DEPENDE

Subvenciones

A veces, basta con mirar hacia de reojo y copiar lo que hacen otros

El alcalde, en la Agrupación de Cofradías Valerio Merino
Rafael Díaz Vieito

Rafael Díaz Vieito

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Las subvenciones no tienen buena fama en España. Muchas han sido utilizadas para pagar favores, comprar silencios o alquilar lealtades. Es lógico por ello que la ley desconfíe de ellas, establezca toda clase de garantías e imponga procedimientos rigurosos tanto en su concesión como en su control posterior. Es cierto, sin embargo, que muchas otras se han destinado a fines loables y han sido empleados con el más absoluto respeto a la norma.

Esta semana ha estallado el conflicto a cuenta de la subvención a la Agrupación de Cofradías . Si en lo administrativo no hay reproche que hacer a la Intervención municipal, pues el Convenio entre Ayuntamiento y cofradías dice lo que dice, en lo político sí hay motivo para la crítica. Que esta situación era inevitable se sabía desde que la pandemia impidió las salidas procesionales en la Semana Santa de 2.020. Resulta inconcebible que el Ayuntamiento, que ha tenido la tentación de imputar las culpas a la Agrupación, no trabajase de inmediato en la elaboración de un nuevo convenio para solucionar el problema y que, al menos, tuviese su encaje en el presupuesto municipal de 2.021 que a estas alturas debería llevar aprobado más de un mes. Resulta sorprendente que en Sevilla hayan sido capaces de solucionar este asunto sin mayores tensiones y de modo satisfactorio para todos. A veces basta con mirar de reojo y copiar: no siempre Málaga es el ejemplo .

Por desgracia algunos políticos parecen concebir las cofradías como meros gestores de un espectáculo dirigido a la promoción turística, sin valorar su dimensión social, cultural, asistencial (su labor en estos meses de pandemia ha sido encomiable supliendo, junto con otras entidades, carencias de los servicios sociales; si la subvención se puede justificar en algún momento, nunca mejor que este año) o de conservación del patrimonio. Es cierto también que las cofradías han de caminar hacia una absoluta independencia económica, alejada de vaivenes políticos y ayudas, lo que les procurará la mayor independencia.

Se ha dicho esta semana que es la hora del alcalde. Es posible. Aunque va tarde, está a tiempo de evitar una injusticia y una desafección en el movimiento asociativo más numeroso de la ciudad .

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