita, igual que su señor padre. Aquello pertenece a un tiempo que ya se fue y tampoco tuvo demasiado recorrido. Ayer era su sobrino Javier , refrescando el ancestral apodo familiar de Lagartijo, el que hacía el paseíllo en el coso de Los Califas para convertirse -triunfalmente- en matador de toros. Lo hizo arropado por los suyos y apoyado en un toro, el que le sirvió para cambiar de escalafón, de auténtica revolución. El verdadero camino comienza ahora. No será nada fácil...
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Pero la corrida tenía otras lecturas, más allá de atisbar el aforo cubierto en el embudo de Ciudad Jardín en una nueva tarde africana. Seguramente la más interesante la ofrecía el debut del nuevo proyecto ganadero de Álvaro Núñez Benjumea , uno de los genios contemporáneos de la crianza del toro que sucede en la historia a otros alquimistas de la bravura cómo R amón Mora Figueroa, Carlos Núñez Manso, Atanasio Fernández, Álvaro Domecq y Díez, Perico Domecq, Victorino Martín y... Justo Hernández . Álvaro, que echó una corrida abierta en hechuras, pelos y comportamientos, ha buceado en la propia simiente de su casa. Se trata de refrescar un concepto que añade nuevos resortes, matices insospechados a la disección de la embestida anticipando los caminos que podría recorrer el toreo.
«El festejo sirvió para constatar que Roca Rey está dispuesto para tomar el mando del toreo»
La clase interminable del precioso colorao que abrió plaza -una auténtica bola premiada- podría marcar una de esas pautas, que no pudieron mantenerse con el soso segundo ni con la movilidad descompuesta del peligroso tercero. La prontitud y la exigente fijeza del cuarto -un torazo de imponente belleza arqueológica- ya fue otro cantar por más que amagara con rajarse al final. Con la corrida tocando a retirada vino muy a menos el quinto y la verdad es que no terminamos de calibrar al sexto.
Eso sí: el festejo sirvió para constatar que Roca Rey está dispuesto para tomar el mando del toreo -se jugó la vida como si todo dependiera de esta tarde- o que la vuelta de Talavante , una figura indiscutible, queda lejos de la excepcionalidad que pretendía el diestro extremeño por más que se acercará a sus mejores fueros con el segundo de su lote.
Pensando éstas y esas cosas transcurrió la segunda y última corrida de esta Feria de la Salud del reencuentro con una normalidad que ha deparado pocas sorpresas. Aún queda una novillada picada por celebrar pero el pescado está vendido, para bien y para mal. Toca reflexionar, seguir pensando en el futuro, explorar nuevas fechas. La plaza, posiblemente, ha dado la medida de sí misma. Quizá no hay más cera que la que arde.