Cines de Verano Córdoba 2021
Los sueños de mil noches veraniegas en los cines de Córdoba
Al menos dos salas, Fuenseca y Delicias, pretenden abrir el próximo viernes, 25 de junio, tras el raro 2020, lo que significará el regreso de una importante tradición cultural y de ocio
Los cines de verano han sido el pulmón nocturno de Córdoba ». Así define el profesor y escritor Carlos Clementson estos recintos de la cultura tan cordobeses, de los que hoy aún quedan cuatro históricos como testimonio vivo de un pasado en el que abundaron por los barrios de la ciudad .
A partir del próximo viernes, 25 de junio, al menos dos, Fuenseca y Delicias , abrirán sus puertas, según han avanzado desde la empresa que los gestiona, Esplendor Cinemas , que ha explicado que «estamos haciendo todo lo posible para poder abrir ese día». Con su reapertura, aunque sea bajo limitación de aforo y con las medidas de prevención establecidas, se pondrá fin a la anormalidad que supuso 2020 , cuando sólo el Fuenseca abrió sus puertas.
En cierto modo, será una ‘reconexión’ de Córdoba con uno de los rasgos más claros de su cultura popular, pues es la ciudad de España que cuenta con más cines de verano, todos ellos protegidos en sus usos en el PGOU . También disfruta Córdoba de uno de los pocos cines de verano de España previos a la Guerra Civil, el Coliseo San Andrés , que abrió sus puertas en 1935 con su pantalla de proyección y su escenario teatral. Los otros tres que quedan, que son el Fuenseca, el Delicias y el Olimpia , proceden de los años 40 , cuando el cine de verano se convirtió en una especie de paraíso efímero en años duros de postguerra , carestías y dictadura .
La historia de los cines estivales en Córdoba comienza sin embargo décadas antes, en los años 20, cuando aparecen los primeros cines de los que se tiene constancia: el Cine Victoria de los Jardines del mismo nombre, el Cine San Lorenzo o el Ideal Cinema , ubicado en la antigua Plaza de Toros de los Tejares . Recuerdos de este último guarda hoy el pintor y escritor Ginés Liébana , que, con cien años cumplidos hace apenas unos meses, mantiene frescas en su memoria anécdotas de su infancia en los años 20.
Cuenta Liébana que por entonces, en aquellos años crepusculares del reinado de Alfonso XIII , se le cobraba una peseta a las mujeres, mientras que los niños podrían entrar gratis con ellas, por lo que era un destino habitual cuando caía el atardecer. Recuerda el pintor por ejemplo la proyección de ‘El demonio y la carne’ , que él rebautizó entonces en sus típicos juegos de palabras como ‘El demonio y la carne de cocido’, dirigida en 1926 por Clarence Brown y en la que aparecía Greta Garbo .
A Liébana se le escapan también risas cuando recuerda la proyección de la adaptación del clásico de Alejandro Dumas ‘La dama de las camelias ’, en la que Greta Garbo aparecía muy delgada, por lo que a un espectador se le antojó gritar que esa mujer lo que necesitaba era ‘un buen plato de gazpacho ’. «Lo pasábamos muy bien, reíamos muchísimo», explica Liébana .
A partir de esos años primeros los cines se fueron expandiendo por la ciudad. Lo hicieron durante la II República , con nuevos espacios como el Cine Alcázar de verano o la terraza del Cine Góngora , que estaba situada en la planta superior del edificio del actual teatro de Jesús y María y a la que subía por modernos ascensores. La mayor expansión se produjo sin embargo en los años posteriores, ya en el franquismo, cuando aparecieron no sólo los ya mencionados que hoy se conservan sino también otros muchos espacios ubicados en algunos casos lejos del Centro Histórico de la ciudad.
Con el NODO siempre por delante, «fueron la televisión de nuestro tiempo», reflexiona el poeta Carlos Clementson
Es el caso del cine Benavente del Campo de la Verdad, del Albéniz de Ciudad Jardín, del cine de Cañero del barrio homónimo, del cine Hollywood de los Olivos Borrachos , el Cinema España de Huerta de la Reina o del Cine Electromecánicas . Fueron esos los años dorados, algo lógico pues, como explica el poeta Carlos Clementson , «eran la televisión de nuestro tiempo», siempre con el NODO por delante y con la censura establecida para los besos o los momentos que pudiesen resultar contrarios a la doctrina moral de la dictadura.
El escritor evoca de esos años el ambiente que había por ejemplo en el cine El Rinconcito , situado en lo que luego fue el Cine Isabel la Católica; en el Fuenseca o en la Terraza del Cine Góngora , recorrida por una brisa nocturna que era un bálsamo tras largos días de calor. «Eran fundamentales para nosotros, que no teníamos otra cosa, y se convertían, con su olor a jazmines y las historia de las películas, en una ventana abierta a lo maravilloso y en la mejor alternativa contra el aburrimiento del verano», explica Clementson . El escritor añade que en esos tiempos «la imagen en movimiento sólo la veíamos en el cine, no como ahora que está en todas partes, y por eso no estábamos acostumbrados y teníamos un sentido de la expectación mucho más grande».
La llegada de la televisión
A partir de los 60 , con la llegada de la televisión a las casas y la revalorización urbanística de los solares, el fenómeno comenzó a declinar con cierres sucesivos de los cines de los barrio, aunque la ciudad siempre mantuvo varios espacios abiertos, incluso en estos tiempos actuales de las plataformas digitales y el ocio bajo demanda.
Hoy son esos cuatro cines, todos ellos de larga tradición y arquitectura popular, los que guardan la esencia del idilio de los cordobeses con el séptimo arte en esos meses en los que la ciudad se convierte en una caldera. Quizá no tan aprovechados como se debería dada su singularidad como espacios culturales , pero simbólicos en cualquier caso de una forma de vida. De la importancia del cine como medio para salir de la cotidianeidad y de abrir ventanas a realidades muy distintas a la grisalla del día a día canicular.
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