Rafael Ruiz - CRÓNICAS DE PEGOLAND

La teta de Belmonte

La tecnosociedad se ha vuelto fría, indiferente. Hasta un homenaje a las enfermas de cáncer se censura

Estábamos celebrando algo, un poco beodos y casi felices, cuando a Belmonte le sonó el teléfono [Paro para decir que Belmonte es José Manuel, de profesión escultor. Y es un amigo. Si tienen algo que comentar, me lo dicen en la calle. Ahí quedó]. Resulta que Facebook -vía notificación- había censurado la fotografía de un pecho de su escultura más reciente. La figura se llama «El vuelo de Julia» , un homenaje a todas esas mujeres que afrontan el cáncer de mama. Es el retrato de una joven serena con los efectos visibles de la quimio y de una mastectomía recientemente realizada. Una bella mujer con carne y puntos de sutura y sangre y una herida y un ala rota. La red social censuró, pues, el único pecho que tuvo a mano, la teta de guardia, que precisamente pretendía devolver a todas esas señoras -jóvenes y mayores- el dolor del tratamiento, las miradas, la pena que nunca nos han pedido que sintamos.

Conozco a Julia, la de verdad, esa mujer maravillosa que no tiene escultura posible, que no cabe en ningún molde conocido. También a la modelo y la propia historia íntima de la obra, que es pura emoción. Conozco, siquiera por cercanía, lo que cuesta pelear por el derecho a la normalidad cuando se tiene cáncer. Y por eso la censura de un pecho, de ese pecho, cabrea y rebela. Retrata esta tecnosociedad puritana que ha llegado a los límites estúpidos de poner en manos de un algoritmo, de una máquina de escribir venida a más, el límite de lo visualmente tolerable. Alcanza el nivel surrealista de que, en algún fichero informático, esté codificado matemáticamente que una teta de mujer doliente pueda resultar ofensiva a alguien. Que en alguno de los contextos culturales posibles, haya quien se tape los ojos con la visión de una mujer en su desnudez.

Belmonte enseñó el pecho que salió de sus manos -suyo propio, de alguna manera- en la pantalla de ese teléfono móvil como el que muestra la foto de un sangriento accidente de tráfico y cara de haber recibido una colleja. Con perplejidad bárbara, como si hubiese sido amputado él mismo. El seno -juvenil y ondulado- tenía una aureola rosada, perfecta, y un pezón de los que apuntan al mañana, a puestas de sol gloriosas. Estaba, sin embargo, enmarcado por una señal de prohibición . Estimado fulanito, según las normas de uso procedemos a etcétera etcétera.

No. La teta no es ofensiva. Que censuren, si así les parece, a quienes recortan en investigación científica o quienes deciden que las unidades de oncología no tengan los recursos que han de recibir. A quienes desarrollan fármacos fijándose en el mercado y no en la salud. A los que les parece más lucrativo un crecepelo que una terapia contra una enfermedad mortal. Pero ese pecho ha de ser mostrado porque es bueno y bello. Y tiene el mensaje, señoras, del respeto y la adhesión, esta sí, inquebrantable.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación