Tradición

Día de Todos los Santos en Córdoba | La normalidad renace en las visitas a los cementerios

El paso de los cordobeses por los camposantos, para el que ya no era necesario cita previa, no fue mayor por el mal tiempo

Cordobeses, hoy acudiendo al cementerio de San Rafael con motivo del Día de Todos los Santos Valerio Merino

Baltasar López

La nueva normalidad se abre paso en nuestras vidas en todos y cada uno de los aspectos; incluso en los relacionados con la muerte . Porque hoy , 1 de noviembre, Córdoba vive un día de Todos los Santos en los que sus vecinos han podido volver a reencontrarse en una fecha tan señalada con sus seres queridos perdidos sin las limitaciones que el Covid impuso en esta misma jornada en 2020 . Entonces, para evitar las aglomeraciones, hubo que acceder a los cementerios de la capital con cita previa y con unos aforos limitados y la afluencia a ellos el 1 de noviembre fue escasa.

Lo contrario ha pasado hoy , cuando parece que el mundo está en condiciones de dar sepultura a la pesadilla del coronavirus, aunque la climatología ha sido un factor que ha jugado en contra de la afluencia a los camposantos , reduciendo el caudal de visitas sobre lo que hubiera sido en una jornada soleada. El de San Rafael ha vuelto a convertirse en la capital del día de Todos los Santos.

Eso sí, es una urbe en el arranque de la jornada pasada por agua . A eso de las diez , descargaba sobre ella un impresionante chaparrón que anegaba las esperanzas de un buen día para la floristería Encarnita , en la avenida de Libia. Su dueño, Ángel Cuevas, asegura que la jornada se les «presenta muy mala» para el negocio, «por la lluvia» . Explica que, con buen clima, a esta hora tendría «público hasta la puerta» . Lo dice mientars ante el mostrador sólo hay una cliente. Y recuerda que el Día de Todos los Santos de 2020 ya fue «un desastre» , con el sistema cita previa, con el que la «gente no vino».

«El día se presenta muy malo para el negocio por la lluvia. A esta hora, el público tendría que llegar a la puerta», comenta Ángel Cuevas, dueño de la floristería Encarnita

Frente a su tienda, la entrada principal de San Rafael recoge un goteo de personas . El termómetro instalado en la puerta, cuyo uso ya no es obligatorio, no parece que vaya a tener mucho trabajo. Y para el poco que tiene, no anda muy fino, porque a un hombre le marca una temperatura imposible de 28.9 grados.

Al termómetro se le ha quedado pinta de vestigio de la época del virus . Todo lo contrario sucede con las mascarillas , obligatorias si no se puede respetar la distancia de seguridad, pero que de todas formas portan sin necesidad de tener que sacar el metro la mayoría de las personas que acuden a este camposanto.

Una familia coloca flores en uno de los nichos del cementerio de San Rafael Valerio Merino

Una de ellas es Francisco Castellanos . Ha acudido a visitar la tumba de sus padres . Asegura que suele acudir a ella el día de Todos los Santos, pero de inmediato puntualiza: « Pero no vengo sólo en esta fecha, sino durante el año ». Cuenta que a sus padres les ha quitado flores «antiguas» y mañana, que «lloverá menos», les traerá las nuevas. Recuerda que el año pasado también acudió el 1 de noviembre, con el sistema de cita previa. Que haya desaparecido esa restricción , gracias a la mejoría de la epidemia, lo considera un elemento «más de normalidad ».

«Un hijo nunca olvida a sus padres»

Tras Francisco, se puede ver a Pilar Gálvez , que, mientras atiende al plumilla, no para de limpiar con esmero un panteón familiar . Ella también es de las que no falta a la cita del 1 de noviembre, aunque advierte: «También vengo antes de estas fechas». «Es una buena tradición honrar a los familiares. Un hijo nunca olvida a sus padres. Y tampoco a mi hermano, que era muy importante para mí», dice al tiempo que acicala la eterna morada de los restos de sus familiares. Ella, igual que Francisco, pidió en 2020 la cita previa para poder acudir a San Rafael . Que no haga falta este año lo ve como «un síntoma de normalidad» .

