Libre directo
Tiempo de zozobras
El arma más poderosa que tenemos contra el Covid es la sensatez
Hace ahora un año el coronavirus ya estaba entre nosotros, aunque el Gobierno no nos lo dijera hasta marzo. Un año después las malas noticias se agolpan, como un recuento desesperante de partes de una guerra diferente. Solo por hablar de la provincia de Córdoba, ayer se batía el récord de contagiados en un solo día desde el inicio de la pandemia; se acercaban a 30 los pueblos cerrados perimetralmente por superar los 500 casos por cada 100.000 habitantes; y 32 municipios los que, además, cierran la actividad no esencial por haber superado los 1.000 casos por cada 100.000 vecinos. La capital se acerca peligrosamente a esta cifra.
Dicen los expertos que las epidemias son así, que tienen dos o tres olas, pero nadie imaginaba, con los adelantos del siglo XXI, que comprendiéramos como nunca a nuestros antepasados de la Edad Media y su sensación de debilidad ante las epidemias.
Se entiende la zozobra, la inquietud, la desazón de la sociedad, porque un año después los datos son muy negativos y a ello se suma el rifirrafe con la vacunación y el riesgo de saturación sanitaria. Crece la sensación de que no se sabe nada a ciencia cierta sobre el bicho, sólo que es mejor no cogerlo, porque o te mata o te lleva a un calvario. Y cada día conocemos en nuestro círculo más contagiados o más negocios de amigos tiritando por la consecuencias económicas de la pandemia.
En Andalucía, las autoridades han recomendado salir lo menos posible a la calle estos días y mantener sólo reuniones con los convivientes. Al final, la mejor y más sencilla arma que tenemos es la sensatez y la responsabilidad individual. El almirante Nelson, a punto de librarse la batalla de Trafalgar , distribuyó entre sus marinos la consigna: «Inglaterra espera que cada uno cumpla con su deber». Ya saben cómo terminó aquello e Inglaterra, por cuya historia no siento admiración pero sí respeto, se libró de ser invadida por Napoleón. De igual forma, si cada uno cumplimos ahora con nuestra parte, con ayuda de Dios y un poco de suerte, tendremos una historia que contar a nuestros nietos.
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