Jesús Cabrera - El molino de los ciegos
Un sospechoso silencio
Lo más sorprendente es que Ciudadanos, implacable con otros asuntos, no diga nada de las «donaciones voluntarias»
El caso de las «donaciones voluntarias» de los cursos de una fundación afín al PSOE que día a día conocemos en ABC gracias al rigor profesional del gran Rafa Ruiz está provocando que cada uno se retrate de forma fiel ante la sociedad y se vea cuál es su grado de compromiso ante la lucha contra un presunto caso que en lo único que tiene certeza es que huele mal, muy mal. Que la Junta de Andalucía riegue con generosidad un entramado de fundaciones ubicadas en el Sector Sur , regidas por personas más que cercanas a los dirigentes socialistas locales, pone ante nuestros ojos unos hechos que deberían estar ya más que desterrados por meras razones de higiene moral, pero que se repiten con contumacia, como dando a entender que «a nosotros, por ser quienes somos, no nos van a pillar».
Pues sí, les han pillado «in fraganti», con el carrito del helado, con la brocha y sin escalera, con las manos en la masa, o como ustedes prefieran denominar a eso de quedarse con una parte de lo que cobran los beneficiarios de un plan de empleo, camuflándolo como donaciones voluntarias muy parecidas al apadrinamiento de niños. Las abrumadoras pruebas de todo tipo que hemos podido ver en los últimos días nos enfrentan a un caso que es de libro. Claro, ésa es la conclusión a la que podemos llegar cualquiera que hemos conocido las andanzas de las fundaciones Guadalquivir Futuro y Jóvenes hacia el Futuro , pero falta que administrativa o judicialmente se ratifique, o no.
Hasta ahora, el único dirigentes socialista que inició bien una faena fue el delegado de Economía y Empleo , Manuel Carmona , quien al tener constancia de los hechos anunció -como debe ser- una investigación para comprobar la veracidad de las denuncias y para delimitar las responsabilidades. Pero a los pocos días, una vez pasadas las elecciones generales y con las heridas aún sin cicatrizar, la Junta de Andalucía, a través de su delegada del Gobierno en Córdoba , Rafaela Crespín , daba marcha atrás y decía que no, que no se iba a investigar nada y que si alguien se sentía perjudicado que se fuera a la Magistratura del Trabajo . En ese momento no sólo desautorizó de forma pública al titular de Economía y Empleo, sino que echaba una paletada de tierra sobre un caso que cada día que pasa huele peor. A partir de ahora ya nada será igual para Carmona, a quien le arderá cada mañana el sillón después de haberlo hecho muy bien.
Crespín, en cambio, ha desempolvado los manuales de comportamiento del dirigente socialista andaluz de hace unos lustros, cuando se culpaba a quien hacía una denuncia, cuando el silencio informativo era casi generalizado, cuando se miraba con desprecio al periodista que se interesaba por el caso y cuando se ponía en marcha la maquinaria del poder para que todo quedara en nada. Sorprende ver que Rafaela Crespín recurra a estos comportamientos cuando la sociedad está más que escarmentada por los casos de corrupción de todo tipo que se han destapado en los últimos años y la sensibilidad en esta materia está a flor de piel. Es llamativo que desde el PSOE local se resistan con todas sus fuerzas a reconocer lo que para todos es verde y con asas, por más que la sin par Ángeles Muñoz y su hijo Cristian sean los rostros visibles. Pero más escandaloso aún es que después de que Miguel Ángel Torrico (PP) y Elena Cortés (IU) se pronunciaran sobre el caso con energía, Ciudadanos , el partido que sostiene al PSOE en la Junta, guarde un sospechoso silencio sobre el tema cuando se muestra implacable ante el más mínimo caso de corrupción. Salvo en Andalucía.