Salud
Supervivientes del cáncer en Córdoba: «De esto se sale, no se acaba el mundo. Yo soy la prueba»
Fueron diagnosticados de cáncer y afrontaron su realidad con ayuda. Ahora son voluntarios de la AECC

Cuando a María Rosa Pacheco le dijeron que tenía cáncer no se lo podía creer. «Doctor, pero si a mí no me duele nada», le dijo a su médico en la consulta. Fue hace 15 años. «Entonces tenía miedo a lo desconocido. Cuando me detectaron el segundo, tuve miedo a revivir lo que ya conocía», explica. A día de hoy es voluntaria de la Asociación Española contra el Cáncer ( AECC ), ha pasado por tres procesos oncológicos distintos y pone su experiencia personal a disposición de otras personas que, como le pasó a ella en su momento, se hacen infinidad de preguntas sobre una palabra que, pese a los avances médicos, sigue generando un profundo miedo.
Para ella fue vital el apoyo de su pareja y de sus hijos, pero también la ayuda de la psicóloga y las personas voluntarias de la AECC. Y es que, por muy vital que sea la ayuda de los familiares, es más fácil hablar del cáncer de tú a tú con personas que pasan por lo mismo. En ese extremo coincide María José Notario, que sufrió un cáncer de mama bilateral hace casi dos años. Una vez superado el miedo inició su fase de aceptación, la más difícil, para asumir su realidad y aprender a cuidarse. De esta dura experiencia extrae una parte positiva: la ha enseñado a «disfrutar» de ella misma, a despojar de importancia a las cosas que no la tienen.
Antonio Ortiz no dejaba de toser. Incluso en verano tosía sin parar, y sabía que aquello no podía ser un resfriado común. Cuando le dieron el diagnóstico de cáncer de pulmón , se vino abajo. «Tenía miedo y no sabía ni qué decir. Lo primero que hice fue dejar de fumar. Y con el apoyo de mi familia pude salir adelante», cuenta. Por suerte, su tumor estaba muy localizado y pudo ser extirpado. Con un tratamiento preventivo de quimioterapia y radioterapia pudo decir adiós al cáncer. Ahora tiene para los enfermos el mensaje que le habría gustado que le dieran a él: « Un cáncer no significa que se vaya a acabar el mundo ».
El mismo alegato tiene Carmen Moyano: «Hoy en día, del cáncer se sale. Y yo soy la muestra». Hablan de « cáncer » abiertamente, sin suavizar expresiones, sin inventar sinónimos. «Hay que llamar a las cosas por su nombre», explica esta mujer, que se autodefine como «superviviente» de esta dolencia. Llegó al diagnóstico mediante «una de esas revisiones a las que ninguna persona debe faltar» cuando se las convoca. Tres años después, tiene un tratamiento de pastillas y puede decir felizmente que está curada. «Decidí que si salía de aquello ayudaría a otras personas como yo, y aquí estoy», afirma, rodeada de otras voluntarias de la AECC.
Cada experiencia con el cáncer es distinta. En el caso de María del Carmen Fernández, no tuvo miedo cuando le detectaron cáncer de mama a los 53 años. Si ese era su final, pensó, llegaba despúes de haber tenido una vida feliz con su marido y sus hijos. «Es una enfermedad que existe y me había tocado. Mantuve la alegría, la actitud hace mucho. Mi hijo me decía ‘mamá, no te rías tanto que se te van a saltar los puntos’», cuenta ahora, 24 años después, cuando puede permitirse el lujo de hablar del cáncer en pasado. Tanto ella como su esposo, recientemente fallecido, se involucraron profundamente en la AECC . Ahora ella está dispuesta a seguir el camino por los dos.
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