Pilar Gálvez, mientras se emplea en limpiar el panteón familiar, afirma que el hecho de que ya no se necesita cita previa para ir al cementerio es «un síntoma de normalidad»

Ha parado la lluvia, pero el cielo sigue con nubarrones , con lo que no diluvian las visitas sobre este camposanto. Mientras, quienes intentan ganarse unos eurillos en esta jornada, ofrecen sus servicios : « ¡Escalera! ¡Pintura! ¡Escalera! ¡Pintura!».

Las voces rebotan en las calles del cementerio. En una de ellas, está María de Miguel, que ha acudido como «siempre» , menos el año pasado que «me operaron de varices», en esta fecha a su cita con la memoria de su padre y su abuela. Se la ve extrañada por el hecho de que no haya mucha gente en San Rafael. « Será la lluvia. Es que, si no, esto sería un feria », reflexiona. Y defiende que se mantenga esta tradición: « Si celebramos Halloween aquí , lo nuestro lo tendremos que celebrar también . De quienes se han ido nos acordamos todos los días , pero hoy es más simbólico».

Son las once pasadas . Y los cielos despejados han logrado contraatacar y hasta hace algo de sol, lo que hace que la afluencia vaya a aumentando , aunque sin llegar a lo que hubiera sido si Don Lorenzo hubiera hecho de las suyas calentando el otoño.

«Si celebramos Hallowwen aquí, lo nuestro, como Todos los Santos, tendremos que celebrarlo también», dice María de Miguel

Si se cierran los ojos y sólo se escuchan las conversaciones , no hay rastro del Covid . «¿Quieres ver la del tito Jesús»; «Yo ayer la limpié pero al haber llovido no sé cómo estará» o «¿Sabes quién se murió? El marido de 'la Ani'». Los contenedores para depositar las flores marchitas van subiendo de nivel de ocupación. Y, aunque sea una tradición, siguen impresionando las lágrimas; el detalle de quien besa una lápida con la fuerza de un amor que traspasa el mármol; o quien mima la tumba de sus seres queridos, cuidándolos igual que si siguieran vivos.

Misa del vicario general

Éste último es el caso de Carmen Rosa . Ella también es de las que vienen todos los 1 de noviembre a San Rafael. Hay que añadir que ese día y otros muchos más. «Acudo de forma más asidua. Tengo aquí bastantes familiares ». En 2020, vino también solicitando la cita previa. Lo que sí cambió fue que el año pasado «puse flores de tela para no tener que volver ».

El prsidente de Cecosam, el edil Antonio Álvarez, observa los drones usados para medir la afluencia V. Merino

El día vuelve a encapotarse , aunque ya no llueve. Son las doce y en una explanada de este camposanto el vicario general de la diócesis, Antonio Prieto , oficia una misa ante varias decenas de fieles, que se concentran bajo la carpa habilitada, aunque todos llevan rigurosamente colocada la mascarilla . Son esos detalles, y otros como cuando Prieto se aplica gel hidroalcohólico en las manos antes de repartir la comunión, los que nos recuerdan que la normalidad es nueva normalidad realmente.

A la misa acude el presidente de Cecosam (la empresa municipal de cementerios), el edil Antonio Álvarez. Tras su finalización, el concejal señala a los medios que en la afluencia se está dejando sentir el mal tiempo , pero también el hecho de que, con las restricciones que hubo que adoptar con el Covid, la gente se ha acostumbrado a «espaciar las visitas» y a no concentrarlas en una jornada.

Explica, igualmente, que por el mal tiempo no se había podido volar hasta entonces el dron que se había previsto usar en este camposanto y en el de la Fuensanta -es una de las novedades de la jornada-, para prevenir aglomeraciones y medir los flujos de asistentes . Pero avanza que a partir de la una sí despegará. El dron calienta motores mientras el cielo sigue nublado. De todas formas, tampoco parece que vaya a tener mucho trabajo para detectar aglomeraciones, que ha disuelto el mal tiempo, que, eso sí, no se ha podido llevar por delante la satisfacción de seguir ganándole terreno al Covid.

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