Aristóteles Moreno - Perdonen las molestias
Una tierna fotografía
La Junta ha logrado reunir a empresarios y sindicatos en una misma imagen frente al enigma del Palacio del Congresos
LO de la Junta tiene mérito. Pero mérito. Reunir en la misma foto a sindicatos y patronal es un logro que no se conquista todos los días. Pero ahí tienen. Al presidente de CECO , a los líderes de UGT y CC.OO. , y al responsable de la Cámara de Comercio a partir un piñón bajo la misma pancarta. La imagen produce ternura por inédita. Y tiene la virtud de conciliar dos mundos antagónicos por antonomasia. Desde ese prisma, la contribución del Gobierno andaluz a la cohesión social es impagable. Pero impagable.
El laberinto del Palacio de Congresos no es un laberinto cualquiera. Es un laberinto laberíntico hasta el delirio. El delirio burocrático, queremos decir, que es un tipo de delirio en papel timbrado. La del Palacio de Congresos, ya decimos, es una historia de enredo con muchos caminos cruzados y todos conducen al disparate. Como este del centro de la calle Torrijos , cuya reforma urgente lleva atascada en los despachos de la administración la tira de meses. Quizás años. Tal vez décadas. Que el tiempo administrativo es un tiempo cósmico. Es decir: indeterminado.
El sainete arranca con el alumbramiento del Palacio del Sur . El centro de Congresos de la calle Torrijos se nos quedaba pequeño para la Córdoba que se nos venía encima y necesitábamos un Guggenheim como dios manda. Un edificio galáctico a la altura del tercer milenio. En esas apareció Koolhaas con su maqueta. Y el presidente de la Gerencia con su coste cero. La propuesta del arquitecto no era ni buena ni mala ni mediopensionista. Era impagable. Que es una categoría fuera de concurso. Un rango que podríamos encuadrar dentro del capítulo de la política ficción. Un capítulo, por otra parte, con muchas páginas. Infinitas páginas. Como para llenar una enciclopedia. O un carro de enciclopedias.
El caso es que el solar del Palacio del Sur es eso. Un solar. Y cuando parecía que regresábamos a la opción Torrijos, llegó el alcalde Nieto con una propuesta bajo la manga. La propuesta se enmarcaba en el momento austeridad que vivía nuestro país. Es decir: la regla de las tres erres: reducir, reciclar, reutilizar. Ni Palacio del Sur ni Centro de la calle Torrijos: Pabellón del Parque Joyero . El recinto de marras también tiene su historia. Fue concebido para auto homenajes del ex presidente de Cajasur y ahí está su esqueleto vacío para atestiguarlo.
Córdoba tiene esa propensión a la displanificación urbana, de tal forma que se deconstruyen los equipamientos fundamentales de la ciudad a golpe de ocurrencia. El misterioso caso del Palacio de Congresos es un ejemplo paradigmático. Pues bien: el ex alcalde Nieto quiso reutilizar aquel edificio estéril como Palacio de Congresos. El Pabellón no era ni bueno ni malo ni mediopensionista. Estaba a tomar por saco. Y no parecía razonable desterrar a los congresistas a un polígono de la periferia, perdido, mal comunicado y gris como la arquitectura soviética . Teniendo, además, como tenemos un Palacio de Congresos frente a la Mezquita y en el corazón de uno de los barrios más bellos del planeta.
En efecto, volvemos al Palacio de la Calle Torrijos. Toda esta surrealista circunvalación no ha sido gratis. Además de tiempo y paciencia, se ha perdido mucha pasta. Pero mucha. Y ahora el proyecto ha vuelto a encallar en una reforma kafkiana . Resumiendo: no tenemos Palacio del Sur, ni Pabellón del Parque Joyero, ni Centro de la Calle Torrijos. Eso sí: tenemos una tierna fotografía con empresarios y sindicatos a partir un piñón. Que no es moco de pavo, oiga.