PRIMERA PLANA
Superávit y tasa turística: lecciones
El cogobierno suspende en lo básico, gestionar el dinero, y saca matrícula en «Creación de problemas donde no los hay»

El cogobierno PSOE-IU acaba de volver a suspender en lo básico: gestionar el dinero de que dispone y ponerlo a carburar para fortalecer la recuperación económica. Sí saca matrícula de honor en materias tan importantes para un Ayuntamiento de Córdoba como «Creación de problemas donde no los hay». Porque la pasada semana conocimos que el Consistorio cerró 2017 con un superávit de 23,4 millones, que podrán destinarse a un plan de inversiones. Aunque la edil de Hacienda, Alba Doblas (IU), vende esa cifra como reflejo de una labor de diez del bipartito, es en realidad un cate para él. Porque, como en 2016, en que esa cantidad sea tan sobresaliente influyen sus problemas para materializar las previsiones de gasto, algo que es más grave en el desembolso en proyectos y obras.
Los campeones de la transparencia aún no han dado el dato de cuánto dejó sin gastarse el cogobierno el año pasado. Debe ser bastante de nuevo. Porque la delegada de la clase política dirigente, la alcaldesa, Isabel Ambrosio (PSOE), ha admitido que «el nivel de inversiones no es algo que nos haya gustado». La regidora ha prometido hincar los codos, con la puesta en marcha de un nuevo departamento de Contratación que acelere dichas inversiones. Ojalá, lo logre. Porque hasta ahora el bipartito en lo que sienta cátedra es en generar problemas donde no los hay, como ha pasado con la cementera Cosmos o el centro comercial de Rabanales 21. La pasada semana hemos tenido otra lección magistral. Ganemos —impulsor de la iniciativa—, PSOE e IU se posicionaron a favor de crear una tasa turística y aprobaron que el Ayuntamiento haga un estudio sobre ella, ya que aún no se sabe ni qué gravaría exactamente.
La fuerza verde, que sustenta al cogobierno desde la oposición, está empecinada en que tenemos un problemón con la presión que ejercen los viajeros sobre los vecinos del Casco y su vida cotidiana, cuando el problemón para la capital será que los visitantes empiecen a escasear. El auge del sector puede tener efectos colaterales negativos. Por ejemplo, el boom de los apartamentos turísticos genera prácticas de competencia desleal y fraude (economía sumergida) o dificultades de convivencia, con viajeros que confunden Córdoba con un Magaluf sin playa pero con Mezquita-Catedral, que mola para sus «selfis».
A las Administraciones les toca solventar eso. No deben, como hace a veces el Consistorio, cargar contra un área de actividad cada vez más importante para nuestra economía. Los dimes y diretes sobre la tasa turística, que aún necesita, además, un respaldo legal de Junta o Estado, ya son una mala noticia. Los emprendedores locales y los inversores de fuera volverán a ver con recelo a un gobierno municipal que no sólo no es capaz de ejecutar adecuadamente sus inversiones, sino que tampoco ayuda a que las del sector privado se desarrollen con todo su potencial.