Desde mi rincón

Todo tiene un límite

No veo en la ciudadanía una defensa de la libertad ante los desaires político, pero no dudo de que esto cambiará si se abusa

El presidente del Gobierno con el gabinete de crisis sanitario Efe
José Luque

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Todo líder que aspire a gobernar un país, ciudad o empresa, debe tener en su alforja un proyecto capaz de transformar para bien ese país, ciudad o empresa. Comprometiéndose a poner su cargo a disposición si llegado el momento se demuestra incapaz de llevarlo a cabo. Hablando de la cosa pública , en democracia es imprescindible que antes de votar conozcamos con detalle cual es el proyecto que cada candidato lleva, cómo y con quienes piensa contar o no contar para llevarlo a cabo, y en qué plazos se compromete ejecutarlo. Los políticos que mientan en campaña y los que se comprometan a hacer algo para lo que luego se demuestren incapaces, no deberían permanecer en el poder ni un segundo.

El pueblo soberano debe disponer de leyes que impidan que inútiles, cobardes o embusteros permanezcan en el poder tras haber mentido o haber demostrado su incapacidad para cumplir lo prometido. Y hablo de la cosa pública porque en las empresas privadas, los mentirosos, cobardes o fracasados duran poco. Bien porque son apartados por los propietarios o porque la empresa de esos propietarios desaparece.

Dicho esto preguntaría si tenemos claro el proyecto que para España tenía el actual presidente de gobierno, los medios humanos y mariales con los que contaba y con los que nunca contaría, y si sabemos los plazos de ejecución. Permitidme que responda diciendo que no tengo claro lo que realmente busca para España quien preside el gobierno. Me da la sensación que sólo quiere mantenerse el poder a toda costa, cueste lo que cueste a España y a los españoles. Si eso es así, y así lo creo, ni percibo democracia en España ni veo en los ciudadanos una clara defensa de la libertad. Como demócrata admito poder estar equivocado. Pero también lo soy para decir que lo que observo es para preocuparse. Porque cuando una empresa cae por inacción o indolencia de los propietarios, son ellos los que pierden su patrimonio y responden personalmente ante los acreedores.

Pero cuando un político engaña , no informa o informa mal a los ciudadanos a los que representa, y actúa solamente para mantenerse en el poder y a ser posible sin contrapesos ni controles, cuando eso es así, somos los ciudadanos los que perdemos patrimonio, seguridad y libertad, sin armas legales para exigir responsabilidades a unos políticos inútiles y embusteros que se van de rositas, cargados de prebendas y sueldos vitalicios, a ganar dinero como voceros de dictaduras o como correveidiles de compañías a las que favorecieron durante su mandato.

Puede que en estos momentos haya ciudadanos incapaces de percatarse de que los españoles podemos perder la libertad . Pero estoy convencido que si se sobrepasan ciertos límites, seremos muchos los que, como gato panza arriba, defenderemos poder seguir siendo ciudadanos libres y no súbditos.

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