Primera plana

Sueño y pesadilla

Es de agradecer la inversión en el Palacio de Congresos. Pero sin grandilocuencias

Palacio de congresos de Córdoba Valerio Merino
Baltasar López

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En 2012, a la Junta se le ocurrió que el nuevo Palacio de Congresos que necesitábamos en Córdoba era el viejo Palacio de Congresos ampliado y remozado. Diseñó una operación «low cost» (3,8 millones) para intervenir en un inmueble del siglo XVI y Bien de Interés Cultural (BIC). Y adjudicó la obra a la empresa Aldesa, que presentó una importante baja del valor de licitación, pese al informe de los técnicos con serios reparos a que se le concedieran los trabajos a dicha firma —entonces, la Consejería de Turismo y Comerciola dirigía IU en un cogobierno autonómico—. «¿Qué puede salir mal?», pensarían en la Administración regional. Todo. El Ejecutivo autonómico y la adjudicataria se enfrentaron por el coste de los trabajos. Las obras de ampliación y mejora del Palacio de Congresos que debían estar a finales de 2014 siguieron el primer semestre de 2015, pero al mismo ritmo que circulaba el coche de Alonso con el motor Honda .

El sector de la organización de eventos empezó a perder pasta, y con él la ciudad, por las convenciones que se escapaban. La Junta se embarcó en el verano de 2015 en los doce trabajos de Hércules que le supuso rescindir los contratos con Aldesa. Año y medio le llevó. Con la misma empatía hacia los negocios de este área de actividad que mostraría un bloque de granito, en todo ese tiempo casi ni se molestó en dar pistas de cuándo podría reanudar las obras. El apagón informativo fue tal que alumbró en enero de 2017 la insólita imagen de la conversión de los señores de CECO en manifestantes que contaron con el apoyo de UGT y CC.OO .. Presionaron para lograr un calendario para reabrir el inmueble de Torrijos.

La protesta hizo que la Administración regional se cayera de los despachos oficiales y pusiera los pies en la tierra. Anunció su plan y reinició los trabajos en primavera. Así llegamos al jueves, cuando nos llevó de excursión a las obras. Comprobamos, además, que el Ejecutivo regional, sabedor de que metió la pata hasta el corvejón, intenta reparar sus errores. No sólo confirmó su apertura para el verano, sino que desarrollará la prometida campaña de promoción de este espacio. Falta nos hará. En el periodo 2014/2016 (último dato disponible), el número de asistentes a congresos en la capital bajó un 23%.

Pero la Junta estaba espléndida. Tras el estío, seguirá la intervención sobre el inmueble. Cuando 18 meses después finalice, habrá gastado unos nueve millones en este edificio. Mucho más que el «low cost» anunciado en su día. No la criticaremos por enseñar el taco en la capital, cosa que no es tan habitual. Sí agradecería que la delegada del Gobierno, Esther Ruiz , se ahorre comentarios como el que pronunció en la visita a la remodelación: «En verano, tendremos este sueño de los cordobeses a nivel congresual». Que deje las frases grandilocuentes para un proyecto en el que no se haya vivido la pesadilla de que un equipamiento vital para el turismo de negocios lleve cuatro años cerrado cuando sólo iba a ser uno.

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